Capítulo 14

 

A medida que me abro paso en el restaurante Swan Quarter Grill hacia el reservado que ocupa la Detective Gambke, me pregunto si alguna vez sufrió algún desorden alimenticio. No tiene la apariencia, pero parece que es bastante común en estos días. La presión de verse como las modelos fabricadas y retocadas que definen la moda y el estilo es enorme, especialmente para las mujeres, aunque sucede en los hombres también. El haber estado expuesto en el pasado a la epidemia de los desórdenes alimenticios me ha llevado a buscar e identificar más fácilmente los signos entre los miembros de la parroquia, principalmente en las mujeres jóvenes, e incluso hasta en algunos de los muchachos ahora. Mi primera experiencia sucedió durante un verano en un picnic de la iglesia. Por casualidad noté a una joven consumiendo frenéticamente una variedad de papás fritas, hamburguesas, perros calientes y helado. Al cabo de un rato, mientras buscaba un frisbee perdido, la encontré detrás de unos arbustos en las afueras del parque, devolviendo todo lo que había comido recientemente.

Tiempo después me enteré de que aquella joven sufría de bulimia nerviosa. Terminó en el hospital y luego de comenzar su tratamiento, compartió conmigo algunas de sus experiencias y lo que había aprendido. Me dijo que estaba feliz de haber recibido la ayuda en el momento que lo hizo, ya que los doctores estaban preocupados por el daño a su corazón y otros órganos importantes si no la hubiera recibido. La muerte le hubiera llegado al poco tiempo. Me contó sobre la esperanza que había crecido en ella durante su proceso de recuperación, y que logró superar sus retos alimenticios. Y nunca olvidaré el que me contó había sido uno de los comentarios más dañinos que le hicieron amigos y familiares ignorantes durante su lucha. “Oh, simplemente come. Todo está en tu cabeza. ¿Intentas llamar la atención o algo así?” Pido a Dios nunca hacerle lo mismo a ninguna persona que esté sufriendo de éste desorden.

La Detective Gambke me mira mientras me acerco desde la entrada. Si de hecho sufrió de esto en el pasado – haya sido por presión en su ambiente familiar, de sus compañeros o de los medios – no veo ninguna evidencia de ello. La inteligencia y fortaleza interior que descubrí en ella el día que la conocí en la Prisión Central, permanecen conmigo. En combinación con bastantes estudios, una vida entera de experiencias duras, y su ética laboral sólida, ella es sin duda alguna alguien a quien admiro.

“¿Y cómo está usted en este día tan bonito y soleado?” pregunto, mientras muevo mi silla hacia atrás. Se ve distraída, preocupada. Frente a ella sobre la mesa hay media tostada de trigo seco y una botella de agua sin destapar que debió haber traído consigo.

“Estoy bien, Padre. ¿Y usted?”

“Fantástico. Disculpe mi tardanza. No tengo GPS en mi viejo automóvil.” Sonrío. Ella hace un esfuerzo por hacer lo mismo, pero claramente hay algo en su mente.

La mesera me pisa los talones y me pregunta si estoy listo para ordenar. Miro a la Detective esperando tener un poco de tiempo para mirar el menú.

“Oh, yo ya ordené y comí. Lo siento, Padre. Llegué temprano y me moría de hambre.”

Es el viernes de Cuaresma.

“Eh… un emparedado de ensalada de huevo está bien. Y un poco de agua también.”

La mesera se va, y nuestros ojos se encuentran momentáneamente. Su comportamiento normalmente calmado parece estar ausente, pero no su estilo serio y al punto.

“¿Cómo está el alguacil?”

Sé que no diré nada sobre su posible experiencia cercana a la muerte, y respondo con lo habitual. “Estará bien. ¿Fue un accidente bastante fuerte, no?” soy evasivo.

Asiente con la cabeza.

“¿Cómo va la investigación?” pregunto, con la esperanza de alentarla a que se abra un poco más acerca de su vida.

“Es todo lo que hago ahora. Los medios de comunicación todavía lo están cubriendo ampliamente. Una joven con síndrome de Down en coma luego de lo que parece ser una violación – tal vez en grupo – hace que muchas personas claramente se sientan indignadas. Las personas están enfurecidas con toda la razón y quieren que ésta persona, o personas, sean atrapadas y encerradas. Ha molestado mucho a la comunidad, como se puede imaginar.”

Hago un gesto de aprobación.

“Cameron Gambke está muerto,” manifiesta con simpleza. Toma la única tostada que queda en su plato y juega con ella pero no la muerde.

“¿Qué? ¿Cuándo?” Mi estado de ánimo agradable con el que llegué, es eliminado por completo cuando pienso en la visión del alguacil sobre la muerte de Gambke.

Prosigue con la descripción de cómo lo encontraron en su celda. Los detalles concuerdan de manera exacta  con lo que el alguacil afirmó haber visto durante su experiencia extracorpórea.

“Había sangre por todas partes. Quienquiera que lo haya hecho se aseguró de no utilizar lubricación, o no tuvo acceso a ella antes de sodomizarlo. O quizás no le importaba un bledo.”

Siento escalofríos por todo mi cuerpo. Ambos permanecemos en silencio por unos momentos.

“¿Se encuentra bien?”

“Se lo tenía merecido. Simplemente desearía haber…” se detiene.

La repentina punzada de furia que se refleja en sus ojos se extingue rápidamente en una mirada fija distante, la cual no demuestra nada de lo que piensa o siente. Ha dominado éste control a través de los años, y ahora se retira a un lugar oculto dentro de ella.

“Leí varias veces la carta que él le dio,” ofrezco.

“Es basura. No tiene sentido. Él no fue coherente, nunca. Simplemente son sus juegos de palabras; se burló de todos a su alrededor hasta el último momento.”

“¿Entonces no cree que él le está, eh, estaba, intentando decir algo que le podría ayudar?”

“¿Ayudarme con qué, Padre? Cuando lo vi en la prisión e intenté decirle lo que quería decir, lo que necesitaba decir, él cambiaba el tema continuamente, culpaba a los demás por el estado de su vida, y no aceptaba responsabilidad de nada. No se diferencia en nada de los otros canallas con los que me he encontrado cada día de mi vida laboral.”

Ésta vez no aleja su mirada; sus ojos penetran mis retinas, pero sus palabras permanecen controladas. Ésta es otra Detective Renae. Es claro que éste tema lleva consigo una gran cantidad de dolor subyacente de la cual Cameron Gambke hizo parte fundamental.

Ambos miramos fijamente por la ventana a los grupos de gaviotas que luchan por los restos de los almuerzos de los turistas, y vemos a las nubes llegar y a la brisa de la tarde incrementarse.

“Bueno, cuénteme sobre su mundo,” la presiono ligeramente cuando siento que no quiere hablar de Cameron Gambke, al menos por el momento.

“¿Mi mundo?” Su mente analítica vuelve a activarse. No le gustan las adivinanzas.

“Sí, quiero decir, ¿cómo es su vida? ¿Hay alguien significativo en ella?”

Ya se encuentra más calmada; se da cuenta de que no soy una de las amenazas a las que se enfrenta cada día.

“No. Más o menos. No tengo tiempo para relaciones y, simplemente no puedo encontrar el hombre indicado. Tal vez mi trabajo me ha contaminado; o tal vez tenga toda la razón y todos sean unos idiotas.”

Suelto una carcajada, lo que hace que una sonrisa se marque en su rostro. “Algunas veces es difícil saberlo, ¿verdad? Su tía, de la que me había contado, ¿todavía se ven?”

“No tanto como me gustaría. Ella era la hermana mayor de mi mamá,” añade, en caso de que yo piense que su tía sea pariente de Cameron Gambke. “Ella no se lo aguantaba y vino a recogerme cuando los Servicios de Protección al Menor se comunicaron con ella. Es terapeuta, y nunca podré agradecerle lo suficiente por la manera como me ha ayudado.”

“¿También le ayudó a su hermano?”

“No. Él tiene casi cinco años menor que yo. Tal vez para ese tiempo Cameron y mi mamá ya se las habían arreglado para mantener al SPM alejado. Pero me cuesta creer que mejoraron como padres antes de que mi mamá muriera. Él sabía cómo burlarse de la gente y controlar a mi mamá, así que mantener al SPM a raya era un juego de niños. Lo único que sé es que mis propios padres nunca me pidieron que regresara a casa. Pero aún si lo hubieran hecho, yo no habría vuelto por nada.”

No puedo imaginar el dolor que debió haber experimentado al sentir la falta de amor de sus propios padres. Y, cuando su padre se rehusó a explicarle o disculparse años después. A todos les gusta sentir como si fueran importantes.

“Me dijo que su tía había sido fundamental en su vida. ¿De qué manera?”

Se voltea nuevamente para mirar por la ventana.

“Mi tía tomó clases de EMDR dado que veía demasiados traumas en su trabajo. Las sesiones que realizamos significaron mucho para mí, me permitieron reenfocarme en la vida, obtener mi diploma, y conseguir éste trabajo, ésta carrera, ésta esperanza.”

“¿EMDR?” pregunto.

“Sí. Quiere decir, Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares.” Bebe un poco de su agua, y juguetea con la tapa de plástico.

“¿De qué se trata? Ya sabe, en términos generales,” le indico, muy curioso sobre dicha herramienta. Veo una enorme cantidad de traumas en mi línea de trabajo, también.

“Bien, básicamente, aunque hay diferentes variaciones del mismo, mi tía se aseguró de que siempre me sintiera segura antes y al final de cada sesión con el fin de que pudiera confiar en el proceso. Luego estimulaba la red neuronal de mi trauma pasado, y después agregaba estimulación bilateral alterna como sonidos, movimientos oculares, cosas así. Ha salido bastante en las noticias últimamente con muchas experiencias exitosas, especialmente con nuestros soldados que regresan al país y quienes han experimentado bastante trauma.”

“¡Vaya! Parece que ha sido una gran bendición, su tía.”

“Sí.” Mi comida llega y llenan nuevamente mi vaso de agua.

“¿Y qué hay de su trabajo? ¿Le agrada lo que hace? A lo que me refiero es a que si tuviera que describírselo a alguien, ¿qué les diría?”

Le transmito a ella lo que el alguacil me retó a hacer y lo aterrorizado que estaba por lo que vi y con lo que él tiene que lidiar todos los días, pero no incluyo lo que leí sobre su padre en el expediente.

Aunque sus ojos me miran fijamente, siento que se ha ido a otro lugar. No como el alguacil cuando viajó fuera de su cuerpo físico, sino más bien a su pasado, lleno de experiencias que le han causado profundo dolor.

“¿En verdad quiere recorrer mi camino profesional, Padre?”

Tomo mi emparedado, le doy un mordisco, y asiento con la cabeza.

“Si usted lo dice,” me dice.

 

Sexo sagrado, lagrimas del cielo
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