INTRODUCCIÓN
[1] He intentado evitar, en lo posible, la ambigüedad de los términos como «razón», «racionalidad» y «toma de decisiones» (decisorio), pero debo advertir que sus significados son frecuentemente problemáticos, como dije al comienzo del capítulo 8. No se trata únicamente de un problema mío o del lector. Un diccionario contemporáneo de filosofía dice lo siguiente: «En inglés la palabra “razón” ha tenido por largo tiempo, y aún tiene, un gran número de significados y usos, relacionados entre sí de manera muchas veces complicada y poco clara…». (Encyclopedia of Philosophy, P. Edwards, ed., 1967, Nueva York: Macmillan Publishing Company and the Free Press).
Sea como sea, el lector probablemente encontrará que mi uso de los términos razón y racionalidad es bastante convencional. Generalmente uso razón como la habilidad para pensar y hacer inferencias de manera ordenada y lógica, y racionalidad como aquella cualidad del pensamiento y conducta que deriva de adaptar la razón a un contexto personal y social. No uso razonar y tomar decisiones de manera intercambiable ya que no todos los procesos de razonamiento desembocan en una decisión.
Como también descubrirá el lector, tampoco uso emoción y sentimiento indiferentemente. En general uso «emoción» para una colección de cambios que ocurren en cuerpo y cerebro, habitualmente por la incitación de algún contenido mental específico. «Sentimiento» es la percepción de esos cambios. En el capítulo 7 expongo esta distinción. <<
[2] C. Darwin (1871). The Descent of Man. Londres: Murray. <<
[3] N. Chomsky (1984). Modular Approaches to the Study of the Mind. San Diego: San Diego State University Press. <<
[4] O. Flanagan (1991). The Science of the Mind. Cambridge, MA: MIT Press/ Bradford Books). <<