Epílogo
Juan y Fenella son primos y están muy en la línea de Tommy y Tuppence Beresford, los detectives de Matrimonio de sabuesos (1929) y otras varias novelas posteriores. También guardan estrecha relación con los jóvenes investigadores privados de cualquiera de las primeras novelas de suspense de Agatha Christie, tales como El secreto de Chimneys (1925) o Why didn’t they ask Evans? (1934). En la realidad, al igual que en el relato, el «tesoro» se presentó en forma de cuatro cajas de rapé, cada una del tamaño de una caja de cerillas. Cada caja guardaba una moneda de Man del siglo XVIII, medio penique, con un orificio en el centro en el que llevaba atada una cinta de colores. Cada caja contenía asimismo un documento cuidadosamente plegado, escrito en tinta china con adornada letra y firmado por Alderman Crookall, donde se ordenaba a quien lo hallara que se personase de inmediato ante el secretario del ayuntamiento de Douglas, la capital de la isla de Man. Los afortunados debían presentar la caja de rapé y su contenido para cobrar el premio de 100 libras (equivalente a unas 3000 de hoy en día). También debían mostrar algún documento que acreditase su identidad, ya que sólo se permitía participar en la búsqueda del tesoro a los visitantes; los maneses quedaban excluidos del concurso.
«Cualquiera con un poco de inteligencia encontraría fácilmente el tesoro».
El único propósito de la primera pista de «El oro de Man», la rima que empezaba con «Cuatro puntos cardinales tiene el horizonte», publicada en el Daily Dispatch el sábado 31 de mayo, era indicar que los cuatro tesoros estaban en el norte, el sur y el oeste de la isla pero no en el este. La pista para localizar la primera caja de rapé era de hecho la segunda pista, un plano publicado el 7 de junio. Sin embargo, para entonces el tesoro ya había sido descubierto, ya que el relato proporcionaba datos suficientes. Lo encontró un sastre de Inverness, William Shaw, que, según informó la prensa local, celebró el hallazgo echándose a correr en círculo y agitando la caja en alto, «mientras su esposa quedaba muda de la emoción durante varios minutos».
La pista más importante la ofrece Fenella al comentar que el escondite estaba cerca del lugar «donde se corría originalmente el Derby… Antes de que lo trasladasen a Epsom». Es una alusión a la famosa carrera de caballos inglesa, que en un principio se celebraba en Derbyhaven, al sureste de la isla de Man. La «otra isla» a la que, según rumores, podía llegarse a través de un «pasadizo secreto» que cruzaba bajo el mar desde una granja es fácil de identificar; se trata de la isla de St. Michael. En dicha isla, además de una ermita consagrada a San Miguel, se alza una torre circular de piedra conocida como Derby Fort, a la que la isla debe su nombre alternativo, Fort Island, y efectivamente «en ninguna otra parte se da una coincidencia así». La torre aparecía en el plano como un círculo del que salían seis líneas, que representaban los seis cañones históricos —«Hay seis»— del fortín; la ermita estaba representada por una cruz.
La pequeña caja de peltre se hallaba oculta en un saliente de roca situado en dirección noreste, tomando como punto de referencia el espacio entre los dos cañones centrales —«entre esos dos. ¿Has traído la brújula?»—; y la inicial sugerencia de Juan respecto a la dirección indicada en el plano —«señala claramente hacia el noreste de la isla»— era una pista falsa.
«Eso lo simplificaría demasiado».
La segunda caja de rapé, hecha al parecer de asta, fue hallada el 9 de junio por Richard Highton, un contratista de Lancashire. Como Fenella deja claro al peligroso doctor Fayll, las últimas palabras pronunciadas por Ewan Corjeag antes de morir, «Saben qué…», son una pista sobre el paradero del tesoro. De hecho, son el comienzo de una canción tradicional inglesa, John Peel, que cuenta la historia de un cazador de Cumbria; y cuando Juan comenta que «Bellman y True» es el «nombre de unos que quizá puedan ayudarnos», no se refiere a los abogados de Douglas mencionados al principio del relato, sino a los dos sabuesos de John Peel nombrados en la canción. Con estas pistas, la imagen de la foto rota, que se publicó el 9 de junio como tercera pista, no habría sido muy difícil de identificar; eran las ruinas del castillo de Peel, construido en el siglo XIV en la isla de St. Patrick, y las líneas curvas que aparecían en el lado izquierdo de la fotografía eran los arabescos del brazo de un banco de Peel Hill desde el cual podía contemplarse el castillo. La caja de rapé se hallaba oculta bajo el banco. El viaje en autobús al Snaefell, el pico más alto de la isla de Man, era una pista falsa.
«Más o menos por casualidad».
El tercer «tesoro» fue encontrado por Herbert Elliott, un ingeniero naval nacido en Man pero radicado en Liverpool. Elliott declaró después que no había leído «El oro de Man» ni estudiado siquiera las pistas, sino que simplemente había elegido un área probable donde, la mañana del 8 de julio muy temprano, se tropezó con la caja de rapé, oculta en un surco.
El dato principal acerca de su paradero residía en la cuarta pista, el texto que empieza con «El 85 fue el año en que este lugar hizo historia» —publicado el 14 de junio—; con la segunda palabra de cada línea se forma el mensaje: «85 pasos este norte este del círculo sagrado cabo de España».
El «círculo sagrado» alude al círculo de Meayll, en Mull Hill, un monumento megalítico situado a casi dos kilómetros del cabo de España (Spanish Head), la punta más meridional de la isla. Las referencias a un importante acontecimiento ocurrido en «El 85» y al castaño de España, que, según comentarios de la época, desorientaron a muchos buscadores del tesoro, eran pistas falsas. En cuanto a la «Estación Kirkhill», la pista descubierta por Juan, es cierto que no existe tal lugar, como bien observa Fenella. Sí existe, no obstante, un pueblo llamado Kirkhill, así como una estación de ferrocarril en Port Erin, donde Juan y Fenella almuerzan antes de iniciar la búsqueda. Si se traza una línea en el mapa desde Kirkhill hasta Port Erin y esa misma línea se continúa en dirección sur, finalmente atraviesa el círculo de Meayll, «el punto exacto» determinado por Juan.
«Un auténtico rompecabezas».
Por desgracia las pistas del cuarto tesoro, como había ocurrido ya con las pistas para la localización del tercero (encontrado de hecho por azar), tampoco llegaron a resolverse. La quinta y última pista, el poema que empieza con «Sobre una roca un cartel veréis», se publicó el 21 de junio, pero el 10 de julio, al cumplirse el plazo fijado para la búsqueda —que había sido prorrogado, puesto que inicialmente su finalización estaba prevista para el 30 de junio—, el alcalde de Douglas retiró el último tesoro. Dos días después, como «secuela» del relato, el Daily Dispatch publicó una fotografía del acto y la explicación de Agatha Christie respecto a la pista final:
En cuanto a esa última pista, aún sonrío cuando recuerdo el tiempo que perdimos buscando rocas con un cartel. La verdadera pista era en realidad muy sencilla: las palabras «seises y sietes» de la carta adjunta[1].
Cogiendo las palabras sexta y séptima de cada verso del poema, se construye este mensaje: «Veréis. Punta de (A). Cerca del faro una pared». Buscando la punta de (A), la identificamos como la punta de Ayre. Tardamos cierto tiempo en encontrar la pared en cuestión, y el tesoro no estaba allí. Había no obstante cuatro números escritos en una piedra: 2, 5, 6 y 9.
Aplicándolos al primer verso del poema, se obtiene la palabra park, y de hecho en la isla de Man hay un solo parque, que está en Ramsey. Rastreamos ese parque y por fin encontramos lo que buscábamos.
La cabaña con el tejado de paja era un pequeño quiosco de refrescos, y el camino que pasaba junto a él conducía hasta una pared cubierta de hiedra donde se hallaba oculta la escurridiza caja de rapé. El matasellos de Bride era una pista adicional, ya que dicho pueblo se encuentra cerca del faro de punta de Ayre, el extremo más septentrional de la isla.
Es imposible saber si «El oro de Man» sirvió realmente para promocionar el turismo en la isla. Por lo visto, en 1930 aumentó el número de visitantes respecto al año anterior, pero no está claro en qué medida puede atribuirse ese aumento a la búsqueda del tesoro. La prensa de la época revela que muchos pusieron en duda su utilidad, y en un almuerzo oficial celebrado para dar por finalizada la búsqueda Alderman Crookall respondió a las unánimes muestras de agradecimiento arremetiendo contra aquellos que se habían negado a dar mayor publicidad al proyecto; eran, afirmó Crookall, «unos vagos y avinagrados que no sabían más que criticar».
El hecho de que no se permitiese participar en la búsqueda a los habitantes de la isla quizás explique la general apatía, pese a que el Daily Dispatch ofrecía un premio de cinco guineas (unas 150 libras actuales) a los isleños en cuya casa o establecimiento se hospedasen quienes encontraran el tesoro. Puede que también fuese ésa la causa de varios actos de moderado «sabotaje», tales como la colocación de pistas y cajas de rapé falsas, o la aparición de la palabra LEVANTAR escrita con pintura en una roca bajo la que no había más que pieles de fruta.
Si bien nunca se produjo un acontecimiento semejante a la búsqueda del tesoro de la isla de Man, Agatha Christie sí continuó escribiendo relatos y novelas de misterio con un tema similar. Se observa con especial claridad en el desafío propuesto a Charmian Stroud y Edward Rossiter por su excéntrico tío Mathew en «Strange Jest», un relato con Miss Marple como protagonista publicado por primera vez en 1941 como «A Case of Buried Treasure» e incluido más tarde en Miss Marple’s Final Cases (1979). Aparece también una «búsqueda» estructurada de manera análoga en El templete de Nasse House (1956), de la serie de Poirot.