Epilogo

«El acantilado» se publicó por primera vez en Pearson’s Magazine en febrero de 1927, con el sugerente comentario editorial de que el relato había sido «escrito justo antes de la reciente enfermedad y misteriosa desaparición de la autora». A última hora de la tarde del 3 de diciembre de 1926 Agatha Christie abandonó su casa de Berkshire. A la mañana siguiente temprano su coche fue hallado, vacío, en Newlands Corner, cerca de Shere, localidad del condado de Surrey. La policía y un grupo de voluntarios rastrearon en vano las inmediaciones. Una semana y media después varios empleados de un hotel de Harrogate cayeron en la cuenta de que la mujer que se había alojado allí con el nombre de Theresa Neele era en realidad la novelista desaparecida.

Cuando Agatha Christie regresó a casa, su marido declaró a la prensa que había sufrido «una pérdida total de la memoria». Sin embargo, las circunstancias que rodearon este episodio relativamente insignificante de su vida han suscitado a lo largo de los años ciertas especulaciones. Incluso cuando se hallaba aún desaparecida, Edgar Wallace, el famoso escritor de novelas de suspense, escribió en un artículo que si no había muerto, «debe de estar viva y en plena posesión de sus facultades, probablemente en Londres. Para expresarlo con claridad —continuaba Wallace—, parece ser que su primera intención era "escarmentar" a cierta persona desconocida». Neele era el apellido de la mujer que se convertiría en segunda esposa de Archibald Christie, y algunos sostienen que Agatha Christie, después de abandonar su coche a fin de poner a su marido en una situación embarazosa, pasó la noche del 3 de diciembre en Londres con unos amigos antes de viajar a Harrogate. Se ha afirmado incluso que la desaparición no fue más que un extravagante montaje publicitario. No obstante, aunque algunos aspectos del incidente siguen sin aclararse, no existen pruebas que corroboren ninguna de estas «explicaciones» alternativas, por lo cual deben considerarse meras especulaciones ociosas.