III
—Entonces, ¿qué es eso de que te gusta tu jefe? —Los lunes se da la desgraciada circunstancia de que tanto Camden como yo tenemos el día libre en el trabajo, así que, después de dejar a Jake en la guardería y a Lucy en el colegio, nos acercamos a Fisherman’s Wharf, a perdernos entre los turistas y tomarnos unas cuantas cervezas. Sí. A las nueve y media de la mañana.
—Tu novia tiene la lengua un poco larga, ¿no?
—Podría responderte a eso con una guarrada tan grande que jamás podrías volver a mirarla a la cara.
—No. Gracias. Paso.
—A ver, joder, desembucha. ¿Te gusta o qué?
—Me gusta. Pero no tengo nada claro que sea gay, así que fin del tema.
—Espera, espera, espera. La última vez que Amanda te insistió, le dijiste que estabas seguro de que no lo era. ¿Ya no eres tan rotundo?
—No lo sé. La noche que me quedé con él hasta tarde preparando nuevas recetas…
—¿Qué? ¿Qué? —me pregunta mi hermano, que de repente parece haber mutado en una especie de adolescente de instituto.
—Joder, Cam. Intenta parecer un tío adulto durante un rato, ¿quieres?
—Sí, cierto. Paso demasiado tiempo con Amanda y con Lucy, me temo. Pero cuenta, cuenta.
—No pasó nada concreto, pero hubo miraditas, roces casuales… No sé explicártelo y ni siquiera tengo muy claro que quiera hacerlo. —Me da la risa y Camden me pasa otra cerveza del pack de seis que ha traído en la mochila. Desde el segundo día en que inauguramos la tradición de los lunes borrachos, los dos decidimos que las motos y el coche mejor se quedaban en casa.
—¿Y qué vas a hacer?
—¿Que qué voy a hacer? Nada, supongo… Es mi jefe, ni siquiera sé si es gay y no pienso mover ficha. Supongo que iré al Castro el próximo fin de semana, a ver si echo un polvo que me quite la calentura.
—Demasiada información, enano. —Cam hace una mueca de asco, yo le respondo con un puñetazo en el hombro y acabamos enzarzados en un amago de pelea en el medio del césped junto al muelle. Cuando un policía se acerca a comprobar qué es lo que está pasando, nos disculpamos repetidamente hasta que conseguimos convencerlo de que no somos dos delincuentes peleando por una cerveza, sino… solo dos hermanos un poco imbéciles.