CAPÍTULO 21
Alfred Hitchcock ofrece su ayuda
Varios días más tarde, Los Tres investigadores visitaron a Alfred Hitchcock en su despacho. El famoso director de cine escuchó atentamente el relato de todo el caso y la salvación de Ian Carew.
—¡Magnífico! —alabó al final—. Habéis realizado una labor profesional. ¡Os felicito!
—Gracias, señor —repuso Júpiter.
—Sí… —asintió el corpulento director de cine, pensativamente—, cada uno ha demostrado una gran destreza y buenas dotes de lógica y observación. En realidad —sus ojillos chispearon con cierta malicia—, diría que en este caso los ayudantes han efectuado un trabajo más hábil que su jefe. ¡Bravo, Bob y Pete!
Pete y Bob sonrieron, y Júpiter se puso de color púrpura. Pete, rápidamente, exhibió el diminuto colmillo de marfil y oro que había sido la pérdida de Anna Lessing.
—Hum… creímos que le gustaría aceptar esto como recuerdo de este caso, señor —murmuró Pete.
El grueso director cogió con gravedad el pendiente.
—Me gusta y lo guardaré junto con otros recuerdos de vuestros casos. Pero ¿qué hay del futuro? ¿Serán debidamente castigados por sus delitos esos extremistas?
—Bueno —sonrió Júpiter con timidez—, la policía podría enviarles a la cárcel por una larga temporada, ya que un secuestro es un delito muy grave.
—En efecto —asintió el director—. ¡Un crimen odioso!
—Sí, señor —concedió Júpiter—, pero en este caso se trató de un secuestro de carácter político, realizado por ciudadanos de otro país. Por tanto, la policía ha decidido deportar a esos bandidos a Nanda, en vez de enviarlos a la cárcel. El gobierno de Nanda ya los castigará como se merecen.
—Ayer hubo elecciones en Nanda —explicó Bob—, y los extremistas quedaron tan desacreditados por el secuestro que sir Roger salió elegido por abrumadora mayoría de votos. Esto significa que sir Roger podrá llevar adelante su plan de conseguir la independencia y un gobierno de mayoría negra.
—Sir Roger aseguró que liberaría a los secuestradores dentro de pocos años —agregó Pete—, si se portan bien y colaboran con la mayoría.
—Una decisión muy prudente —volvió a alabar Alfred Hitchcock—. Su delito fue un ideal mal entendido, y un idea a veces lo justifica todo. Temo que hoy día haya en el mundo demasiados ideales equivocados, particularmente por parte de la juventud, y la única solución es aprender que todo el mundo debe vivir unido en la paz.
—Sí, señor —asintieron los muchachos.
—Entonces, debemos considerar terminado el caso, ¿eh?
—Bueno, tenemos un problema, señor —comentó Pete—. No encontramos título para esta historia. ¿Podría ayudarnos usted?
—Hum… veamos… ¡Ah, sí! Debemos titularlo el Misterio del doble peligroso.
—Buena idea —sonrió Bob—. Ian era el doble de Jupe, y esto fue muy peligroso para él. Casi mortal.
—No, no me refería a esto —replicó Alfred Hitchcock con sus ojos llenos de malicia nuevamente—. Lo más peligroso, lo que sería fatal, lo más horrible, es que hubiera dos Júpiter Jones en este pobre mundo que habitamos. ¡O sea, que eso sería un doble mortal!
El gran director lanzó una sonora carcajada y miró el indignado rostro de Júpiter. Éste se estiró pomposamente.
—Señor —murmuró secamente—, ésta es una broma un poco tonta.
—Sí, lo reconozco y te pido disculpas. Como castigo, accedo a escribir la presentación de este caso.
Todos los muchachos sonrieron y le dieron las gracias al director.
Una vez a solas, Hitchcock, aún sonriendo por su broma, pensó:
«¡Ha sido una broma tonta, sí, pero el título es muy bueno para esta interesante y estremecedora aventura!».
FIN