María y Juan dialogan con Jesús acerca de sus revelaciones
XXXIV 1. Y Jesús, continuando, dijo a sus discípulos: Oíd.
2. Porque voy a hablaros de la gloria de los que pertenecen a las alturas y cómo son; según os he hablado hasta aquí.
3. Cuando yo os conduzca a la región del último fundamento del tesoro de la luz, y cuando yo os conduzca a esas regiones para que veáis la gloria que allí hay, la región del patrimonio de la luz no estará más en vuestro pensamiento que la imagen de la del mundo.
4. Y esto, por la grandeza del último fundamento y de la gran luz que hay allí.
5. Y os hablaré de la gloria del compañero que está encima del compañero menor.
6. Y os hablaré de las regiones que están encima de los compañeros.
7. Nada hay en este mundo con lo que se las pueda comparar, ninguna semejanza que las pueda expresar, ninguna luz, ninguna fuerza que les pueda ser puesta en parangón.
8. Porque no hay medio de explicar en este mundo cómo son las cosas de que os hablo.
9. Y cuando Jesús cesó de hablar, María Magdalena se adelantó.
10. Y le dijo: Señor, no te incomodes contra mí, si yo quiero averiguarlo todo con interés y con celo.
11. Porque es con el fin de que mis hermanos lo anuncien a la raza de los hombres.
12. Y para que los hombres, oyéndolos y creyéndolos, se salven de los rigurosos tormentos que les harían sufrir los malvados archones.
13. Y para que los hombres lleguen al reino de los cielos.
14. Porque nosotros, Señor, no somos solamente misericordiosos para con nosotros mismos.
15. Sino que sentimos misericordia de toda la raza humana y no queremos que sufra tormentos crueles.
16. Y por eso, Señor, nos informamos de todas las cosas con ardor.
17. Para que nuestros hermanos las anuncien a toda la raza de los hombres.
18. Y para que no caigan en las manos de los crueles archones de las tinieblas.
19. Y para que sean preservados del sufrimiento de las tinieblas exteriores.
20. Y cuando Jesús hubo oído las palabras que dijo María, el Salvador manifestó por ella su gran misericordia.
21. Y dijo: Pregunta lo que quieras preguntar, y yo te lo revelará claramente, sin parábola.
22. Y cuando María escuchó las palabras del Salvador, sintió un vivo júbilo y dijo: Señor, ¿cuánto es más grande el segundo antepasado que el primero?
23. ¿Qué distancia los separa y cuánto es más grande su luz?
24. Y Jesús respondió así a María, entre sus discípulos: En verdad, en verdad, os digo que el segundo antepasado está alejado del primero una distancia tal que ninguna medida puede expresarla.
25. Ni según la altura y profundidad, ni según lo ancho y lo largo.
26. Y está alejado a una distancia inmensa, que ninguna medida puede expresar, de los ángeles, los arcángeles y los dioses.
27. Y la superioridad de su luz es tal que ninguna cifra puede computarla.
28. Y el tercero, y el cuarto y el quinto antepasado son, cada uno de ellos, tan superior al otro, que ninguna superioridad puede serles comparada para dar la medida.
29. Y cada uno posee respecto al otro una luz superior en un grado inexpresable.
30. Y cuando Jesús hubo dicho estas frases a sus discípulos, Juan habló a Jesús.
31. Y dijo: Señor y Salvador mío, permíteme que yo hable.
32. No te encolerices contra mí si te pregunto con interés y celo, porque has prometido revelarnos cuanto te preguntemos.
33. No nos ocultes nada, Señor, de las cosas que te preguntemos.
34. Y Jesús, en su gran misericordia, contestó a Juan.
35. Y le dijo: Tú también, querido Juan, eres bienaventurado.
36. Pregunta lo que quieras, y yo te contestará francamente y sin parábolas.
37. Y te instruiré en cuanto me preguntes con fervor y celo.
38. Y Juan dijo a Jesús: Señor, aquel que haya recibido el misterio ¿quedará en el lugar donde está, y no podrá ir a las otras regiones que están sobre él, ni descender a las demás regiones que hay bajo él?