La anuncíación
IX 1. Al día siguiente, mientras María se encontraba en la fuente, llenando su cántaro, un ángel del Señor le apareció, y le dijo: Bienaventurada eres, María, porque has preparado en tu seno un santuario para el Señor. Y he aquí que vendrá una luz del cielo a habitar en ti, y, por ti, irradiará sobre el mundo entero.
2. Y, al tercer día, mientras tejía la púrpura con sus manos, se le presentó un joven de inenarrable belleza. Al verlo, María quedó sobrecogida de temor, y se puso a temblar. Pero el visitante le dijo: No temas, ni tiembles, María, porque has encontrado gracia a los ojos de Dios, y de Sl concebirás un rey, que dominará no sólo en la tierra, sino que también en los cielos, y que prevalecerá por los siglos de los siglos.
X 1. Y, en tanto que ocurría todo esto, José, que era carpintero, estaba en Capernaum, al borde del mar, ocupado en sus trabajos. Y permaneció allí nueve meses. Y, vuelto a su casa, encontró a María encinta. Y todos sus miembros se estremecieron, y, en su desesperación, exclamó: Señor Dios, recibe mi alma, porque más vale morir que vivir. Y las jóvenes que con María estaban le arguyeron: ¿Qué dices, José? Nosotras sabemos que ningún hombre la ha tocado, y que su virginidad continúa íntegra, intacta e inmaculada. Porque ha tenido por guardián a Dios, y ha permanecido siempre orando con nosotras. A diario un ángel conversa con ella, y a diario recibe su alimento de manos de ese ángel. ¿Cómo podría existir un solo pecado en ella? Y, si quieres que te declaremos nuestras sospechas, nadie la ha puesto encinta, si no es el ángel de Dios.
2. Pero José dijo: ¿Por qué queréis embrollarme, haciéndome creer que quien se ha unido a ella es un ángel de Dios? ¿No parece más seguro que un hombre haya fingido ser un ángel de Dios, y la haya engañado? Y, al decir esto, lloraba y exclamaba: ¿Con qué cara me presentaré en el templo del Señor? ¿Cómo osaré mirar a los sacerdotes? ¿Qué haré? Y, mientras hablaba así, pensaba en esconderse, y en abandonarla.