Notas
[1] Para la realización de este coloquio las instituciones organizadoras contaron con la colaboración de la Conselleria de Cultura, Educació i Ciencia de la Generalitat valenciana, la Diputació provincial de Valencia y el Ayuntamiento de la ciudad. <<
[2] Una de las mayores dificultades para llevar a cabo este trabajo es la que nace de la inexistencia de buenas ediciones de los escritos y discursos políticos de los máximos dirigentes del franquismo en los años de la guerra y de la inmediata posguerra. Esto es válido para el propio general Franco, puesto que la compilación póstuma preparada por Agustín del Río Cisneros, Pensamiento político de Franco (antología), Ediciones del Movimiento, Madrid, 1975, 2 vols. (en lo sucesivo se citará simplemente Pensamiento político de Franco), es muy parcial e incompleta. Pero resulta más grave para Mola, cuyas pretendidas Obras completas (Librería Santarén, Valladolid, 1940) sólo contienen un bando y cuatro discursos de la época de la guerra (y nada que se refiera a su preparación), y mucho más, todavía, para el general Queipo de Llano. Se ha prestado, además, insuficiente atención a los libros publicados en los años de la guerra, donde se pueden encontrar análisis y afirmaciones que no se permitiría publicar en años posteriores, cuando había que lavar la cara del régimen para hacerlo aceptable desde el exterior. <<
[3] J. Mata, ¡España! Apuntes histórico-críticos sobre el alzamiento de la patria contra la invasión masónico-bolchevique, Gambón, Zaragoza, 1936, p. 11, n. <<
[4] Luis Suárez Fernández, Francisco Franco y su tiempo, Fundación Nacional Francisco Franco, Madrid, 1984, 8 vols. Sobre este punto, vol. I, pp. 268-269. Las palabras de la carta de adhesión, escrita en francés, las tomo de la fotografía publicada en Tiempo (21 de enero de 1985), página XII del suplemento «Los archivos secretos de Franco», VI. <<
[5] F. Franco, Palabras del Caudillo, 19 abril 1937-31 diciembre 1938, Fe, Barcelona, 1939 (en lo sucesivo se citará Palabras del Caudillo), pp. 259-260, 18 de agosto de 1938. Un texto muy semejante puede encontrarse en la p. 195 del mismo volumen (noviembre de 1937). Altero, cuando resulta necesario, la confusa puntuación de los originales, pero respeto siempre escrupulosamente el texto. <<
[6] Ricardo de la Cierva, Historia de la guerra civil española, t. 1, Perspectivas y antecedentes, 1898-1936, San Martín, Madrid, 1969, pp. 708-709. Tras de lo cual hace las siguientes afirmaciones, que dejo en su misma precaria sintaxis y en su retorcida lógica: «para los nacionales y sus partidarios estos documentos —que el autor denomina “‘documentos secretos’ para el establecimiento de un soviet en España”— tenían la auténtica consideración de artículos de fe, y en calidad de tales influyeron incluso en documentos muy auténticos, como … la carta colectiva del episcopado». <<
[7] M. Morales, La guerra civil en Guipúzcoa. Julio-agosto 1936, Santarén, Valladolid, 1937, p. 31. <<
[8] Julio Gonzalo Soto, Esbozo de una síntesis del ideario de Mola, Hijos de Santiago Rodríguez, Burgos, 1937, p. 53. Tras de lo cual añadía que había que «consolidar la unión del pueblo con el ejército, distanciados hasta el 19 de julio —obsérvese cómo fecha Mola el alzamiento— por las absurdas propagandas de un intelectualismo estúpido». <<
[9] Dionisio Ridruejo, «La Falange y el Caudillo», texto publicado en el Calendario-almanaque para 1940 de la Sección Femenina, preparado por Clarita Stauffer, p. 228. <<
[10] Palabras del Caudillo, p. 200 (noviembre de 1937). Por esos mismos días Franco hacía una sorprendente declaración al periódico japonés Asabi: «Lo que me distrae más es jugar con mis hijos (!). Cuando haya concluido mi misión, me retiraré al campo para vivir tranquilamente la vida de familia» (id., p. 214). Resulta sorprendente que en una segunda edición de Palabras del Caudillo, publicada por Falange, se dejase pasar semejante gazapo, a menos que existan otros «hijos» de Franco de los que no tenemos noticia alguna. Franco causaría en otras ocasiones quebraderos de cabeza a sus entrevistadores. El primero de abril de 1969, en unas declaraciones al director de Arriba, afirmaba que «la Ley Orgánica del Estado establece los cauces para la posible alteración de los Principios Fundamentales». Ante la magnitud del desliz, el periódico hubo de apresurarse a aclarar, a posteriori, que se trataba de un «error mecanográfico», puesto que la «Ley de Principios del Movimiento Nacional», de 17 de mayo de 1958, declaraba solemnemente que los Principios Fundamentales eran «permanentes e inalterables». Lo que se había de entender era que permitía la «alteración de las Leyes Fundamentales». Lo cual no deja de ser pintoresco, puesto que, al fin y al cabo, era una ley fundamental la que decía que los principios, no menos fundamentales, eran inalterables. (Discursos y mensajes del Jefe del Estado, 1968-1970, Publicaciones españolas, Madrid, 1971, pp. 72-80). Para percatarse de cuán poco serio era todo esto, véase J. L. de Arrese, Una etapa constituyente, Planeta, Barcelona, 1982. <<
[11] E. Pía y Deniel, Escritos pastorales, II, Acción Católica Española, Madrid, 1949, p. 124 (carta pastoral de 30 de septiembre de 1936). <<
[12] José María Pemán, Arengas y crónicas de guerra, Cerón, Cádiz, 1937, pp. 94-95. <<
[13] Lo peor del caso es que Franco tenía unas concepciones históricas propias. Recuérdese que en 1943 exponía al subsecretario del ministerio de Asuntos Exteriores, Pan de Soraluce, su «prototipo bienal teórico», según el cual la segunda guerra mundial se desenvolvía por períodos bienales. En el primero triunfó Alemania, en el segundo bienio se estaban imponiendo los aliados, y ahora quedaba un tercer y definitivo bienio de victoria germana (José M.ª Gil Robles, La monarquía por la que yo luché, Taurus, Madrid, 1976, p. 70). <<
[14] Pensamiento político de Franco, I, p. 80 (texto de 1950), y I, p. 91 (de 1967). <<
[15] Texto reproducido en Alfredo Kindelán, La verdad de mis relaciones con Franco, ed. de V. Salmador, Planeta, Barcelona, 1981, pp. 41-46. La carta está fechada el 12 de mayo de 1942. Obsérvese la curiosa pareja que Franco forma entre Carlos Quinto y Cisneros, que revela lo precario de los conocimientos históricos del general, pese a sus aficiones de teorizador. También se puede advertir la debilidad de su sintaxis, lo que no impediría que los turiferarios de turno le proclamasen «literato insigne» y «escritor fundamental del siglo XX» (Carlos Fernández, El general Franco, Argos-Vergara, Barcelona, 1983, pp. 311-324). Las fotografías de textos manuscritos de Franco publicadas por la revista Tiempo en la serie «Los archivos secretos de Franco» muestran que la mano de un corrector trataba de poner orden y concierto gramaticales en los originales del Caudillo. <<
[16] Pensamiento político de Franco, I, p. 93. <<
[17] Kindelán, La verdad de mis relaciones con Franco, pp. 37-41. Si hay que suponer sentido común en el autor de este texto, lo de «la demografía» debería ser una mala lectura del transcriptor por «la democracia». Si la lectura es correcta, habrá que entenderla a la luz de esta otra afirmación contenida en la propia carta: «liberado yo del prejuicio liberal-democrático de la masa, no creo que la verdad gane en calidad al alcanzar mayoría de sufragios». <<
[18] Sobre los aspectos generales de este tema remito al excelente libro de Alberto Reig Tapia, Ideología e historia. (Sobre la represión franquista y la guerra civil), Akal, Madrid, 1984. <<
[19] Joan Peiró, Perill a la reraguarda, Llibertat, Mataró, 1936, p. XXIII. El libro, que recopila artículos publicados en la prensa durante los primeros meses de la guerra civil, contiene muchas más manifestaciones del mismo signo. La traducción al castellano de este fragmento es mía. <<
[20] Francesc Bonamusa, «L’administració de justicia a Catalunya, setembre-desembre 1936», en Recerques, 4 (1974), pp. 191-222; E. Barriobero, Un tribunal revolucionario, Librería Aviñó, Barcelona, 1937. <<
[21] J. M.B Iribarren, Con el general Mola. Escenas y aspectos inéditos de la guerra civil, Librería General, Zaragoza, 1937, p. 33. Sobre la curiosa historia de este libro, prohibido y retirado a poco de su publicación, véase lo que cuenta Vicente Cacho Viu en «Los escritos de José María Iribarren, secretario de Mola en 1936», en Cuadernos de historia moderna y contemporánea, 5 (1984), pp. 241-250. <<
[22] José del Castillo y Santiago Álvarez, Barcelona, objetivo cubierto, Timón, Barcelona, 1958, pp. 153-154. También este libro fue, al parecer, prohibido y retirado de las librerías. <<
[23] Bandos y órdenes dictados por el Excmo. Señor D. Gonzalo Queipo de Llano y Sierra, Imp. Municipal, Sevilla, 1937, pp. 7-9. <<
[24] Id., p. 11. <<
[25] Parece que sí se cumplían, según se deduce de los numerosos testimonios publicados, desde los que aparecieron en los años de la guerra —como Antonio Bahamonde, Un año con Queipo, Ediciones Españolas, Barcelona, 1938, pp. 89-136; Francisco González Ruiz, Jo he cregut en franco, Forja, Barcelona, 1938, o Jean Alloucherie, Noches de Sevilla, Europa-América, s. a., Barcelona— hasta el de José M.ª Varela Rendueles, Rebelión en Sevilla, Ayuntamiento, Sevilla, 1982. <<
[26] C. Martínez, Excitación a la rebelión, Imprenta Lozano, Burgos, 1939, p. 53 (el libro lleva un prólogo laudatorio del auditor de la VI región militar). <<
[27] Documento del archivo privado de J. Milicua, quien me ha facilitado su consulta, así como la del texto complementario que cito. <<
[28] Las estimaciones iban variando, según puede deducirse de las siguientes citas, tomadas de Palabras del Caudillo: en julio de 1937 eran «más de 400 000 personas asesinadas en el campo rojo» (p. 147); en agosto se habían reducido a «350 000 inocentes, asesinados en pueblos y ciudades» (p. 184); en julio de 1938 habían aumentado: «los asesinados en la zona roja hasta hoy se calculan, por los datos recogidos, que pasan de 470 000» (p. 256), y en diciembre del mismo año eran «medio millón de seres inocentes asesinados» (p. 293). <<
[29] «En el campo nacional las defunciones que no son consecuencia de la campaña se registran escrupulosamente con arreglo a los preceptos legales —se le olvidaba decir que los “preceptos legales” ordenaban, como se ha visto, que no se registrasen “escrupulosamente”— y tan sólo se han dictado por los tribunales unas seis mil penas de muerte, mil quinientas de las cuales han sido conmutadas o condonadas». Palabras del Caudillo, pp. 147-148 (texto de julio de 1937). <<
[30] Ramón Salas Larrazábal, Pérdidas de la guerra, Planeta, Barcelona, 1977, pp. 359-395. Sus pretensiones de «exactitud» quedarían reafirmadas en el título de un libro posterior: Los datos exactos de la guerra civil, Rioduero, Madrid, 1980. <<
[31] Josep M.ª Solé i Sabaté, La repressió franquista a Catalunya, 1938-1933, Edicions 62, Barcelona, 1985, pp. 111-112. <<
[32] Francisco Moreno Gómez, La guerra civil en Córdoba, 1936-1939, Alpuerto, Madrid, 1985, p. 707. <<
[33] Antonio Hernández García, La represión en la Rioja durante la guerra civil, edición del autor, Logroño, 1984, 3 vols., p. 16. El propio autor afirma que «en la provincia de Soria, Salas Larrazábal cita 82 ejecuciones, cuando el número de las mismas se aproximó a las trescientas» (ibid., nota). <<
[34] Colectivo Afán, ¡No, general!, fueron más de tres mil los asesinados, Mintzoa, Pamplona, 1984. Las cifras las obtengo de la suma de las dadas en lus pp. 47-50. <<
[35] La lista de los fusilados de Paterna ha aparecido en el suplemento especial que la revista valenciana El temps ha dedicado, el 25 de noviembre de 1985, a este tema, con el título de «Mort a Paterna, 1939-1956». <<
[36] Pedro Castellanos, Policía integral o policía nacional-sindicalista, Imprenta Católica, Valladolid, 1939, p. 30. <<
[37] Luis Suárez, Francisco Franco y su tiempo, III, pp. 55-56. <<
[38] Así se autodenominaba en noviembre de 1938 (Palabras del Caudillo, p. 275). <<
[39] Ramón Soriano, La mano izquierda de Franco, Planeta. Barcelona, 1981, pp. 61-62; Suárez, Francisco Franco y su tiempo, III, pp. 47-48. <<
[40] Esta conversación con Calvo Sotelo tuvo lugar en Gijón. Al ministro de Hacienda de la dictadura, que veía cómo estaban disminuyendo las reservas españolas sin que fuera posible contener la caída de la peseta, había de hacerle poca gracia el ejemplo que le ponía Franco: «Supóngase que ahora llega el gobernador del Banco de España y en un aparte le dice: “Señor ministro, nos hemos dado cuenta de que el oro que tenemos en el Banco de España no es tal oro, sino pedruscos”». La idea venía a ser que eso no tendría importancia alguna, mientras no se enterase nadie: «Al día siguiente verían que no había pasado nada, ni al otro… y pronto se les pasaría el disgusto». Soriano, La mano izquierda de Franco, pp. 154-155. <<
[41] Luis Suárez, Francisco Franco y su tiempo, II, p. 423. <<
[42] Francisco Javier Conde, Contribución a la doctrina del caudillaje, Vicesecretaría de Educación Popular, Madrid, 1942, p. 27. <<
[43] Francisco Franco Salgado-Araujo, Mis conversaciones privadas con Franco, Planeta, Barcelona, 1976, p. 67. <<
[44] Pensamiento político de Franco, T, p. 82 (10 junio 1937). <<
[45] F. Franco Salgado-Araujo, Mis conversaciones privadas, pp. 203, 228, 338, etc. Lo de los curas, en Soriano, La mano izquierda de Franco, p. 121. <<
[46] Palabras del Caudillo, p. 184. <<
[47] Transcrita en Spes, El porqué del movimiento nacional, Spes, Salamanca, 1937, pp. 95-97. <<
[48] Palabras del Caudillo, p. 263 (18 de agosto de 1938). <<
[49] Palabras del Caudillo, pp. 309-310 (31 diciembre 1938). <<
[50] Universidad de Barcelona, Aspectos y problemas de la nueva organización de España, Barcelona, 1939, pp. 279-320 (las citas concretas de pp. 281 y 320). En el mismo ciclo de conferencias, Luis Bermejo hablaba del problema de los carburantes y, después de una larga exposición técnica, que no acababa de resultar concluyente, solucionaba el problema diciendo que «España, minada por el cáncer político, hasta antes de la guerra no hizo nada absolutamente», y que ahora, sin «cáncer político», lo podría resolver todo (p. 252). <<
[51] Ramón Garriga, Las relaciones secretas entre Franco y Hitler, Jorge Álvarez, Buenos Aires, 1965, p. 25. <<
[52] L. Suárez, Francisco Franco y su tiempo, III, p. 45. <<
[53] «El problema económico fundamental español estriba en regularizar ciertos ríos y regar millón y medio de hectáreas, que hoy son secano apenas productivo. Ello aumentará la renta nacional en varios miles de millones de pesetas por año; dará medios holgados a 150 000 familias más; consentirá el crecimiento demográfico; ofrecerá ancha base de consumo a las industrias periféricas … No hay otro horizonte, ni cabe otra orientación». José Calvo Sotelo, En defensa propia, San Martín, Madrid, 1932, p. 74. <<
[54] L. Suárez, Francisco Franco y su tiempo, III, p. 63. <<
[55] Ibid., p. 54. <<
[56] Manuel Vázquez Montalbán, Los demonios familiares de Franco, Dopesa, Barcelona, 1978, p. 234. <<
[57] Garriga, Las relaciones secretas, p. 27; M. Vázquez Montalbán, El pequeño libro pardo del general, Ruedo Ibérico, París, 1972, pp. 143-144. <<
[58] Heleno Saña, El franquismo sin mitos. Conversaciones con Serrano Súñer, Grijalbo, Barcelona, 1982, pp. 146-147. Estas líneas necesitan de alguna aclaración. Arrese, casado con una prima de José Antonio, había pasado una breve etapa en la cárcel, por haber conspirado con los hedillistas. Más adelante, Serrano Súñer consiguió que Franco le diese el gobierno civil de Málaga, como un gesto de conciliación hacia los sectores falangistas más intransigentes; pero se volvió a rumorear que conspiraba y Franco estuvo a punto de volver a mandarle a la cárcel, en lo que le contuvo Serrano, que le aconsejó que le llamara, le explicase los cargos que contra él se hacían y le permitiera justificarse. Pasaron unos días y, al preguntar Serrano a su cuñado qué había sucedido con Arrese, el Caudillo le contestó: «Pues mira, verdaderamente hice bien en seguir tu consejo, porque me ha hablado de unas casas baratas que ha hecho en Málaga y de unas ideas que tiene en materia alimentaria: aliviar el problema del hambre con bocadillos de carne de delfín. Total, que como pienso que lleva ya tantos meses vacante la Secretaría General de la Falange, le voy a nombrar a él ministro». Como se ve, la relación entre los bocadillos de delfín y la promoción al ministerio fue directa e inmediata. <<
[59] Discursos y mensajes 1968-1970, p. 131. <<
[60] Pensamiento político de Franco, I, p. 84. <<
[61] Véase, en este mismo volumen, J. L. García Delgado, «Estancamiento industrial e intervencionismo económico durante el primer franquismo». Además, Albert Carreras, «La producción industrial española, 1842-1981: construcción de un índice anual», en Revista de historia económica, II (1984), n.º 1, pp. 127-157. <<
[62] La comparación de unas cifras elementales pueden mostrar que no existe una relación directa entre el volumen de la ayuda americana recibida y las tasas de crecimiento económico alcanzadas:
[63] Pensamiento político de Franco, II, p. 529 (20 de junio 1950). <<
[64] José Antonio Girón, Escritos y discursos, Vicesecretaría de Educación Popular, Madrid, 1943, p. 109. Girón planteaba una tercera opción que no he tenido en cuenta, porque lo que me interesa es cuanto se refiere a la elevación general del nivel de vida de los trabajadores: promover la diferenciación de los salarios para estimular la productividad. Lo que, dicho en lenguaje gironiano, suena así: «Confección de una reglamentación unitaria de trabajo que, sin embargo, conservara una flexibilidad de categorías conducentes a despertar el viejo estímulo que hoy requiere el elemento humano de trabajo, principal preocupación de Falange». <<
[65] Higinio Paris Eguilaz, Diez años de política económica en España, 1939-1949, s. e., Madrid, 1949, pp. 175-191. El problema a que se enfrentaba Paris Eguilaz era que, de acuerdo con las cifras oficiales publicadas por el Instituto Nacional de Estadística, los salarios reales de 1948 representaban de un 40 a un 50 por 100 de los de 1936. Paris argumentaba que esta diferencia nacía de comparar los salarios base, cuando los de 1948 habían de incrementarse con todas las demás partidas que pagaba el patrono: seguros, subsidios, cuota sindical, pluses, etc. Su preocupación era que, de ser verdad lo que mostraban las cifras oficiales, los salarios habrían descendido desde 1936 más que la renta nacional, «lo cual indicaría una mayor desigualdad en la distribución». Procedía por ello a efectuar una comprobación sobre los de Vizcaya, comparando los salarios totales de 1948 —pese a que contenían partidas que tenían tan poco que ver con el nivel de vida del asalariado como la cuota sindical— con los de 1936, y obtenía como resultado que una categoría, la de los ayudantes de ebanistas, salía bastante favorecida en 1948; otras dos —los ebanistas y los mineros (tipo medio)— venían a quedar por el estilo, mientras que todas las demás —que incluían nada menos que a los metalúrgicos, albañiles, etcétera— cobraban tan sólo de un 64 a un 84 por 100 de los salarios de 1936. Paris afirmaba que desde 1949 las estadísticas salariales españolas serían más exactas. Lo que les sucedió fue que muy pronto dejaron de aparecer en los Anuarios del I. N. E. Un excelente estudio que confirma el empeoramiento en el nivel de vida de los trabajadores es el de Carme Molinero y Pere Ysàs, «Patria, Justicia y Pan». Nivell de vida i condicions de treball a Catalunya. 1939-1951, La Magrana, Barcelona, 1985. <<
[66] Pensamiento político de Franco, II, p. 573-574. La enumeración comienza: «grandes saltos de agua, multiplicadores de nuestra energía hidroeléctrica; grandiosas centrales térmicas, con producciones ingentes de electricidad, insospechadas en toda nuestra historia eléctrica, energía que representa un río perenne de dio para nuestra economía; regadíos de grandes y pequeñas zonas que, aumentando considerablemente nuestra producción, son base de colonización y de magníficas realizaciones sociales en el área de nuestras sufridas clases campesinas», etc. <<
[67] Elaboración propia sobre las cifras dadas en Manuel Díaz Marta, Las obras hidráulicas en España, Editores Mexicanos Unidos, México, 1969, pp. 45 y 62-64. Díaz Marta había trabajado en las obras para riego y producción hidroeléctrica de la república española; exiliado en 1939, fue catedrático en la facultad de Ingeniería de Veracruz y asesor de obras hidráulicas en México, Argentina, Polonia, Senegal, etc. Su libro aparecía prologado por Manuel Torres Campaña, exdelegado ejecutivo del complejo «Canales del Lozoya». Se trata, por consiguiente, de un libro serio, donde se hace una severa crítica de las obras hidráulicas del franquismo posterior —en el primero, como se ve, no había ni siquiera obras que criticar— y, en especial, del trasvase Tajo-Segura. <<
[68] Pensamiento político de Franco, II, p. 577 (mensaje de fin de año de 1952). Franco insistía en sus tópicos de siempre: «victorias y triunfos que no se hubiera atrevido a intentar siquiera aquella vieja política de componendas electorales, de imprevisiones delictivas y de aliento desmedrado que, con monarquía o república, en las alternativas liberales o absolutistas, con derechas o izquierdas, labraron la pobreza y la postergación de España». Como se ve, Franco ponía en el mismo saco desde la república con gobiernos de izquierdas hasta la vieja monarquía absoluta. Por eso necesitaba retroceder hasta el siglo XVI, y por eso no podía encontrar satisfactoria ni siquiera la instauración del carlismo, demasiado moderno para sus gustos. Lo que sí era cierto es que los protagonistas de la vieja política, de Felipe II para acá, no se hubieran atrevido a proclamar tales «victorias» en una situación como la de la España de 1952. <<
[69] Las cifras de la evolución real han sido tomadas de «Una revisión urgente de la serie de renta nacional española en el siglo XX», por Julio Alcaide, en Datos básicos para la historia financiera de España, 1850-1975, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, 1976, I, pp. 1125-1150. Los de la hipótesis alternativa han sido construidos sobre la base de suponer que para el período 1930-1950 se habrían mantenido las mismas tasas de crecimiento registradas entre 1900 y 1930, y que a partir de 1950, con el estímulo del crecimiento europeo, habría habido las mismas tasas que se dieron efectivamente en España (las mismas de la evolución real). Si esta suposición puede parecer discutible por el hecho de que las tasas de crecimiento reales se obtuvieron a partir de unas cifras iniciales mucho más bajas, hay que tener en cuenta dos consideraciones que permiten argumentar en sentido contrario: 1) que, al fin y al cabo, tasas de crecimiento del 5 por 100 anual eran semejantes a las que se estaban dando, como media, en la Comunidad Económica Europea; 2) que, como se ha señalado antes, una España sin el obstáculo político del franquismo se hubiera beneficiado en mayor medida de su asociación a Europa. <<