Estas veinte clases dictadas por Adorno en 1958 conforman una auténtica presentación del pensar dialéctico. El concepto de dialéctica solo habrá de repensarse a partir de Hegel, su mayor representante, asegura Adorno, y estas lecciones lo reafirman. Pero si bien comienzan bajo el signo de Hegel, se desarrollan en una progresiva crítica, que también se leerá ocho años más tarde en la Dialéctica negativa. Introducción a la dialéctica ofrece así un recorrido por los ejes del trabajo de Adorno de esos años: la dialéctica como un modo de dar cuenta de lo no-idéntico en el pensamiento, el enfrentamiento con el positivismo y la ontología, la totalidad que hay que negar por ser agente del sistema y espejo de la totalidad social, la desarticulación de toda posibilidad de una filosofía primera, la denuncia del pensamiento lógico y deductivo, con la invaluable ventaja que conlleva para el lector un texto basado en la oralidad. Como señala Mariana Dimópulos en su prólogo, este libro muestra, una vez más, que pensar la dialéctica y pensar dialécticamente están unidos; introducir a la dialéctica es hacer dialéctica y es entonces cuando estas clases pasan a formar parte indudable de la obra de Adorno.