CAPÍTULO 21
Angharad se sentó junto a Bran en su taburete. Pulsó una cuerda del arpa y la silenció con la palma de la mano. Cerrando los ojos, ladeó la cabeza, como sí escuchara una voz que él no podía oír. Bran contempló su sombra proyectada en las paredes de la cueva, titilando suavemente bajo la luz del fuego mientras mecía el arpa en su pecho y empezaba a pulsar la cuerda más grave; dejando fluir suavemente una dulce, rica, sonora melodía en el silencio de la cueva.
Angharad empezó a cantar. Un débil susurro de aliento exhalado que cobraba fuerza hasta convertirse en un gemido inarticulado que surgía de lo más profundo de su garganta. Pulsó la nota con mayor rapidez y el gemido se convirtió en un grito. El grito, se convirtió en una palabra, y la palabra en un nombre: Rhi Bran.
Bran la oyó y el vello de los brazos se le erizó.
Una y otra vez Angharad invocó el nombre y Bran sintió que el corazón se le aceleraba. Rhi Bran. Rey Cuervo. Su propio nombre y su título legítimo, pero bajo una nueva luz, intensa, casi amenazadora.
Los dedos de Angharad arrancaban la melodía del arpa y su voz se elevaba para encontrarla, y la leyenda del Rey Cuervo empezó. Esto es lo que cantó:
— "En el Tiempo Antiguo, cuando el rocío de la Creación aún estaba fresco, Bran Bendigedig abrió los ojos a este mundo.
Era un hermoso muchacho, y creció hasta convertirse en un apuesto joven, conocido entre su gente por su coraje y valor. Y su valor era tal, que sólo era superado por su virtud, que sólo era superada por su sabiduría, que a su vez, sólo era superada por su honestidad. Bran el Bendito lo llamaban, y nadie que lo viera dudaba de que si jamás había habido un hombre tocado por el Altísimo y que hubiera recibido todas las bendiciones en abundancia, era él. Así, poseía todo lo necesario para una vida de absoluta alegría y deleite, excepto una cosa. Una única bendición se le escapaba, y era la serenidad.
"E1 corazón de Bran Bendigedig no conocía el descanso, sumido en una búsqueda sin fin y sin resultados; porque saber qué podía satisfacer su inquieto corazón era un conocimiento mucho más oculto que una sola gota de agua en medio de todos los océanos del mundo. Y la conciencia de esa falta creció hasta convertirse en un fuego intenso en su interior que le quemaba los huesos y llenaba su boca con el sabor de las cenizas.
"Un día, cuando ya no pudo soportar su infelicidad, se puso sus mejores botas, besó a su madre, se despidió de su padre y echó a andar. 'No pararé hasta que haya encontrado aquello que satisfaga a mi inquieto corazón y calme el ansia de mi alma.'
"Así, empezó un viaje a través de las más diversas tierras, reinos y dominios. Y al cabo de siete años, llegó a unas lejanas costas y vio un estrecho en el mar, y al otro lado de las aguas se alzaba la más hermosa isla que él o cualquier otro ser humano hubiera visto jamás. Sus blancos riscos refulgían bajo la luz del sol poniente, como una muralla de oro pálido, y las alondras surcaban los cielos por encima de las verdes colinas, llenando de trinos la suave brisa del atardecer. No quería otra cosa más que ir a la isla sin demora, pero la noche ya se cernía sobre él y sabía que no alcanzaría la otra orilla a tiempo, así que acampó para pasar la noche en la playa, pues decidió intentar cruzar el estrecho con la luz de la mañana.
"Incapaz de dormir, permaneció tendido en la playa toda la noche, escuchando el oleaje rompiendo sobre las rocas, sintiendo que su corazón iba a estallar. Cuando salió el sol, se levantó y contempló la esplendorosa isla que se alzaba ante él, en medio del argénteo mar. Entonces, mientras el sol naciente bañaba los riscos, y los hacía resplandecer de un modo tal que deslumbraban, Bran emprendió su camino. Allí se alzaba Bran en toda su estatura, pero antes de llegar al agua se detuvo, y entonces creció hasta que su cabeza rozó las nubes, con lo que pudo adentrarse caminando en el mar, que sólo le llegaba a la altura del cinto. Llegó a la orilla opuesta en nueve grandes zancadas, y salió del agua con su estatura normal.
"Abrió los brazos hacia el sol, y mientras esperaba que sus brillantes rayos secaran sus ropas, oyó la música más maravillosa que jamás había oído, se dio la vuelta y vio a una dama sobre un caballo blanco como la leche, que se acercaba desde la lejanía. La música surgía de una flauta que la dama tocaba mientras galopaba junto al agua, bajo la dulce y meliflua luz del alba. Sus cabellos brillaban como el fuego, y su piel era suave y tersa. Sus miembros eran hermosos y bien formados; su vestido, de satén amarillo ribeteado de azul, y sus ojos eran verdes como la hierba fresca o las manzanas en verano.
"A1 acercarse, vio a Bran, solo, en la playa y dejó de tocar:
"-Os doy la bienvenida, sir -le dijo. Su voz era tan suave y melodiosa que enterneció a Bran en lo más hondo de su corazón-. ¿Cuál es vuestro nombre?
"-Soy Bran Bendigedig -dijo-. Soy extranjero en estas tierras.
"-Pero sois bienvenido -dijo la dama-. Veo que la visión de esta hermosa isla os ha encantado.
"-Así es -confesó Bran-. Pero no menos que contemplaros a vos, milady. Que muera como un mentiroso si alguna vez presumo de haber visto un rostro más hermoso en el mundo entero. ¿Cuál es vuestro nombre?
"-Ojalá me hubierais preguntado otra cosa -le contestó con tristeza-. Pues me hallo bajo un fuerte geas que me impide revelar mi nombre hasta el día en que Albión sea liberada.
"-Si eso es lo que os lo impide, no os preocupéis -contestó Bran audazmente, pues en el momento en que ella dijo esas primeras palabras, supo sin ninguna duda que lo que permitiría descansar a su corazón era el nombre de la dama que tenía ante él. Sólo conocer su nombre, y al conocerlo, poseerlo, y al poseerlo, tenerla a su lado para siempre. Si se convertía en su esposa, su corazón encontraría la paz, finalmente-. Sólo decidme quién o qué es Albión -dijo Bran-, y yo conseguiré liberarla antes de que el sol haya acabado su curso.
"-Ojalá me hubierais prometido otra cosa -le dijo la dama-. Albión es el nombre de este lugar, la isla más hermosa jamás conocida. Hace diez años, una plaga llegó a estas costas, una plaga que ahora devasta la isla. Cada mañana vengo a esta playa, cuando no es de día ni de noche, con la esperanza de encontrar a alguien que pueda romper la maldición que mantiene a Albión esclavizada.
"-Hoy vuestra búsqueda ha finalizado -respondió Bran, cada vez más enardecido-. Sólo decidme qué he de hacer, y lo haré.
"-Aunque vuestro espíritu sea audaz y vuestra mano fuerte, la liberación de Albión requerirá más que eso. Muchos grandes hombres lo han intentado, pero nadie lo ha conseguido, pues la plaga no es una enfermedad o una afección ordinaria. Es un encantamiento maligno, que se ha encarnado en una raza de gigantes cuya poderosa fuerza causa tal caos y devastación que mi corazón se estremece con sólo mencionarlo.
"-Nada temáis, noble dama -dijo Bran-. El Todopoderoso, en su sabiduría sin límite, me ha otorgado todos los dones y puedo cumplir a la perfección todo aquello que me proponga.
"A1 oír esto, la dama sonrió y ¡ay! su sonrisa era incluso más radiante que la luz del sol sobre los refulgentes riscos.
"-El día en que liberéis Albión, os daré mi nombre y mucho más, sólo con que me lo pidáis.
"-Entonces os aseguro -respondió Bran-, que ese mismo día regresaré para pediros vuestra mano y más; os pediré también vuestro corazón. -La dama inclinó su torneado cuello, asintiendo, y entonces le explicó qué debía hacer para liberar a Albión del hechizo maligno y romper el geas que la tenía sometida.
"Bran el Bendito escuchó con atención todo lo que le dijo. Entonces, despidiéndose de ella, se puso en camino. Llegó a un río, que la dama le había dicho que encontraría, y lo siguió hasta el centro de la isla. Anduvo durante tres días y tres noches, parando sólo de vez en cuando para beber de las cristalinas aguas del río, porque su corazón ardía en su interior con el pensamiento de esposarse con la dama más hermosa que había en el mundo.
"Cuando el sol salió en el cuarto día, llegó a un enorme y sombrío bosque: el bosque del que procedían todos los demás bosques del mundo. Entró en la foresta y, tal como la dama le había dicho, tras andar tres días más, llegó a un claro donde se cruzaban dos caminos. Avanzó hasta el centro de la encrucijada y se sentó a esperar. Al cabo de un tiempo oyó a alguien aproximándose, alzó la vista y vio a un anciano con una gran barba blanca que andaba cojeando hacia él. El hombre estaba muy encorvado a causa de los pesados haces de ramas que cargaba, tan encorvado estaba que su barba rozaba el suelo.
"A1 ver a ese hombre, al que la dama le había dicho que esperara, Bran se levantó y lo saludó:
"-¡Estás aquí! Verás ante ti un hombre de bien que te hablará.
"-Y tú verás ante ti un hombre que una vez fue rey en su propio país -respondió el hombre-. Un poco de respeto no te vendría mal.
"-Perdonadme, mi señor -respondió Bran-. ¿Puedo acercarme y hablaros?
"-Puedes acercarte, puesto que no puedo prohibírtelo -contestó el anciano. Sin embargo, hizo que Bran se acercara-. ¿Cuál es tu nombre? -preguntó el anciano.
"-Soy Bran Bendigedig -contestó-. He venido a liberar a Albión de la plaga que la aflige.
"-Eso es demasiado para ti -dijo el encorvado anciano, doblándose aún más bajo su carga de leña-. Muchos buenos hombres han intentado romper el hechizo; y tantos como lo han intentando, tantos han fracasado.
"-Sea como decís -admitió Bran-, pero dudo que haya dos hombres como yo en el mundo entero. Si hay otro, nunca he oído hablar de él. -Y explicó cómo había encontrado a la noble dama en la playa y se había propuesto ganar su mano.
"-Creo que eres un hombre audaz, y quizá un hombre afortunado -dijo el noble anciano-. Pero aunque fueras un ejército de hombres resueltos y valerosos, también fracasarías. El encantamiento que pesa sobre Albión no puede ser roto salvo por una cosa, una única cosa.
"-¿Y cuál es esa cosa? -preguntó Bran-. Decídmelo, y entonces apartaos y mirad lo que hago.
"-No soy yo quien debe decirlo -respondió el antiguo rey.
"Señalando el camino que se adentraba en el bosque, el anciano dijo:
"-Sigue el camino hasta que llegues a un gran bosque, y continúa hasta que llegues a un calvero en el centro de la espesura. Lo reconocerás por un montículo que está en el centro del claro. En el centro del montículo hay una columna, y al pie de la columna encontrarás una fuente. Junto a la fuente hay una losa de mármol, y sobre la losa encontrarás una copa de plata prendida de una cadena para que nadie pueda robarla. Sumerge la copa en el agua de la fuente y viértela sobre el mármol. Entonces, quédate a un lado y espera. Sé paciente y se te revelará lo que debes hacer.
"Bran le dio las gracias al hombre y siguió andando por el sendero del bosque. Al cabo de un rato empezó a ver signos de devastación, tal y como la noble dama le había advertido: casas quemadas; campos pisoteados; colinas excavadas; ríos desviados de sus cursos naturales; árboles enteros arrancados, vueltos del revés y plantados de nuevo, con las raíces arriba y las ramas abajo. Por todas partes había cuerpos mutilados de animales; sus miembros habían sido desgarrados y sus cuerpos partidos en dos. En el este ardía un gran fuego que devoraba las altas colinas boscosas y tapaba el sol, oscureciendo el cielo con el humo.
"Bran vio esta destrucción atroz y se preguntó quién podría haber hecho tal cosa. Y su corazón palpitó con fuerza, lleno de ira y de lástima por la tierra arrasada.
"Siguió con su camino, andando entre una desolación tan terrible que sus ojos se llenaron de lágrimas al pensar en todo lo que había sido tan cruelmente destruido. Al cabo de dos días llegó al claro en el centro del bosque. Allí, como el anciano le había dicho, encontró un enorme montículo, y en el centro de ese montículo se alzaba una alta y esbelta columna. Bran ascendió por el montículo hasta que llegó ante la columna; allí, a sus pies, vio una fuente cristalina y, junto a ella, una losa de mármol con la copa de plata unida a una gruesa cadena. Se hincó de rodillas, hundió la copa en el agua de la fuente, la llenó y luego vertió el agua sobre la pálida piedra.
"En ese mismo instante, se oyó un trueno tan fuerte que el suelo tembló, el viento sopló con una furia inusual y del cielo cayó granizo. Con tal furia cayó, que Bran pensó que le atravesaría la piel y la carne hasta romperle los huesos. Se acercó a la columna y se pegó a ella, buscando protección. Se cubrió la cabeza con los brazos y resistió la acometida lo mejor que pudo.
"Poco después, el granizo y el viento amainaron y el sonido del trueno se fue debilitando. Entonces oyó un chirrido, como el de la rueda del molino cuando aplasta el duro grano. Miró y vio una grieta abierta en el suelo y un vapor amarillo surgiendo del agujero, como un aliento pestilente. Entre los vapores amarillos apareció una mujer tan vieja y tan decrépita que parecía un montón de ramas envueltas en un trozo de cuero seco.
"Su pelo era una andrajosa maraña de hojas, briznas, musgo, plumas y guano; su boca era una blanda grieta en la parte inferior del rostro, en la que se veía un único y pútrido diente; sus vestiduras eran un sucio harapo tan raído que parecía una telaraña, y tan pequeño que sus marchitos pechos asomaban por un extremo y sus escuálidos muslos por el otro. Su cara era más una calavera que un rostro, sus ojos estaban profundamente hundidos en las cuencas, donde relucían como dos piedras brillantes.
"Bran apenas la miró, antes de apartarse, tragándose su disgusto al verla avanzar hacia él.
"-¡Eh, tú! -gritó ella, y su voz sonó como una cáscara seca al partirse-. ¿Sabes lo que has hecho? ¿Tienes idea?
"Protegiéndose los ojos con la mano, Bran le ofreció una sonrisa forzada y respondió:
"-He hecho aquello que se me ha pedido. Nada más.
"-Oh, ¿eso es lo que has hecho? -inquirió la bruja-. Por todos los cielos que pronto desearás no haberlo hecho.
"-Mujer -exclamó Bran-. ¡Ya lo estoy deseando!
"-Dime tu nombre y qué es lo que quieres -dijo la mujer-, y veré si puedo ofrecerte alguna ayuda.
"-Soy Bran Bendigedig, y he venido a romper el vil encantamiento que devasta Albión.
"-No te he preguntado por qué has venido -le espetó la vieja bruja con una risotada-. He preguntado qué es lo que quieres.
"-Nací con un corazón anhelante que nunca ha de ser satisfecho, pero eso no es de tu incumbencia -le respondió Bran.
"-¡Silencio! -chilló la mujer, con una voz tan fuerte que Bran se tapó las orejas con las manos para no quedarse sordo-. El respeto es un tesoro valioso que no cuesta nada. Si pudieras contener tu lengua, verías que puedes aprender a ser cortés.
"Perdóname -balbuceó Bran-. No era mi intención ofenderte. Si he hablado rudamente, ha sido simplemente por impaciencia. Verás, he encontrado una noble dama que es todo el deseo de mi corazón, y me he propuesto ganarla, si puedo. Para hacerlo, le he prometido librar a Albión de la plaga que causa tales estragos en ésta, la más maravillosa de las islas.
"La espantosa vieja acercó su cara a la de Bran. Tan cerca estaba, que Bran podía percibir la fetidez que emanaba y tuvo que taparse la nariz. Ella entornó los ojos, tal era la intensidad de su escrutinio.
"-¿Es eso verdaderamente lo que te ocupa?
"-Eso es -respondió Bran-. Si puedes ayudarme, estaré en deuda contigo. Si no, dime quién puede hacerlo y no te molestaré más.
"-Pides mi ayuda -dijo la anciana-, y aunque tú quizá no lo sepas, no podrías habérselo pedido a una criatura más apropiada en todo el mundo, pues ayuda es lo que recibirás, aunque tendrá un coste.
"-Así es como son siempre las cosas -suspiró Bran-. ¿Cuál es el precio?
"-Te diré cómo romper el malvado hechizo que oprime a Albión, y espero que triunfes, porque si no lo haces, Albión está perdida y pronto será una tierra baldía.
"-¿Y el precio? -preguntó Bran, sintiendo que la inquietud aumentaba en su interior.
"-El precio es éste: el día en que Albión sea liberada, ocuparás el lugar del hombre que los gigantes han asesinado.
"-Eso no es ninguna carga para mí -señaló Bran con alivio-. Pensé que el coste sería mayor.
"-Hay algunos que creen que el coste es demasiado alto. -Encogió sus hombros, tan delgados, que Bran casi pudo oírlos crujir-. No obstante, ése es el precio. ¿Aceptas?
"-Acepto -respondió Bran el Bendito-. En verdad, pagaría lo que quisieras para romper la maldición y conseguir el deseo de mi corazón.
"-¡Hecho! ¡Hecho! -graznó la anciana, triunfante-.Entonces, escúchame bien y haz exactamente lo que te voy a decir.
"Agarrando el fuerte brazo de Bran con sus huesudos dedos, la vieja lo condujo desde el montículo hasta el bosque arrasado. Caminaron entre una muerte y una devastación tales que habría hecho llorar a las mismas piedras, y anduvieron hasta que llegaron a la cima de una alta colina, que estaba coronada por una esplendorosa fortaleza blanca. Al pie de la colina fluía un río, una vez claro y cristalino, y cuyas aguas eran ahora de color escarlata por la sangre de los que habían sido asesinados.
"Señalando la fortaleza, la vieja le dijo:
"-Ahí arriba encontrarás la tribu de gigantes que han hecho cautiva a esta hermosa isla y cuya presencia es una plaga. Mátalos, y el hechizo se romperá y tu triunfo estará asegurado.
"-Sí eso es todo -contestó Bran pomposamente-, ¿por qué no me lo dijiste antes? Dicho y hecho -E hizo el ademán de iniciar su tarea en aquel mismo momento.
"La vieja bruja lo detuvo, diciendo:
"-¡Espera! Hay más. Deberías saber que los gigantes han asesinado al Señor del Bosque y se han apoderado de su caldero, el Caldero del Renacimiento, así llamado por su milagrosa virtud: que cualquier criatura viviente, hombre o animal, no importa, aunque esté muerto y desmembrado, mutilado, descuartizado en un millar de trozos y esos trozos hayan sido devorados, cualquier criatura, digo, retornará a la vida si una parte de su cadáver se pone en el caldero cuando está hirviendo. Retornará a la vida y la criatura emergerá sana y completa de nuevo.
"Sorprendido, Bran exclamó:
"-¡Verdaderamente, es una maravilla! Puedes estar segura de que no me detendré ante nada para reclamar tan extraordinario recipiente.
"-Hazlo así, y tu más profundo deseo te será concedido -le prometió la vieja.
"Partió, cruzando el río de sangre y ascendiendo la alta colina. Cuando Bran estuvo más cerca, vio que la blanca fortaleza no estaba hecha de mármol, como había pensado, sino de las calaveras y los huesos de los hombres asesinados, que se habían usado como material para erigir los altos muros, torretas y torres. Un olor nauseabundo ascendía desde la pila de hueso, y aunque le provocó fuertes arcadas, también aumentó su furia contra los gigantes.
"Se acercó valerosamente a la puerta y entró. No había guardia ni portero que le prohibieran la entrada, así que cruzó el patío a grandes zancadas y entró en el salón. Sí el patio era hediondo, la pestilencia del salón era mucho peor.
"Desde allí podía oír el sonido de un gran celebración. Se deslizó por la enorme puerta y miró al interior de la sala, y en ese mismo momento deseó no haberlo hecho. Vio a siete gigantes; el menor de ellos triplicaba el tamaño de un hombre, y el mayor triplicaba el tamaño del menor. Todos los gigantes eran unos brutos horriblemente feos, tenían la piel pálida y manchada, el pelo desgreñado y largo les colgaba por encima de las anchas espaldas, cayendo en asquerosos mechones enredados, y su gruesa y abombada frente estaba rematada por una única ceja. Cada gigante era más espantoso que el anterior, con sus labios gruesos y carnosos y sus largas y enormes narices que tenían la forma del pico de un pájaro malformado. Sus cuellos eran cortos y gruesos, sus brazos ridículamente largos y las piernas delgadas en la espinilla y anchas en la cadera. Todos llevaban garrotes de hierro que ni siquiera dos hombres hubieran podido levantar.
"Tres largas mesas llenaban el salón, y en aquellas mesas había servido un banquete de carne asada, de todos los tipos de criatura habida bajo el cielo, que los gigantes comían con ferocidad. Mientras lo hacían, desgarrando los cuerpos con las manos y engullendo la carne, escupiendo los huesos y regándolo todo con grandes y ávidos tragos de manteca y grasa, que tomaban de una docena de tinajas que estaban alrededor del salón, reían y cantaban con voces tan desagradables y armaban un jaleo tal, que la cabeza de Bran palpitaba como si fuera un tambor golpeado incesantemente.
"Bran el Bendito permaneció allí unos momentos, contemplando aquella carnicería y sintió una implacable ira creciendo en su interior. Entonces, al otro lado del salón, vislumbró un enorme caldero de bronce bruñido, cobre, plata y oro, tan grande que podía contener fácilmente a dieciséis hombres a la vez, o a tres pares de bueyes, o a nueve caballos, o a siete venados, tres ciervos y un cervatillo. Un fuego de ramas de roble ardía bajo el prodigioso recipiente.
"Viendo esto, Bran pensó que el premio estaba a su alcance y, respirando hondo, cruzó la puerta con audacia.
"-¡Gigantes! -gritó-. El banquete ha terminado. Habéis comido vuestro último cadáver. Un buen aviso os doy: la ruina ha caído sobre vosotros.
"Los gigantes se sobresaltaron al oír su sonora voz, y se sorprendieron aún más al ver al pequeño hombrecillo que decía tan audaces e insensatas palabras. Se rieron a carcajadas y se burlaron de él. Dos de ellos le enseñaron sus horribles nalgas y los otros se mofaron de él con gestos obscenos. Y entonces se levantó el caudillo del monstruoso clan, que era el más repulsivo de todos ellos: más alto que siete hombres de talla media, estaba pringado por los jugos de la comida que había estado engullendo.
"Burlándose, abrió su descomunal boca y bramó:
"-Lo que te falta en tamaño te sobra en estupidez. Hoy ya me he comido a cinco de tu raza, y alegremente te contaré entre ellos. ¿Cómo te llamas, hombrecito?
"-Llámame Silidons, pues ése soy yo -dijo Bran, escondiendo su verdadero nombre bajo una palabra que significaba Nadie-. Tendrás que matarme primero, y nunca he perdido ninguna de las luchas en las que he combatido.
"-Entonces, no habrás luchado mucho. Hoy te pondremos a prueba. -Y diciendo esto, el gigante alzó su enorme mano y ordenó a sus dos compañeros más cercanos que avanzaran-. ¡Cogedlo! ¡Mostradle a este imbécil cómo tratamos a cualquiera que sea lo bastante idiota como para oponerse a nosotros!
"Los dos gigantes se levantaron y avanzaron pesadamente, con los carnosos labios completamente abiertos, formando unas horribles muecas. Bran también avanzó, y al hacerlo, su tamaño creció hasta alcanzar el doble de su tamaño; otro paso volvió a doblar su estatura. Ahora su coronilla llegaba al pecho de los gigantes.
"Los gigantes vieron esto y quedaron asombrados, pero no se arredraron.
"-¿Esto es lo mejor que puedes hacer? -se burlaron. Blandiendo sus garrotes de hierro, intentaron golpear a Bran, acometiéndole por un lado y por otro; Bran brincó por encima del primero y se escabulló por debajo del segundo; entonces, saltando en el aire, lanzó una patada que impactó en medio de la frente de uno de los gigantes. El enorme bruto dejó caer el garrote y se llevó las manos a la cabeza. Agarrando la colosal arma, Bran la dejó caer con toda su fuerza, aplastando el cráneo del gigante, quien lanzó un aullido gutural y cayó inerte.
"Ver a su compañero superado tan fácilmente, encolerizó al segundo atacante. Rugiendo con furia, hizo girar la pesada maza alrededor de su cabeza y la dejó caer, partiendo las baldosas. Bran se hizo a un lado en el momento en que la maza golpeaba el suelo, y entonces trepó rápidamente por el amplio mango como si fuera un estribo de metal. Cuando el gigante alzó la maza, Bran saltó a la cara del bruto y clavó los puños en los ojos del gigante. La espantosa criatura lanzó un alarido y cayó de rodillas, tapándoselos ojos con ambas manos. Tranquilamente, Bran asió la maza y lo golpeó con dureza. El bruto cayó de bruces y ya no se levantó más.
"Mirando a su alrededor gritó:
"-¿Quién será el próximo?
"Enloquecidos por el miedo y escupiendo con furia, los gigantes que quedaban se levantaron como uno solo y cargaron contra Bran, quién corrió a su encuentro, haciéndose más grande a cada paso que daba, hasta que fue una cabeza más alto que el más alto de los gigantes. Descargó cuatro golpes, uno tras otro, y los cuatro cayeron, y sólo el enorme caudillo quedó en pie. No sólo era más grande, sino que era más rápido que los otros, y antes de que Bran pudiera girarse lo había alcanzado agarrándolo por la garganta. Bran respiró hondo y deseó que su cuello se convirtiera en una columna de granito blanco; y así, a pesar de toda su fuerza, el caudillo de los gigantes no pudo romper la gruesa columna.
"Mientras, Bran agarró las prominentes orejas del gigante, una con cada mano, y tiró de ellas con fuerza haciendo que el caudillo se inclinara. Entonces clavó la punta de su mentón de granito entre los odiosos ojos saltones del monstruo. Las rodillas del gigante se doblaron y se tambaleó como la copa de un árbol, golpeándose la cabeza con el suelo de piedra y expirando antes de que pudiera darse cuenta.
"Triunfante, Bran corrió hacia el fuego y sacó el caldero, todavía hirviendo, de las llamas. Asiendo el milagroso recipiente entre sus poderosos brazos de piedra, Bran salió del castillo de hueso, de vuelta al mundo exterior, donde se reencontró con la anciana, que lo estaba esperando.
"La vieja brincó de alegría y corrió a su encuentro.
"-¡Ciertamente, eres un gran héroe! -gritó-. Desde este día, eres mi marido.
"Bran la contempló con repugnancia.
"-Dama, si es que dama eres, yo no soy tal cosa -declaró-. Dijiste que alcanzaría mi deseo más ardiente, y casarme contigo está muy lejos de serlo. Incluso si tuviera esa intención, no podría, pues me he prometido a otra.
"La horripilante bruja abrió su boca desdentada y se rió en la cara de Bran.
"-¡Hombre de poco entendimiento! ¿Acaso no sabes que aquel que posee el Caldero del Renacimiento es el Señor del Bosque? Él es mi marido y yo soy su mujer. -Y acercándose a él, lo rodeó con sus escamosas manos, que parecían garras, y acercó sus babosos labios a los de él.
" Asqueado, Bran retrocedió y se zafó violentamente de su abrazo. Empezó a correr, pero ella lo persiguió con una rapidez siniestra. Bran se convirtió en un venado y se fue corriendo, pero ella se convirtió en un lobo y corrió tras él. Al ver que de este modo no podría escapar, Bran se convirtió en un conejo; la bruja se convirtió en un zorro y, paso a paso, zancada a zancada, se iba acercando a él. Cuando vio que recortaba las distancias, Bran se convirtió en una nutria y se deslizó entre las aguas de un claro arroyo y huyó nadando, pero la bruja se convirtió en un gran salmón y lo atrapó por la cola.
"Bran sintió sus dientes clavándose en su cuerpo y salió del río, arrastrando el salmón con él. Una vez fuera del agua, el salmón lo soltó, y en aquel mismo instante Bran se convirtió en un cuervo y huyó.
"Pero la bruja se había convertido ahora en águila, y voló y lo agarró con sus fuertes garras y se lo llevó volando por los cielos.
"-Me ha costado una buena persecución, pero te he atrapado, mi orgulloso cuervo -graznó con regocijo recuperando su repulsiva forma original-. Y ahora, debes casarte.
" Retorciéndose y picoteando los huesudos dedos que tan rígidamente se cerraban sobre él, gritó:
"-¡Nunca! Me he prometido a otra. Ahora me espera en las brillantes orillas.
"-Bran, Bran -dijo la vieja-, ¿no te das cuenta de que soy la misma mujer? -Sonriendo grotescamente, le contó todo lo que le había ocurrido desde que se habían encontrado aquella mañana, en la orilla, donde iba cada día con el aspecto de una hermosa dama para buscar al héroe que había de convertirse en su esposo-. Fui yo misma a quien prometiste tomar como esposa -concluyó-. Ahora, debes yacer conmigo y cumplir con tus obligaciones como esposo.
"Horrorizado, Bran gritó:
"-¡Nunca!
"-Puesto que te niegas -dijo la anciana, todavía oprimiéndolo entre sus manos-, ¡no me dejas otra elección! -Escupió en su mano derecha y frotó con el esputo la brillante cabeza de Bran diciendo-: Cuervo eres y cuervo serás, hasta que cumplas tu promesa y me conviertas en tu mujer.
"Entonces, la bruja liberó a Bran, y él descubrió que, aunque todavía podía cambiar su forma a voluntad, finalmente siempre adoptaba la forma de un cuervo. Así, asumió sus obligaciones como Rhi Bran el Embrujado; el Señor del Bosque, al que algunos llaman el Hechicero Oscuro del Bosque. Y desde ese día, mora aún allí como un enorme cuervo negro."
La última nota murió y cedió paso al silencio. Dejando el arpa a un lado, Angharad observó al embelesado joven que tenía ante ella.
— Esta es la historia del Rey Cuervo. Sueña con él, hijo mío, y que sea un sueño reparador.
Parte III