Capítulo 27
Sus directivos, técnicos y empleados
Éste es el penúltimo capítulo y quiero ser breve. No quiero serlo por impaciencia de terminar ni por tratarse de un tema menor en el conjunto de temas tratados hasta ahora. Tengo que ser breve a la fuerza porque, de mis 35 años de experiencia docente, 28 de ellos han sido con directivos, técnicos y empleados de empresas nacionales y filiales españolas de las grandes multinacionales. Podría llenar otras 200 páginas de este libro sólo a partir de este momento, lo que me asusta y me obliga a buscar la brevedad.
Por lo tanto, voy a ir rápido pero, espero, con tino y acierto. Todo lo que voy a decir va dirigido a personas que ocupan puestos de responsabilidad y decisión en empresas o entidades públicas, sobre todo en las áreas de Recursos Humanos, Formación o Dirección General.
Mi empresa, Vaughan Systems, ha impartido, desde 1977, en torno a tres millones de horas de formación in-company de inglés. Esta experiencia nos permite, a mí y a otras personas de mi organización, predecir la probabilidad de éxito o fracaso de cada diseño formativo que una empresa nos propone. Y su primer error es precisamente el proponernos ellos mismos los diseños. Imagine usted que es cirujano y un paciente suyo, un día antes de una operación a corazón abierto, le dice: «Doctor, quiero que usted me opere mediante incisión costal, no frontal». ¿Cómo reaccionaría usted ante semejante atrevimiento? ¿Qué le diría?
Esto es precisamente lo que las empresas generalmente nos hacen. Nos dan, pinchado y cortado, el diseño de los programas de formación que quieren poner en marcha. Es normal. En la formación, como en la psicología y otras áreas en apariencia no técnicas, todo el mundo se cree con derecho a opinar, incluso cuando no se tiene ni idea de la ciencia en cuestión. Es muy corriente que el departamento de formación nos llame para iniciar unas acciones formativas a comenzar para el lunes próximo, con 20 directivos diferentes, y todos en grupos de cuatro y todos a las 8:00 de la mañana. Sí, Buana.
Nota de prensa
La empresa educativa XYZ acaba de cerrar un acuerdo con el gigante del sector eléctrico PLTC para la instalación de un gran laboratorio de idiomas consistente en 280 ordenadores dotados con el revolucionario método Mago-Tutor. La operación, por valor de 350 000 euros, tiene como objetivo brindar a un colectivo interno, que PLTC estima en unos 1500 directivos y técnicos, la posibilidad de aprovechar las más avanzadas técnicas de aprendizaje por e-learning. Según Alfredo Guzmán, responsable de formación de PLTC, se trata de una iniciativa de gran importancia, sobre todo a la vista de las recientes alianzas que la compañía ha establecido con varias empresas eléctricas de Reino Unido y Dinamarca. «Es imperativo que nuestro personal clave sepa desenvolverse con sus homólogos en el exterior, puesto que los contactos van a ser a todos los niveles y de una importancia primordial para la buena marcha de los nuevos acuerdos suscritos,» afirma Guzmán (Agencia de prensa Ilusos).
El bueno de Guzmán no se da cuenta de que se habría ahorrado mucho tiempo si simplemente hubiera abierto la ventana de su despacho, de la séptima planta, y arrojado fuera los 350 000 euros en cuestión. Además, no se trata de mucho dinero para una empresa tan grande como PLTC, pero el tiempo de Guzmán sí que es importante para ella. Y ojo, no hablemos de esos 1500 directivos y técnicos que perderán su tiempo con el Mago-Tutor. Bueno, miento. Pocos van a perder más de una hora o dos, puesto que al mes de instalarse el revolucionario sistema, con su revolucionario método, solamente 23 de los 1500 elegidos para la gloria lingüística seguirán acudiendo al precioso e impresionante laboratorio.
La nota de prensa y posterior desenlace distan muy poco de un hecho real ocurrido hace menos de diez años. El sector y las empresas eran otras, pero el dinero desperdiciado y los equipos y software instalados coinciden con el relato.
Ya no voy personalmente a las empresas cuando nos llaman para que les presentemos nuestros productos o conozcamos sus necesidades. Tiendo a estropear la oportunidad de venta ofendiendo sin querer a mis interlocutores. Con el paso de los años, las personas expertas en un área determinada se vuelven cada vez más impacientes con aquellos que saben menos o poco. La expresión «viejo cascarrabias» tiene un equivalente en todos los idiomas, porque nos pasa a todos a partir de cierta edad, sobre todo si somos expertos en algún campo en particular. La última vez que fui a una reunión de este tipo, reaccioné de la siguiente forma ante un jefe de formación que nos tachaba de caros:
Yo: | ¿Qué quiere para su gente, clases de inglés o que aprendan inglés? |
Jefe de formación: | Que aprendan inglés, claro. |
Yo: | Si usted quiere que la gente de aquí reciba clases de inglés, entonces tiene razón: somos de los más caros. Si lo que quiere es que aprendan el dichoso idioma, entonces somos los más baratos con diferencia. |
Dar formación en inglés a las empresas es la forma más fácil de ganar dinero en el sector de la enseñanza de idiomas. También es la actividad más frustrante que conozco y donde menos rentabilidad se percibe por euro gastado. He aquí los motivos:
- La empresa no concentra el presupuesto disponible en las personas realmente críticas. Lo difumina tanto y entre tantos que nadie se beneficia. Café para todos.
- La empresa cree que se puede efectuar un cambio en el nivel de inglés de una persona con 100 ó 200 horas de clase. Efectuar un cambio de verdad exige un mínimo de mil horas de formación y contacto con el idioma.
- La empresa organiza «programas de inglés» basados en clases en grupos o individuales a ciertas franjas horarias. Los programas de inglés de este tipo no funcionan. Nadie en la historia ha efectuado un cambio importante en su inglés mediante solamente clases. Las clases constituyen, como máximo, el 20% de lo necesario para efectuar dicho cambio. Asimismo, los llamados «programas de inglés», sólo para que anden, exigen un gran despliegue de recursos y un tremendo esfuerzo por parte del cliente y el proveedor, independientemente de que haya o no éxito al final.
- Las empresas, o sus departamentos de recursos humanos o formación, piensan que saben cómo es la mejor forma de abordar la acción formativa.
- La empresa, o su departamento de recursos humanos o formación, delega internamente la administración y control de los programas de inglés muchas veces a personas jóvenes y todavía poco expertas, y estas personas actúan de enlace con el proveedor, quien suele encargar esta tarea a una persona madura y curtida. El resultado es una frustración y fricción que no conducen a una relación óptima de colaboración. Los jóvenes responsables internos no cuestionan ninguna petición de la organización, por muy irracional que pueda ser, y se la imponen al proveedor como orden inapelable.
- Los altos directivos de la empresa quieren, con frecuencia, clases de inglés simplemente porque tienen derecho a pedirlas o porque desean mantener su nivel o mejorarlo un poco. Es una actitud de entrada que suscita poco atractivo profesional para un buen proveedor de formación en idiomas, deseoso de entregar soluciones y no solamente de mandar buenos profesores para custodiar a directivos en busca de sesiones de conversación.
- Las empresas suelen fijar los horarios de formación a primera hora de la mañana, a mediodía y después de la jornada laboral. Esto no permite al proveedor ningún tipo de economía de escala en el uso de sus profesores y le induce a guardar en la manga a sus mejores profesores para otros clientes más consecuentes en la programación horaria.
- Los encargados internos de la formación piden al proveedor una gran cantidad de información (asistencias con medias mensuales, trimestrales, etc., la firma de cada asistente de cada día de clase, informes de progreso, facturación con desglose por centro de coste, etc.), lo que supone que, al final, el proveedor de la formación dedica más tiempo a estas tareas, en las que no es experto, que a la única tarea fundamental: la mejora del inglés de los alumnos. Tanto el cliente como el proveedor pierden el norte por culpa de una obsesión por los temas laterales administrativos.
No voy a aburrirle más, fiel lector, con mi litigio personal con los encargados de la formación en las empresas. El 2% de mis lectores en este momento serán del gremio, por lo que dedico el 2% de este libro a ellos. No obstante, algunos de los puntos anteriores pueden aplicarse también a personas físicas como usted, no sólo a personas jurídicas como la empresa PLTC. Sin embargo, lo más importante de este capítulo es el pequeño intercambio que tuve con el jefe de formación. Se lo planteo a usted también.
¿Quiere usted clases de inglés o aprender inglés? Si lo que quiere son clases, busque siempre lo más barato. Si lo que quiere es aprender de verdad mi idioma, entonces no mire nunca el precio. Busque la máxima calidad existente y, después, haga un examen de conciencia a fondo para decidir si está dispuesto a hacer el gran esfuerzo que encierra hacerse realmente con un idioma. Si ve en su interior una materia prima fuerte y de gran cilindrada, entonces le invito a ir a por todas y a vencer el inglés. La gente verdaderamente implacable ante el reto termina consiguiendo economías que, a la postre, acortan y abaratan el camino.