Capítulo 26

De 14 a 23 años: sin prisa pero sin pausa

Sigo con el dicho «sin prisa pero sin pausa», pero con una salvedad. Si su hijo está subiendo al tren por primera vez en esta etapa de su desarrollo, es decir, si se está montando en el tren de mercancías, entonces más que «sin pausa», le recomiendo que eche todo el carbón que pueda a la caldera de la vieja locomotora. Un chaval que empieza el inglés a los 14 años sólo le aventaja a su padre de 44 en un 20%. Si no está continuamente expuesto al idioma, en lo didáctico y en la práctica, su progreso va a ser tan lento como el de su padre en su despacho con el profesor particular. De hecho, puesto que no ve la utilidad inmediata del idioma, como en el caso de su padre, lo más probable es que progrese incluso menos. Muchos alumnos míos, de 45 años, me comentan que en los viajes al extranjero con toda la familia, son ellos precisamente quienes se desenvuelven, en la lengua de Shakespeare, con camareros, recepcionistas de hotel, agentes de aduanas y otros públicos. Sus hijos, que saben el triple de teoría, no se atreven a abrir la boca. Son mucho menos intrépidos que sus padres cuando pisan terreno inseguro o resbaladizo.

Los jóvenes entre 14 y 23 años son, en su mayoría, más cautos y cortados que los adultos. Aunque puedan parecer gallitos o piensen que ya se lo saben todo, a la hora de la verdad, en situaciones o ambientes inseguros, siguen siendo niños. Se achican con facilidad y sólo se sienten realmente confiados cuando están con sus amigos o en grupo. Esta misma inseguridad se hace evidente cuando entran por primera vez en una clase de inglés con un profesor que no conocen, sobre todo si es una clase individual en la que están «solos ante el peligro».

Sin embargo, son rápidos y espontáneos a la hora de entusiasmarse ante la calidad, así como de aburrirse y perder el respeto ante la falta de la misma. Son más volubles, por lo que la adolescencia es la edad en que la calidad del profesor es de lo más crítico. Para un joven de 16 años, un profesor mediocre es un martirio que sólo le aleja más del idioma, mientras que un «pura sangre» de la enseñanza le puede llevar fácilmente a hacer del inglés el amor de su vida.

Por este motivo, si sus hijos comienzan su estudio del inglés en estas edades, lo primero de todo es pagarles un curso basado en sesiones individuales y, al organizarlo, asegurarse de que el profesor es un crack. ¿Cómo? Probando usted mismo. Si un profesor es capaz de sorprender a un adulto con su calidad, sabrá hacer lo mismo con un adolescente (y normalmente con un niño pequeño también). Se trata de un profesor de actitud positiva que emana vibraciones atractivas. Habrá en toda España unos 500 solamente, pero están por ahí y conviene ir probando y probando hasta encontrar alguno. Vale la pena el tiempo y el esfuerzo, porque una hora con un «fenómeno de la enseñanza» vale por cien horas con uno del montón. Cada hora con un excelente profesor se transforma, al final, en cuatro horas adicionales de dedicación por iniciativa propia del alumno.

Por lo tanto, cuando contrate clases, no contrate más de dos semanas. Alegue un motivo puntual y no hable de continuar hasta comprobar la calidad del profesor. Si no es bueno, deséchelo al terminar las dos semanas contratadas y vuelva a contratar a otro profesor u otro centro de idiomas. Siga haciendo esto hasta dar con ese «pura sangre», aunque le cueste medio año de salidas en falso o intentos fallidos.

Cuando encuentre el profesor adecuado, gaste todo lo necesario para que su hijo tenga muchas horas de clase con él, el primer año incluso en detrimento de otras actividades. Es tan importante sacar provecho de un buen profesor y, al mismo tiempo, ver cómo su hijo echa, lo más rápidamente posible, profundas raíces con el inglés, que saltar un año de judo o natación es, en mi opinión, conveniente y hasta necesario.

En el caso de que su hijo ya lleve ciertos años de andadura con el inglés, entonces debe continuar dosificando el tipo de contacto —entre cualitativo y cuantitativo según sus puntos más débiles. Si se trata de un joven por naturaleza decidido y resuelto, entonces es mejor que tenga muchas horas de clase individual con excelentes profesores. Por el contrario, si es una persona introvertida o insegura, entonces es más conveniente que realice experiencias lingüísticas entre nativos no docentes. Veamos a continuación un plan de ataque de resultado seguro. Usted podrá hacer modificaciones en el plan según el carácter y temperamento de su hijo y según su nivel de inglés al llegar a los 14 años.

Edad Acciones

14
  1. Dos horas semanales de clase individual (ochenta horas).
  2. Dos horas/día durante diez días en Navidad (veinte horas).
  3. Cuatro horas/día durante veinte días en verano (ochenta horas).
15
  1. Dos horas semanales de clase individual (ochenta horas).
  2. Dos horas/día durante diez días en Navidad (veinte horas).
  3. Cuatro horas/día durante veinte días en verano (80 horas).
16
  1. Dos horas semanales de clase individual (ochenta horas).
  2. Dos horas/día durante 10 días en Navidad (veinte horas).
  3. Tres semanas con familia y colegio americanos en Semana Santa (200 horas).
  4. Cuatro semanas (sin españoles) en un campamento de verano en Canadá 300 horas).
17
  1. Dos horas semanales de clase individual (ochenta horas).
  2. Dos horas/día durante diez días en Navidad (veinte horas).
  3. Tres semanas con familia y colegio americanos en Semana Santa (200 horas).
  4. Cuatro semanas (sin españoles) en un campamento de verano en Canadá (300 horas).
18
  1. Dos sábados al mes de 9:00 a 14:00 horas (veinte sábados — 100 horas).
  2. Cuatro horas/día durante diez días en Navidad (cuarenta horas).
  3. Cuatro horas/día durante veinte días en verano (ochenta horas).
19
  1. Curso de preparación del examen TOEFL[1] (diez sábados — cuarenta horas).
  2. Cuatro horas/día durante diez días en Navidad (cuarenta horas).
  3. Sesión de verano (6 semanas) en una universidad británica o americana (400 horas).
20
  1. Dos sábados al mes de 9:00 a 14:00 horas (veinte sábados — 100 horas).
  2. Cuatro horas/día durante 10 días en Navidad (cuarenta horas).
  3. Sesión de verano (seis semanas) en una universidad británica o americana (400 horas).
21
  1. Dos sábados al mes de 9:00 a 14:00 horas (veinte sábados — 100 horas).
  2. Cuatro horas/día durante diez días en Navidad (cuarenta horas).
  3. Sesión de verano (seis semanas) en una universidad británica o americana (400 horas).
22
  1. Dos sábados al mes de 9:00 a 14:00 horas (veinte sábados — 100 horas).
  2. Cuatro horas/día durante diez días en Navidad (cuarenta horas).
  3. Sesión de verano (seis semanas) en una universidad británica o americana (400 horas).
23
  1. Dos sábados al mes de 9:00 a 14:00 horas (veinte sábados — 100 horas).
  2. Cuatro horas/día 10 diez días en Navidad (cuarenta horas).
  3. Sesión de verano (seis semanas) en una universidad británica o americana (400 horas).

¿Le parece demasiado ambicioso? ¿El que su hijo dedique cuatro horas diarias al inglés en julio o agosto le parece excesivo? ¿No quisiera que su hijo aprovechase diez de los quince días ociosos de la época navideña para dar un nuevo salto con su inglés?

El plan que expongo es un programa completo, diseñado para no interferir en absoluto con los estudios reglados en España. Es un programa de trabajo que de realizarse, entregará a su hijo al mercado laboral con un nivel de inglés casi nativo, igual o mejor que el de los profesionales holandeses o daneses. Se trata de un plan que le expondrá a más de 4000 horas de contacto con el inglés en situaciones óptimas (excelentes profesores e interesantes campamentos o programas de estudios secundarios o superiores).

El coste aproximado de este plan de 10 años rondaría los 80 000 euros, una barbaridad. Se podría reducir en muchos aspectos, dependiendo del nivel inicial de inglés del joven al cumplir los 14 años o según sea su progreso con el idioma conforme pasen los años. Es una inversión muy importante, no cabe duda, pero hoy en día, en España, un nivel de inglés similar al que se percibe entre los profesionales holandeses o daneses equivale, según los expertos en Recursos Humanos, a 675 000 euros más de sueldo y extras a lo largo de una vida laboral o profesional de 35 años. Con un nivel de inglés similar al de los holandeses o escandinavos, un directivo español gana, como media:

  • 10 000 euros anuales más durante el primer decenio de su carrera profesional, o un total de 100 000 euros adicionales.
  • 20 000 euros anuales más durante el segundo decenio de su carrera, o un total de 200 000 euros adicionales.
  • 30 000 euros anuales más durante el tercer decenio, o un total de 300 000 euros adicionales.
  • 15 000 euros anuales más durante el último lustro de su vida profesional, o un total de 75 000 euros adicionales

Por tanto, la diferencia a lo largo de una carrera profesional, entre un directivo con el inglés resuelto y un directivo que desdeña el idioma o pelea con él toda la vida, es de 675 000 euros de ganancia. Si usted invierte 80 000 euros ahora en su hijo adolescente, podrá esperar un excelente retorno sobre la inversión. Usted no será el beneficiario de su buena visión y perspicacia inversoras, sino su hijo, pero no creo que eso le importe a usted, ¿verdad?

Más de la mitad de las familias norteamericanas deciden afrontar inversiones en torno a 120 000 dólares por hijo cuando se plantean los estudios superiores. El sistema universitario norteamericano es excelente pero carísimo. Muchas familias suscriben una póliza de seguro-ahorro al nacer cada hijo, un seguro que vence por tramos cada año de los cuatro que el joven pasa en la universidad. Existe allí, entre muchas familias, una resignada aceptación de que la educación de sus hijos va a exigir un desembolso importante.

A no ser que usted tenga un alto nivel económico que le permita enviar a sus hijos a colegios bilingües, va a tener que «suscribir» el inglés por lo privado, al igual que lo hace para la asistencia sanitaria. Hay dos formas de hacerlo: por vía decidida y racional o por medio de incursiones esporádicas, desordenadas y torpes. También le queda la opción de no hacer nada, y así legar a sus hijos una preciosa y empinada ladera para la carrera cuesta arriba que, gracias a usted, les esperará en el mundo laboral. En fin.

Releyendo este capítulo, veo que pido a los padres un esfuerzo económico y de disciplinada vigilancia que algunos podrían considerar poco realista, a pesar de que en países como Estados Unidos este esfuerzo y disciplina se palpe en todas partes dentro de la conciencia nacional. No obstante, existe una alternativa válida y mucho más económica. Consiste en exponer a sus hijos a unos profesores de inglés tan buenos que se enamoren perdidamente de mi idioma, hasta el punto de quererlo devorar vivo. Esto lo he visto en ocasiones y un joven así puede ahorrar a sus padres ingentes cantidades de dinero. Pero, repito, son casos que casi nunca se dan sin que medie en la ecuación uno o varios profesores de inglés de una inusitada calidad humana y profesional. Conoceremos a estos profesores en el capítulo 28.