Capítulo 1

Aspire a todo, pero sea realista

¿Quiere ser bilingüe? Olvídelo.
Ya es demasiado tarde.
¿Quiere ser bilingüe? «No problem…»
Déme diez meses de su tiempo.
Mis hijos son bilingües. Se han criado oyendo inglés y español desde el día en que nacieron. Han visto diez mil horas de televisión y cine en español, y tres mil horas en inglés. Desde preescolar hasta la universidad han asistido a planes de estudio ingleses o americanos, absorbiendo más de 20 000 horas de voces nativas sobre temas y asignaturas de gran variedad. Sí, son bilingües. Si quiere usted ser bilingüe como mis hijos, olvídelo. No le va a ser posible en esta vida, ya que es absolutamente imposible que una persona después de los ocho años llegue a dominar un segundo idioma con la misma agilidad, acento y espontaneidad que su lengua materna. Soy bilingüe. Cuando cambio de mi inglés nativo al castellano, se me nota enseguida un acento americano. Si usted se fija mucho, apreciará algún tropiezo fonético en mi dicción y ocasionales imprecisiones gramaticales. Uso el castellano a diario para resolver un sinnúmero de asuntos, muchos de gran importancia. Si estoy hablando en inglés con un español y percibo que no me entiende ciertos matices, cambio al instante al castellano para asegurar la eficacia de mi argumentación o el impacto de mi descripción. Sí, soy bilingüe.

Si quiere usted ser bilingüe como yo, tiene mucho trabajo por delante, pero si sigue las instrucciones que ofrezco en este libro, lo podrá conseguir en diez meses como mínimo, dependiendo del tiempo y esfuerzo que invierta en la tarea.

Como ve existen dos definiciones para el término «bilingüe», y ambas son válidas aunque la única a la que usted debe y puede aspirar, siendo realista, es la segunda de las definiciones ofrecidas. Si quiere llegar a ser bilingüe (a la manera de la columna derecha) y es una persona realista, entonces comencemos esta sección con unos consejos y unas realidades:

  1. Nunca va a hablar inglés perfectamente… nunca.
  2. Siempre va a hablar inglés con acento.
  3. Siempre va a cometer errores de gramática cuando habla.
  4. Siempre va a tener problemas navegando por la fonética del idioma.
  5. Siempre va a hablar un inglés que, si yo quisiera, podría desmenuzar y desmontar.

Pero está usted perfectamente capacitado ahora mismo para llegar a ser bilingüe si me cree cuando le digo que lo único que importa es:

Base gramatical oral — Oído — Confianza al hablar

En la fotografía de la izquierda reconocerá el edificio de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en Nueva York. A la derecha verá la Asamblea General de la organización en espera de un pleno. De las 700 personas que pronto la llenarán, al menos 600 no son nativas de habla inglesa. De esas 600 personas no nativas, por lo menos 400 no saben mucho más vocabulario que usted ni poseen conocimientos gramaticales muy superiores a los suyos. Sin embargo, asisten a las asambleas de la ONU y participan sin problemas aparentes. ¿Cuál es su secreto?

Volviendo a la fotografía de la izquierda, le invito a acompañarme por 26 de las 39 plantas del edificio, las plantas que albergan las múltiples delegaciones de cada país miembro. Sígame. Aquí, en la segunda planta, a la derecha, tenemos la delegación angoleña. Son siete personas. Escúchelas mientras trabajan. Están hablando en inglés. ¿No nota los acentos? ¿A que son extraños? ¿No percibe los pequeños errores? Yo sí los oigo. Sigamos subiendo; en la siguiente planta está la delegación italiana. Están hablando también en inglés, pero con el típico acento italiano. Dos de ellos están destrozando un poco la gramática de mi idioma, pero parecen confiados en su capacidad de comunicación. ¿Seguimos subiendo?

Le ahorro el viaje, pero le aseguro que en cada planta, escuchando a las delegaciones de Turquía, Japón, Rusia, España, Dinamarca, Bangladesh, Argentina y Uzbekistán, usted se convencerá de que la gente allí dentro dirige, en inglés, los designios del mundo con acentos para todos los gustos. Es más, lo consiguen al mismo tiempo que realizan, en muchos casos, una auténtica carnicería con la estructura y sintaxis de mi idioma.

Si yo le ofreciera un trabajo en la ONU, seguramente declinaría mi oferta alegando un pobre dominio del inglés. Sin embargo, es muy posible que la mitad de las personas que trabaja en la organización en cuestión posea conocimientos como los suyos o poco más. Si usted subiera de nuevo conmigo por las mismas 26 plantas, se daría cuenta de otra cosa curiosa: que usted entiende perfectamente a todos cuando están hablando en inglés por teléfono o cara a cara.

Estas personas ejercen funciones importantes que exigen un dominio del idioma inglés y, de hecho, su dominio es suficiente para llevar a cabo con éxito las citadas funciones. Si usted los entiende perfectamente, ¿por qué sigue diciéndome que su nivel de inglés es insuficiente?

¿Qué tienen estas personas que usted no tiene? ¿Por qué, a pesar de entenderles perfectamente, no se atreve a aceptar mi oferta? Tiene, al parecer, los mismos conocimientos que tienen ellos. Entonces, ¿cuál es el problema?

El problema es que le faltan precisamente las tres cosas que ellos sí poseen:

Base gramatical oral — Oído — Confianza al hablar

Tal vez proteste, afirmando que sí tiene una base gramatical y que entiende mucho mejor de lo que habla. Si le miro con cierto escepticismo, a lo mejor reconocerá que carece de confianza al hablar, pero seguirá defendiéndose en lo referente a la gramática y el oído. Pues se equivoca, está a años luz de nuestros amigos de la ONU en base gramatical oral, y su oído está al 5% del de ellos. Empecemos por la gramática.

Fíjese que digo en negrita «base gramatical oral». Con ello me refiero a la capacidad para emplear la gramática más básica y sencilla del idioma con agilidad oral, repito, con agilidad oral. En la vida real tengo que repetir estas dos palabras, «agilidad oral», hasta la saciedad para que mis alumnos españoles entiendan que no me refiero a conocimientos gramaticales, sino a la ágil aplicación práctica de la gramática… y sólo insisto en la gramática más básica y sencilla.

La señora de la izquierda es como el empleado de la ONU en la delegación de Angola, Japón o Argentina. Ha ganado agilidad con sólo tres pelotas y se da cuenta de que puede perfectamente impresionar a su público con el manejo de las mismas. En su trabajo, con un dominio gramatical consistente en tres pelotas solamente, sabe resolver el 98% de las situaciones profesionales.

Sin embargo, nuestro amigo de la derecha se parece a muchos alumnos españoles que he tenido en mi larga trayectoria profesional. Creen que para «progresar» deben acumular más gramática, más vocabulario, más preposiciones y más phrasal verbs, y que sólo así podrán manejar el inglés con eficacia. Al final, sufren una indigestión por exceso de conocimientos teóricos y, cuando tratan de ponerlos en práctica, las pelotas caen por todos los rincones. Se dan cuenta de que lo están haciendo muy mal y pierden cualquier ápice de confianza que tuvieran (en realidad, la confianza que tenían era un espejismo, porque se trataba de la confianza que uno tiene solamente con su profesor en clase). Al final, estos alumnos, con sus 17 pelotas suspendidas caóticamente en el aire, ven el inglés como algo inmenso y casi imposible de abarcar y dominar.

Si quiere hacerse con el idioma inglés, dé prioridad a los aspectos de la lista que acabo de proponerle. En letra grande escribo «Oído», porque sin un nivel altísimo de comprensión auditiva, el resto de las habilidades valen para poco o nada. Después, es preciso que sepa hablar con confianza y sin miedo, con o sin errores. En tercer lugar, es importante que no se enrede en las lianas y maleza de la gramática, es decir, debe tener despejado el camino a través de la «jungla» gramatical del idioma. Finalmente, es importante, también, poseer un buen vocabulario y pronunciar de forma que la gente le pueda entender a la primera cuando se expresa.

Una gacela como la de la fotografía está perfectamente equipada para sobrevivir a un encuentro con un leopardo. Posee un olfato muy desarrollado y un oído tremendamente fino. Percibe con facilidad la proximidad del peligro. Pero si, por las razones que fueran, no lo percibiese, puede correr más rápidamente que el leopardo, por lo que no le costaría demasiado trabajo escaparse del peligro. Sabría correr campo a través para internarse en el monte y zafarse así del peligro. Una vez allí, se supone que es capaz de moverse por los senderos con más rapidez que el leopardo.

1. OÍDO Y OLFATO (CAPACIDAD AUDITIVA)

¿Qué le pasaría a la gacela si le fallaran el oído y el olfato? Lo más probable es que el leopardo la apresara antes de que pudiera hacer uso de su velocidad. Tampoco le valdría su conocimiento del monte, porque serviría de festín al leopardo antes de poder hacer uso de cualquiera de sus otras facultades. Por tanto, sin oído ni olfato, todos los demás atributos de la gacela valen para poco.

Si usted aspira a dominar situaciones de comunicación en inglés, le puede pasar lo mismo que a nuestra gacela. Si no tiene buen oído, ni sabe captar a la primera los significados y los matices, da igual lo confiado que esté a la hora de hablar y da lo mismo poseer un probado dominio de los verbos irregulares. Estos dos últimos atributos no le ayudarán en absoluto.

Muchas personas sordas tienen que emplear el lenguaje de los signos para comunicarse a pesar de tener las cuerdas vocales en perfectas condiciones. De hecho, es incorrecto aplicarles el apelativo de «sordomudos». Su condición ilustra una verdad que se puede aplicar tanto al aprendizaje como al dominio de idiomas: sin un nivel auditivo fluido y eficaz, los demás aspectos clave del aparato comunicativo pierden su utilidad. Usted puede poseer una gramática pulidísima, un vocabulario extenso y una pronunciación digna de elogio, pero si a la hora de la verdad no entiende bien los significados y los matices, está tan condenado a la incomunicación como una persona sorda en un mundo de oyentes.

Es importante comprender este aspecto, ya que el español medio prioriza y pone casi todo su empeño en aprender teoría gramatical y ampliar vocabulario. Invierte su dinero y su tiempo en atender prioridades menos críticas. Piensa que con aprenderse los verbos irregulares podrá entender a los nativos cuando hablen.

Directivo con bajo nivel de inglés: Entiendo mucho de lo que se dice en las reuniones, pero no me atrevo a hablar porque todavía me falta confianza y vocabulario. Es frustrante.
Directivo con alto nivel de inglés: Puedo transmitir sin grandes problemas todo lo que quiero decir, pero no me atrevo a hablar porque no termino de entender todo lo que se dice. Es frustrante.

El directivo con un nivel alto es sabio, ya que es consciente de una verdad que es el azote de todos aquellos directivos que han de mantener el tipo en situaciones comprometidas. El principal problema con el inglés es siempre la comprensión auditiva.

Verdad n.° 1: Se puede dominar la gramática, conocer un vocabulario extenso y ser, por naturaleza, decidido y resuelto. Si a la hora de la verdad no entiende todo a la primera, su dominio, decisión y vocabulario se derrumban y sirven de poco.
Verdad n.º 2: Si alguien que domina de verdad el idioma es capaz de entender todo a la primera, se convierte en un comunicador casi tan eficaz en inglés como en su propia lengua. Percibe que controla las situaciones y se siente cómodo ante cualquier audiencia y en cualquier ambiente.
Verdad n.º 3: Si alguien con menos conocimientos del inglés de repente empieza a entender todo, o casi todo, a la primera, sus limitados conocimientos florecen hasta límites insospechados, y su motivación para dominar los demás aspectos del idioma sube como la espuma.
Verdad n.º 4: No hay nada peor que la angustia de no seguir bien la dinámica verbal en una reunión de alto nivel. Le condena a uno a callarse y a sentirse violento e inútil.

Por tanto, no descuide nunca la comprensión auditiva, puesto que es la prioridad número uno y un requisito sine qua non si quiere controlar el entorno de comunicación en inglés. Al igual que a la gacela a la que le fallan el oído y el olfato, usted será un comunicador «muerto» si no entiende a la primera el significado de las palabras y los matices de cada una de las frases que sus interlocutores pronuncien. Los demás aspectos del idioma (repito) son importantes pero irrelevantes si no se considera como esencial y absoluta prioridad la comprensión auditiva.

2. VELOCIDAD CAMPO A TRAVÉS (SOLTURA Y CONFIANZA AL HABLAR)

Retomemos un momento la situación de la gacela. Ya sabemos que sin oído ni olfato el leopardo la apresará antes de que pueda hacer uso de su velocidad o de su conocimiento del bosque. No obstante, supongamos que capta al instante la presencia del peligro y se lanza a correr los 600 metros que la separan del bosque con el leopardo persiguiéndole. Una gacela es igual de rápido o más que la mayoría de los felinos y tiene mucha más resistencia. En este caso, la velocidad lo es todo, con o sin buena técnica de carrera. Si no alcanza una velocidad superior a la del leopardo, será apresada por él.

Si el nivel auditivo que usted posee ya es el adecuado (como el oído y el olfato de la gacela), su segunda prioridad es lo que en inglés llamamos fluency. En español me gusta llamarlo soltura y confianza al hablar. Aquí lo que prima es la falta absoluta de vergüenza, miedo escénico o sentido del ridículo. Lo que pretendo es que hable usted por los codos, y, si es preciso, incluso destrozando la gramática de mi idioma. Cometa errores, dé patadas al diccionario, haga una auténtica carnicería a la estructura del inglés, pero hágalo sin pestañear y sin sentir la más mínima vergüenza o inhibición. Ya después podremos sentarnos e intentar poner los puntos sobre las íes, pero mientras tanto, corra rápido, porque si no, el leopardo le alcanzará antes de que pueda refugiarse en el denso bosque de la sabana.

Yo ayer playa chica restaurante discoteca hotel ñam ñam.

La frase anterior no tiene ni verbos ni preposiciones. Sin embargo, dicha de corrido tiene impacto y hasta elocuencia. Si un estudiante de inglés, con miedo a cometer fallos, intentara decirla con absoluta precisión, tardaría un minuto en hilar las frases necesarias y se enredaría en la maleza de la gramática hasta terminar hecho un lío. Así que destroce mi idioma… pero destrócelo con brío y confianza.

3. DESPEJAR LOS SENDEROS DEL DENSO BOSQUE (AGILIDAD CON LA GRAMÁTICA BÁSICA)

Por fin, la gacela ha llegado hasta los árboles y se interna en el bosque. Está corriendo rapidísimo y el leopardo pierde terreno y se cansa cada vez más. De repente, a la gacela se le engancha su hermosa cornamenta en las ramas de un árbol. Se libra al instante del enredo y recupera su velocidad, pero el leopardo ha ganado 20 metros de terreno a su presa. Cincuenta metros más adelante se vuelve a enganchar en las ramas de otro árbol, pero esta vez no logra librarse. Viendo el panorama, el leopardo recupera su ilusión, acelera todo lo que puede y alcanza a la gacela. La tumba de un solo zarpazo, la aprisiona en menos de dos segundos y, ya con calma e incluso parsimonia, resuelve la situación convirtiendo a la desventurada gacela en su manjar particular.

La tercera prioridad para dominar con éxito una situación comunicativa es tener perfectamente despejado el camino gramatical. Es el último eslabón para que usted no sólo se exprese con confianza y soltura, sino con aplomo, agilidad y precisión. La gacela finalmente fracasa en su intento de escaparse del leopardo porque su «gramática» le frena. Pero recuerde: a la gacela le hubieran importado poco las ramas de los árboles si no hubiera sido más veloz que el leopardo en campo abierto, al igual que en su caso le sirve de poco tener una gramática pulida si no tiene confianza y soltura, con o sin errores, a la hora de hablar. Asimismo, a la gacela poco le hubiera importado ser veloz si el oído y el olfato le hubieran fallado al principio, porque el leopardo la habría apresado mientras pastaba despreocupadamente en el campo.

Por tanto, la vida de una gacela y la vida de un estudiante de inglés son bastante similares:

Para la gacela Para usted
Prioridad n° 1: Oído y olfato Prioridad n° 1: Comprensión auditiva
Prioridad n° 2: Velocidad pura Prioridad n° 2: Confianza y soltura
Prioridad n° 3: Senderos libres de ramas, Prioridad n° 3: Precisión y agilidad con la
lianas y maleza gramática

Por algún motivo que todavía desconozco, el estudiante español tiende a invertir las prioridades: primero los verbos irregulares, luego los famosos verbos compuestos (phrasal verbs), y después el vocabulario y la pronunciación. Esto es un error muy grave, y persistir en él le condena a continuar con clases de inglés durante años, sin franquear jamás las barreras de la soltura y el dominio de los marcos de comunicación.

En los siguientes capítulos profundizaremos en cada una de las cinco prioridades (no olvidemos las prioridades cuatro y cinco: vocabulario y pronunciación). Es más, lo veremos todo, incluida la lectura, la escritura y un sinnúmero de secretos y trucos para mejorar y consolidar conocimientos y habilidades. Pero antes de hacerlo, es fundamental que recordemos el elemento más crítico del proceso de aprendizaje, recogido en las dos palabras del título de nuestro próximo capítulo.