Domesday book[6]

Nada debe ser hecho por dos veces…

Cuando Harold en Hastings cayó herido

de un flechazo en un ojo,

el bastardo Guillermo, Conquistador normando,

mandó que se cobrasen,

según la relación de su Domesday Book,

nuevos impuestos por todo, cosa o acto:

bueyes, vacas y cerdos, sin que nada escapase.

Devastaron sus clérigos franceses y barones

a todas las aldeas para dar de comer

a sus halcones locos.

Su saqueo gratuito

no fue nunca fortuito en crueldades,

ni misericordioso con los desesperados;

en un anacronismo convirtió a la anarquía

y redujo el inglés a un idioma de siervos.

Inglaterra / Escocia / Irlanda

tuvieron días mejores… Mas ahora

la elefantiasis de la gran mansión

se ahoga en la belleza de su jardín inglés

que se ha transformado en un barbecho

baldío y fértil a la vez, parterres

abarrotados del color oro-rojo de tantas acederas.

La feraz rosa invade con frenesí el camino

de descuidada grava, que fue antes horadado

para, de los camiones, proteger a los niños.

A ladrillos y piedras (de tono rojo-carne

y gris-cielo las piedras) los entierra

el follaje selvático de junio:

vegetación salvaje que ha arraigado en el huerto

frutal de la cocina, al que ahora ahoga.

El viudo patrimonio se junta con la casa,

con la viuda (también) tía que sujeta

su tacita de té, pálida y blanca,

a la que añade ella un chorrito de brandy.

Lathom House, Middleton Manor,

New Hall, Silverton, Brickling,

con ventanales de soplado vidrio

y los extremos rosa del tejado,

del tono rosa de las rosas rosa…

Todas se han convertido en politécnicos,

hospitales quirúrgicos, celdas de manicomio

de escaso personal desintegrándose

en las cabezas mismas de los locos.

Las mansiones de campo iban en el pasado,

como el ferrocarril, sobre ruedas,

ahora están más hundidas en la tierra

que están los hormigueros;

los criados las han abandonado.

Caerán bajo el hacha de las multas de Hacienda

esos grandes palacios que de hace tanto existen,

cuya supervivencia han devorado

impuestos tan cuantiosos…

¿No son desmesuradas

para la galería de un museo?

¿Desaparecerán antes las casas de recreo

que sus antecedentes catedrales

de opulento pasado en arte y gasto?

Las chimeneas frías, las estatuas verdosas

se conservan mejor que los viejos jardines

cuya excelente traza fue entregada

al deterioro terco, inevitable,

de un año de abandono: de ser algo a ser nada…

Lo mismo que el rey Carlos, que perdió su cabeza

y compartió el destino, el raro fanatismo,

de los más agresivos puritanos de Cromwell,

su adversario, a cuyo cadáver

de muy mala manera, sobre un carro,

dirigieron a Tyburn,

colgado y enterrado debajo del cadalso.

Si te echan mano al cuello encontrarán la soga.

Nulle terre sans seigneur.

Las antiguas locuras,

como suele ocurrir, jamás regresan:

aún arden las mansiones

en el vapor dorado del bajamar de Turner.

Tan sólo cuando comenzamos a despedirnos

percibimos la fálica bengala estrafalaria

de las flores del fuego que a los niños fascinan.

Tuvo un breve reinado el martín pescador.