Vuelta a casa
Lo que antes fue, sucede ahora de nuevo…
Desde 1930 sucede… Aquellos chicos
de mi antigua pandilla
son ahora unos empresarios avezados
que, al nacer, comenzaron como los pajarillos
a picar en la cáscara del huevo
y han logrado llegar a su jubilación,
tras toda una carrera pletórica de triunfos.
Ante el altar de los renunciamientos
y en el momento de la credulidad,
di yo contigo…
¡Hacia los veinte años qué evidente
se hizo para nosotros tu desgracia!
En el casino, decorado al estilo recargado
del pastel de jengibre,
qué noches inocentes fabricamos
con martinis Vesubio, y sin vermut,
pero con mucha vodka que endulzase
la extrema sequedad de la seca ginebra…
Ése fue el latigazo en medio de mi cara,
latigazo adorado por la noche…
Muy pronto cada noche y todas ellas,
hasta que transformamos y quisimos
nuestras dulces costumbres.
No es la fertilidad ningún progreso
ni nada hermoso a que precipitarse…
El verano recubre los pasados errores
con sus hojas doradas.
Alguna vez sorprendo yo a mi mente,
con mirada brillante, dando vueltas…,
a mi perdido amor que atrapar quiere
tu rostro ya perdido.
Verano tras verano se marchitan,
en su propio fulgor todos los álamos…
Se trata de un espacio para la juventud:
el sitio en que ellos mismos se destrozan
contra el borde espumoso de las olas.
Los perros desconocen el olor de mi cuerpo.