Desde 1939[5]

Nosotros nos perdimos la declaración de guerra…

íbamos disfrutando en tren hacia el oeste,

a celebrar allí nuestra luna de miel.

Pasábamos las hojas, en los Poemas de Auden,

de los revolucionarios años treinta,

hasta que nos dormíamos mecidos

por aquel confortable trote arrítmico

de lo obsoleto… Ahora,

cuando soy más consciente de todos mis errores,

echo de menos demasiadas cosas.

Veo que una muchacha está leyendo

el último libro que Auden ha publicado…

Debe ser esta chica muy moderna,

lo está diseccionando en el pretérito.

Auden es tan histórico, como lo es ahora Múnich,

y hasta puede que amase

la podredumbre del capitalismo.

Vivimos todavía con el mismo demonio

de sus errores y equivocaciones,

de las que debió él desear

desprenderse, sin más, con triquiñuelas picaras,

muy propias de estos tiempos.

En nuestra aún pendiente revolución,

todo parece terminar ahora,

sin que haya nunca nada comenzado…

Sobrevive el demonio a su vacío,

y cojeando y maldiciendo

camina a su extinción una masa moral,

que en ninguna balanza registraría peso…

Eruptos como manchas sobre el tono

amarillento claro de la anémona.

Bastante han resistido Inglaterra y América

como para temer a su pasado: esas rutinas

que, tal si fuesen cera, las moldean…

Lo próspero, lo alegre, la acidez de su furia…

Hace casi una década,

los caballeros africanos negros

abarrotaron su diminuto cementerio inglés,

y al basurero echaron estatuas mortuorias,

Victorias, Kitcheners, mercenarios de Belfast

arruinados por jefes,

que les habían hecho a su medida

como si fuesen de jabón… Engañados

con barajas trucadas que les hacían perder

sus salarios ahorrados para sobrevivir

a una ruina tan falsamente libre.

¿Tal vez han maquillado a los soldados

con idénticas cremas que a las grandes actrices

para que en sus ensayos salgan favorecidos?

¿Pensarían quizá que seguirían con vida

si mantenían su espíritu?

Sentimos que la máquina se nos va de las manos,

como si alguien desconocido

nos fuese arrebatando su manejo…

Si vemos una luz hacia el final del túnel,

son los faros del tren que se nos echa encima.