XV

Mic-Napoca está cubierta de nieve, es el enero más frío que recuerda Cesare y nos lo repite cada mañana. Papá está enfadado con él porque su mula se ha comido el sombrero de paja que suele usar en verano. Era su sombrero favorito.

El abuelo fuma su pipa mientras lee a Homero tras sus gafillas de concha. De vez en cuando levanta la vista y mira por la ventana el bosque cercano y, más allá, los Cárpatos nevados. Lena mece a su bebé y le canta una extraña mezcla de sonidos a medio camino entre las nanas reivindicativas de mama y la última canción de moda con la que Georghe Antonescu nos bombardea diariamente. La abuela ha salido con Natasha y me han prestado a Nicolai, para que nos hagamos mutua compañía mientras nos recuperamos de una gripe galopante que nos ha tenido guardando cama desde la partida de Cole. A veces, mi duendecillo rubio como las espigas de trigo en verano me pregunta por él.

—Volverá en primavera, Nicolai. En abril.

Pero Nicolai no entiende de estaciones ni de tiempos verbales y algunas mañanas se escapa de su casa para salir al patio a esperarle. A veces nos impacientamos.

Papá todavía no se cansa de preguntarme hasta cuándo me voy a quedar. Disimula su alegría haciéndose a la idea de que todo es provisional y de que cualquier día volveré a Londres. Lena ha empezado a trabajar en el Sinaloa y sospecho que tiene planes románticos para Teresa que tienen mucho que ver con nuestro padre. Me pregunto cuándo pensará informar a ambos.

He empezado a tejer mi propio chal. Es de color verde manzana y tendrá capullos de rosa color violeta. De momento, me enredo con los hilos y pido ayuda a la abuela cincuenta veces al día. Pero disfruto del baile del ganchillo aquí, junto a la chimenea, con el fuego arrancando reflejos anaranjados del hierro, mientras Nicolai juega con sus coches por encima de mis pies y tararea una canción sobre una vaca amarilla.

El abuelo nos mira por encima de sus gafas de concha. Tiene el libro de Homero abierto por una de las páginas del final y sonríe pensativo.

—Penélope espera —me dice cuando se da cuenta de que le devuelvo la mirada.