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—¿Estáis listos? —pregunta el árbitro.

Los dos capitanes responden que sí.

—Entonces, adelante —ordena el colegiado, con el balón en la mano.

Los Cebolletas y el Huracán se dirigen hacia el centro del campo, mientras en las gradas los espectadores aplauden y los tambores brasileños del padre de João empiezan a redoblar. Don Calisto, que está junto a los padres de los Cebolletas, ondea una bandera blanca con una cebolla amarilla en el centro. Las chicas del Rosa Shocking han acudido a animar a su antigua jugadora, Elvira. El esqueleto Socorro está en su sitio, junto a Tino, que se dispone a escribir la crónica del primer partido de la liga. La primera liga entre equipos de once jugadores que van a disputar los Cebolletas.

Mientras se dirige hacia el círculo del centro del campo, con su brazalete atado, Tomi se da la vuelta: nunca ha visto a tantos Cebolletas detrás de él. Hay diez y no seis, como de costumbre: Fidu, concentradísimo, con la cadena de lucha libre al cuello, que dejará apoyada como siempre en el interior de su portería; Sara, Dani, Elvira, João; además están Julio, antiguo extremo derecho del Real Madrid; Bruno, antiguo número 10 de los Diablos Rojos; Aquiles, antiguo matón, e Ígor y Raffaele, apodado el Niño, antiguo delantero centro del Roma.

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Los equipos se colocan formando dos líneas en medio del campo y, en cuanto pita el árbitro, saludan a los espectadores levantando un brazo.

En ese momento Tomi ve desfilar por su imaginación toda la historia de los Cebolletas, como en una película proyectada a toda velocidad: la propuesta de Champignon en el Pétalos a la Cazuela, la prueba de Nico y Fidu, el encuentro con João en el Retiro, Becan lavando parabrisas en un semáforo, las gemelas bajando del cochazo conducido por Augusto, Dani con su pelota de baloncesto, los gemelos del arcoíris, la final perdida, la final ganada, el partido en el Maracaná de Río de Janeiro, el Tenedor de Oro de París, la operación de corazón de Champignon, Eva…

¡Cuánto camino han recorrido los Cebolletas hasta llegar a su primera liga con equipos de once jugadores, que hoy empieza!

—¿Cara o cruz? —pregunta el árbitro antes de lanzar al aire una moneda.

—Cruz —contesta sin dudarlo el capitán del Huracán.

La moneda cae sobre la mano del árbitro: ha salido cara.

—¿Pelota o campo? —pregunta el colegiado.

—Pelota —escoge Tomi.

Así que serán los Cebolletas quienes hagan el saque inicial.

Tomi coloca el balón sobre el círculo de yeso. Justo a su lado se encuentra el Niño, listo para recibir el primer pase del partido. Lleva una cinta de cuero parecida a la de su hermana, para sujetarse el cabello rubio sobre la frente.

El capitán observa a Nico, Becan, Lara y Pavel, sus amigos, en el banquillo.

—Perdone un segundo, señor árbitro —dice Tomi antes de echar a correr hasta el borde del campo.

«Choca rápidamente la cebolla» con cada uno de los cuatro reservas y después vuelve corriendo al centro del campo.

Gaston Champignon sonríe y se atusa el bigote por el extremo derecho.

—¡Buena liga, capitán! —exclama Rafa.

—¡Buena liga a ti también, Niño! —responde Tomi, asintiendo con una sonrisa.

El árbitro pita.

Los dos Cebolletas se intercambian el balón.

¡La aventura de la liga entre equipos de once jugadores acaba de empezar!

¿Qué tal lo harán los Cebolletas?

¿Logrará divertirse João en su nuevo puesto de lateral izquierdo?

¿Conseguirá Nico adaptarse al nuevo campo y recuperar su puesto de titular?

¿Y los demás reservas?

¿Volverá a aparecer Eva en el ordenador de Tomi?

¿Alcanzarán las flechas de Adriana el corazón del capitán?

¿Se comprometerá Augusto con Violette?

¿Lograrán ganar Los Esqueléticos el concurso para el Concierto de Nochebuena?

En el próximo libro te lo contaré todo.

¡Hasta pronto! O, más bien, ¡hasta prontísimo!