A Sergio, que me pidió que escribiera

un libro titulado Mago por accidente.

A mi padre, que sugirió que cambiara

ese título por Mago por casualidad.

A Andrés, que fue el primero en leer

la historia una vez terminada.

A Fernando, que la disfrutó a carcajadas.

A Pablo, que me pidió que le diera

otra oportunidad.

A Trini, que se la dio.

Y a todos aquellos que van e leerla en el futuro.

Para que nunca dejemos de soñar con la magia…

¡aunque a veces cause tantos problemas!

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