Epílogo

Mira que eres burro, Ratón.

—Bueno, ¿qué pasa? Un error lo tiene cualquiera.

—¿Seguro que todavía lo quieres de mago real, princesa?

—Bueno, no sé. Podemos dejarlo de mago suplente.

—Y ahora, ¿qué haremos? ¿Cómo volveremos?

—Mago real, usad vuestro poder para enderezar aqueste entuerto, si os place.

—Se me ha mojado la magia: habrá que esperar que se seque.

—Y, entretanto, ¿qué hacemos? Yo me aburro como una ostra.

—De momento, Robustiano, podrías dejar de pisarme.

—Es que no quepo aquí.

—Ni tú ni nadie, así que no invadas mi pedacito de metro cuadrado, carota.

—¡Mecachís! ¿Dónde está mi pañuelo favorito? ¡Lila!

—¡Lo he robado según el Código!

—¡A ver, a ver, haya paz! La baraja, ¿dónde ha ido a parar?

—Se ha mojado, Adelfo.

—Claro, con tanta agua…

—¡Ay, ay, ay…!

—Decidle a ese mago sin poderes que se calle.

—Pues a mí, compañeros, ya no me desagrada tanta aquesta ínsula. Téngole cierta afición.

—Yo también, un poquito.

—¡Pues yo no, y quiero volver a casa!

—¡Ay, ay, ay…!

—¡Bueno, bueno, no os pongáis así! En cuanto se me seque la magia, lo intentaré otra vez.

—Vale, ¿y qué hacemos ahora?

—Veo veo…

img25

FIN