LA PARÁBOLA:

Una vez, cinco bestias discutieron sobre lo que era más importante para la vida: los ojos, los oídos, los dientes, la mente o el aliento.

—Probémoslo nosotros mismos —dijo el puma.

Y como era el más fuerte, todos estuvieron de acuerdo.

Por lo tanto, la tortuga se quitó los ojos y sin ellos quedó ciega. No podía ver el amanecer ni la puesta del sol. No podía ver las siete capas de color en su estanque. Pero todavía podía oír, comer y pensar. Por lo tanto, las bestias decidieron que los ojos no tenían gran importancia.

Luego la liebre entregó sus orejas. Y sin ellas no podía oír las ramitas que se quebraban cerca de su cueva, ni el viento a través de los brezos. Se veía muy extraña. Pero todavía podía ver y pensar, y no encontraba dificultades para comer bien. Por lo tanto los oídos también quedaron descartados.

Entonces el lobo se quitó todos los dientes. Sin duda le resultaba muy difícil comer, pero de todos modos se las arreglaba. Se encontraba mucho más flaco, pero podía ver y oír, y con su mente aguda ideó otras formas para alimentarse. Los dientes no eran lo más importante.

Luego la araña entregó su cerebro. De todos modos era un cerebro tan pequeño, dijo el puma, que no había quedado más estúpida de lo que era antes. Como las moscas eran todavía más estúpidas, seguían cayendo en su tela aunque ésta tenía un aspecto extraño y ya no era hermosa.

Entonces el puma rió.

—Hemos probado, queridos amigos, que los ojos, los oídos, los dientes y la mente tienen poca importancia, tal como siempre he sospechado. El principal es el aliento.

—Eso aún debe probarse —dijeron juntas las otras bestias.

Y así fue como el puma tuvo que desprenderse de su aliento.

Después de un rato, cuando para todos quedó bien claro que estaba muerto, lo enterraron. Y de esa manera cinco bestias demostraron, sin lugar a dudas, que el aliento es lo más importante de la vida, ya que sin él no hay vida.