33.          Dos años antes

 

 

Kaitlin llegó al pequeño apartamento que compartía con Harry. Resultaba curioso que, a pesar de que habían vivido juntos casi toda su vida, no había sido hasta convivir voluntariamente que habían llegado a intimar. La decisión había sido en un principio económica, pero al final les dio mucho más que dinero. Kaitlin aportaba la estabilidad. Era organizada, efectiva con el dinero y muy ordenada. Harry, por su parte, ayudaba a su hermana a que fuera más sociable y pudiera estar con gente sin sentirse incómoda; algo necesario si querían que su plan surgiera efecto. También la obligaba a descansar, algo que a ella le costaba mucho. Estaba agotada, pero no podía parar el ritmo de vida si quería conseguir lo que se había propuesto. Estudiaba, trabajaba y el escaso tiempo libre que tenía lo pasaba en la prisión con Jason. Se había cambiado el nombre, era necesario si quería visitarle como su pareja y no como su hermana. Y no podía fingir que no quería acariciarlo, besarlo, estar en sus brazos. Le amaba más cada día que pasaba y lo mismo le sucedía a él. De la misma forma intensa de siempre que ella adoraba. Harry también visitaba a Jason en la cárcel, pero jamás con ella. Kaitlin comprendía que su hermano necesitaba tiempo antes de verlos juntos y no iba a presionarle. Además, ella se sentía más libre si estaba con Jason a solas. Sonrió al pensar que todo parecía marchar bien y se sentó en el sofá, dispuesta a darse unos minutos de descanso antes de ponerse a estudiar. Apenas había entornado los ojos cuando Harry entró como una exhalación. Su rostro mostraba tanta congoja que ella saltó del sofá con tanta rapidez que casi se resbaló:

—¿Qué ha pasado

—Se trata de Jason. Le han apuñalado.

—¿Qué?

—Hubo una pelea, es lo único que sé.

—¿Dónde está? ¡Quiero verlo!

—Está el hospital, pero no…

Antes de que terminara de hablar, Kaitlin ya estaba casi en la puerta.

—Llévame a donde está. Me da igual las malditas normas de la prisión, quiero verlo y no pararé hasta conseguirlo.

Harry suspiró, pero aceptó con la mirada, ya que era consciente de que nada de lo que dijera la detendría.

Cuando llegaron al hospital, Harry recordó las horas que había pasado allí mientras Kaitlin se debatía entre la vida y la muerte. Y ahora volvían a estar allí, pero ahora era Jason el que estaba en la misma situación. Kaitlin estaba histérica, así que fue él quien se encargó de hacer las preguntas y obtener toda la información. Jason estaba en quirófano y, cuando saliera, estaría bajo custodia; pero tenían la esperanza de verlo; algo que pareció tranquilizar un poco a Kaitlin.

Las horas de espera se les hicieron interminables, y no fue hasta casi la madrugada cuando el doctor se acercó a ellos para explicarles la situación:

—Ha sido un golpe limpio, pero ha perdido mucha sangre. De todos modos, es un hombre fuerte y joven y tenemos grandes esperanzas de que se recupere.

—Me alegra escuchar eso, doctor —se oyó una voz a sus espaldas.

Los dos hermanos le reconocieron en seguida, era uno de los responsables de la prisión, al que habían visto en algunos encuentros. Kaitlin, a la que la ansiedad le había hecho perder su habitual cordura, le miró con odio y le espetó:

—¿Cómo ha dejado que pasara esto?

Él suspiró y, acostumbrado como estaba a ese tipo de acusaciones, respondió con sinceridad:

—Es una cárcel. Y lamentablemente a veces se dan este tipo de situaciones. Pero debo decirles que me encargaré personalmente de buscar a los culpables y de que paguen por lo que han hecho.

—Se lo agradecemos, señor —contestó Harry en nombre de los dos.

Los ojos de Kaitlin se llenaron de lágrimas y el responsable añadió:

—Daré orden para que puedan pasar a verlo. Usted es su novia, ¿verdad?

Ella asintió y Harry añadió, rogando para que nadie cuestionara la identidad falsa de Kaitlin y fuera ella la que terminara en la cárcel:

—Yo soy su hermano —se presentó.

—Bien, en ese caso dejaré escrito que, cuando recupere la consciencia, ambos puedan pasar a hablar con él.

—Se lo agradecemos —repitió Harry en nombre de los dos, ya que Kaitlin parecía estar en trance.

Cuando se quedaron solos, la llevó hasta la silla de la sala de espera y le dijo:

—Se pondrá bien. Y podemos verlo…

Ella no pareció escucharlo. Permanecía ausente, mirando al infinito. Al final dijo:

—Es por mi culpa.

—No, claro que no.

Los ojos de Kaitlin se alzaron con firmeza hacia él. Parecía tan rota en su interior. En un susurro sollozó:

—Ayer estuvimos juntos.

Harry se mordió el labio. A pesar del tiempo transcurrido le seguía pareciendo una aberración la relación que sus hermanos mantenían, pero se había acostumbrado a fingir que no existía, menos a imaginar lo que hacían en los encuentros privados que mantenían en la prisión. Por ello comentó:

—No quiero hablar de ello.

—Pero yo sí. Tú tenías razón. Lo que hacemos está mal y por eso la vida nos castiga una y otra vez.

Harry vaciló. Llevaba años esperando que ella le diera la razón, pero no de esa forma. Ella insistió:

—Amarme ha hecho que Jason haya pasado la mayor parte de su vida preso. Primero en un correccional y luego en la cárcel.

—Eso fue culpa de sus propias decisiones —le recordó Harry.

—Lo sé, pero las toma porque está conmigo. Nuestro amor le mata poco a poco, y yo he sido tan egoísta que hasta ahora no me he dado cuenta.

—¿Qué quieres decir?

Kaitlin apretó los labios en aquel gesto tan característico suyo cuando necesitaba ser fuerte y contestó:

—Ahora está herido y nos necesita. Pero cuando mejore y esté segura de que está bien, no volveré a verlo.

—No puedes hacer eso —protestó él.

—¿No es lo que querías? —le preguntó con amargura.

—Nunca entendí por qué os amáis como lo hacéis, pero sé que no serás feliz si le alejas de ti. Así que no quiero que hagas eso por mucho que me cueste aceptar vuestra relación —respondió Harry con una sinceridad que le dolía.

Kaitlin en respuesta le acarició la mejilla y le dijo:

—Amar no significa tener siempre lo que uno quiere, sino conseguir que la persona amada lo tenga. Está en esa cárcel porque intentó conseguir dinero para pagar mis estudios de la universidad. Si no lo hubiera hecho, ahora estaría libre y no en la cama de un hospital herido por un maldito asesino en la prisión. Tengo que alejarme de él antes de que sea demasiado tarde.

—Jason se morirá si le abandonas —replicó Harry, maldiciendo para sus adentros que tuviera que ser él quien defendiera al mismo hermano al que había odiado tanto por seducir a Kaitlin. Sin embargo, si algo había aprendido en aquellos años es que Jason la amaba desesperadamente; igual que ella a él; y algo le decía que separarlos tendría terribles consecuencias para ambos.

—Sé que será duro para ambos, pero Jason no tendrá futuro si yo estoy cerca de él. ¿Me ayudarás con eso?

—¿Estás segura? Ahora estás cansada y afectada y…

—Los pecados se pagan, Harry. Y Jason ha pagado con creces por los nuestros. Necesito liberarle de eso. Por favor, ayúdame…

Mientras lo decía apoyó su cabeza sobre la de él. Harry sintió los gruesos lagrimones empapar su jersey y el temblor en el cuerpo de su hermana que evidenciaba el profundo dolor que su decisión le provocaba. La apretó contra sí y siguió haciéndolo durante las horas que esperaron hasta que Jason se despertó. Y, cuando lo hizo, la ayudó a fingir que nada iba a cambiar. Pero, cuando Jason se recuperó, Kaitlin cumplió su promesa y se marchó lejos de él, a sabiendas de que era la única forma de que Jason dejara de pagar por su relación prohibida.

Las dos caras de la penumbra
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