Las 16.30

—Oye, ahí dentro está todo el mundo roque —dijo el policía Lambert.

El policía Roux— miró su reloj y echó un vistazo circular al decorado.

—Sin duda, están durmiendo la siesta; ésta no es hora para venir a molestar a la gente.

Puntuó su observación con una fina sonrisa.

—Yo no duermo la siesta —dijo el policía Lambert.

Aparcaron sus motos en medio del caserío. Lambert contemplaba las ruinas. No se veía la menor señal de vida. Algunas cornejas graznaban perezosamente.

Roux atravesó el patio de la casa principal. Tocó con discreción en el batiente de tablas. Un lagarto surgió bajo la puerta y se escurrió por entre sus botas, pero nada respondió.

Gros dormía. Soñaba con la pasta. Se despertó bruscamente.

—¿Hay alguien? —gritaba una voz.

Se volvió de costado, registrando mecánicamente la presencia de Luce, inconsciente y desnuda a su lado, y el hecho de que también él se encontraba en pelota en la cama de la pintora. Luego, vio la puerta entreabierta en la que de repente se encuadró la silueta de un policía.

Instintivamente, Gros empuñó la Luger—Erma, que se encontraba en un taburete contiguo a la cama, apuntó sobre el policía y le disparó una bala en el ojo.