9/IX

He terminado de recogerlo todo. Es evidente que he alargado la tarea, para llenar el tiempo. Ahora ya he terminado y mañana tengo que irme. Sigo sin tener destino. En un repentino arrebato de preocupación por este asunto, he mandado correos electrónicos a antiguos profesores y a antiguos compañeros de clase, preguntándoles si saben de algún trabajo. He intentado mostrarme como alguien que no tiene adónde ir mañana. Desde un punto de vista económico, no necesito trabajo. No tengo que pagar más tasas académicas y prácticamente no he gastado nada del dinero que mamá y papá me dejaron. Pero me doy cuenta de que un trabajo es lo que sostiene la vida fuera de la universidad. Es algo que te indica adónde ir cada día y qué hacer. Han pasado tres horas y nadie me ha contestado. Le doy al botón de actualizar como una de esas ratas a las que les dan cocaína.

Tres horas más, y todavía nada. ¿Qué esperaba? Gente con la que no me he dignado hablar en años. ¿Por qué suponía que iban a acordarse de quién soy?