3/IX

He empezado a recoger mis cosas. La incapacidad para las tareas prácticas de nuevo asoma su fea cabeza. Mientras llenaba una caja, he conseguido tapar con cinta todas las aberturas. (¿Un ejemplo apropiado de victoria pírrica?). Las habitaciones llenas de cajas de cartón me traen recuerdos desagradables de cuando recogí la casa en B. Los papeles de mamá rebosaban por el fondo de una caja demasiado llena. Esta tarde he repasado mis propios papeles. Exámenes, trabajos, hasta llegar a los años de la escuela elemental en Gustav. Qué raro comprobar que todo acaba aquí, en el presente. Supongo que asumía que en cierto momento serían de interés para otros (¿académicos?, ¿compañeros de clase?). Reconocer este narcisismo ha sido una auténtica lección de humildad. He abierto un boletín escolar cubierto por un plástico, la opinión de Judith sobre la batalla de Gettysburg en sexto. Papá estuvo paseándose por el campo de batalla aquella primavera. Llevaba unas botas de goma verdes, cubiertas de barro. Eso y un largo trayecto en coche. Interesante lo que flota en el mar de la memoria, cuando todo lo demás se hunde. En cualquier caso, pienso dejar casi todos los trabajos, etc.

Resisto fuertes impulsos de corregir las entradas que he escrito hasta ahora. No deben complacer a ningún profesor, en primer lugar, y en segundo, no quiero que este diario trate de mí escribiendo un diario. Tedioso, y de nuevo narcisista.