GEORGE BERNARD SHAW
CÉSAR Y CLEOPATRA. LA COMANDANTE BÁRBARA. CÁNDIDA
¿Qué decir, qué no decir, de Bernard Shaw? Se lo ve como un ingenioso, pero el hombre que dejó escrito «Ser usado para fines innobles es la única tragedia; lo demás es mera mortalidad e infortunio» o «He dejado atrás el soborno del cielo» o «Ser maltratado no es un mérito» ciertamente fue mucho más.
Nadie ignora su biografía. Nació en Dublín en 1856, de estirpe protestante. Una de sus primeras decisiones fue huir de Irlanda. En 1876 lo hallamos en Londres. Conoció a William Morris y se afilió a la Sociedad Fabiana, que tomó su nombre de Fabio el Demorador y que pensaba que el mundo llegaría gradualmente al socialismo, sin que una revolución fuera necesaria. Publicó cinco novelas heterodoxas, redactadas en el límpido estilo del siglo XVIII. Ejerció la crítica dramática y la crítica musical. En dos famosos libros sobre Wagner y sobre Ibsen, expone y enriquece el pensamiento de esos autores. Casi cuarenta años tardó en descubrir su genio dramático. Su primera pieza data de 1892. Comprendió que la sátira de Inglaterra conviene para el éxito en Inglaterra. En 1901 aparecieron en volumen sus Three Plays for Puritains, título paradójico, ya que los puritanos prohibieron las representaciones teatrales.
En 1921 escribió su Back to Methuselah que nos muestra diversos avatares de una fuerza divina, que se ramifica en planetas, en piedras, en árboles, en animales y en hombres y que regresa al fin a su fuente. Esa filosofía coincide con la de otro irlandés, Escoto Erígena, del siglo IX.
Predicó la longevidad y murió a los noventa y cuatro años.
En su Der Untergang des Abendlandes, Oswald Spengler escribe que la última obra significativa de la cultura fáustica fue Major Barbara, que figura en este volumen. Los escritores de nuestro siglo se deleitan en las flaquezas de la condición humana; el único capaz de imaginar héroes fue Bernard Shaw. El protagonista de Caesar and Cleopatra es harto más complejo que los Césares de Plutarco y de Shakespeare.