LEOPOLDO LUGONES

EL IMPERIO JESUÍTICO

Cabe decir que el hecho capital de la vida de Alonso Quijano fue la lectura de los libros que lo indujeron a la singular decisión de ser don Quijote. De un modo análogo, el descubrimiento de un texto fue para Lugones algo no menos vívido que la cercanía del mar o de una mujer. Detrás de cada uno de sus libros hay una sombra tutelar. Detrás de Los crepúsculos del jardín, cuyo nombre ya es un poema, está la sombra de Albert Samain; detrás de Las fuerzas extrañas, la de Edgar Allan Poe; detrás del Lunario sentimental, la de Jules Laforgue. Así es, pero sólo Lugones pudo haber escrito esos libros, de fuentes tan diversas. Trasladar al rebelde castellano las cadencias del simbolismo no es poca hazaña. Homero, Dante, Hugo y Walt Whitman fueron esenciales para él.

Con «Rubén Darío y otros cómplices» (la frase es de Lugones) emprendió la máxima aventura de las letras hispánicas: el modernismo. Este gran movimiento renovó los temas, el vocabulario, los sentimientos y la métrica. Iniciado de este lado del mar, el modernismo cundió a España, donde inspiró a poetas quizá mayores, a Juan Ramón Jiménez y a los Machado.

Hombre de convicciones y de pasiones elementales, Lugones forjó un estilo complejo, que influyó benéficamente en López Velarde y en Ezequiel Martínez Estrada. Este exornado estilo solía no condecir con los temas. En El payador (1915), que inauguró el culto del Martín Fierro, hay una evidente desproporción entre la llanura, que los hombres de letras llaman la Pampa, y los intrincados períodos; no así en El Imperio jesuítico. En 1903, el gobierno argentino le encargó la redacción de esta memoria, que es ahora este libro. Lugones pasó un año en el territorio donde la Compañía de Jesús ejecutó su extraño experimento de comunismo teocrático. En estas páginas hay una afinidad natural entre la exuberancia de su prosa y la de las regiones que nos revela.

Es interesante comparar este «ensayo histórico» de Lugones con el trabajo análogo de Groussac sobre el padre José Guevara y su Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán. Lugones registra las leyendas milagrosas que pululan en los textos de los jesuitas; Groussac insinúa, al pasar, que una fuente probable de esa milagrería fue cierta bula que se refiere a la canonización con estas palabras precisas: «Las virtudes no bastan sin los milagros».

Leopoldo Lugones nació en la provincia mediterránea de Córdoba, en 1874, y se dio muerte en 1938, en una de las islas del Tigre.