ENOCH A. BENNETT
ENTERRADO EN VIDA
Enoch Arnold Bennett (1867-1931) se consideraba un discípulo de Flaubert, pero no pocas veces fue algo menos severo y más agradable; un buen heredero de Dickens. Nos ha legado tres largas novelas hoy clásicas: The Old Wives’ Tale (1908), Clayhanger (1910) y Riceyman Steps (1923), que indudablemente son obras maestras, de lectura intensa y conmovedora. En su Historia de la literatura inglesa, obra curiosamente parca en elogios, George Sampson lo juzga genial, pero ese epíteto sugiere violencias y altibajos que son del todo ajenos a Bennett y a su estilo sereno, que pasa inadvertido como el cristal. Bennett se entregó a la literatura con una suerte de entusiasmo tranquilo. A diferencia de H. G. Wells, de quien era amigo íntimo, nunca permitió que sus opiniones intervinieran en su obra.
Enterrado en vida data de 1908. Su héroe, Priam Farll, que manda a la exposición anual de la Royal Academy un cuadro con un vigilante y, al año siguiente, otro, con un pingüino, es un tímido; la historia entera, con todas sus luces y sombras, surge de un solo acto de timidez. La crítica la juzga la mejor de las comedias domésticas de Arnold Bennett, pero esa abstracta definición, acaso irrefutable, nada nos dice de las muchas felicidades y de las muchas sorpresas que en este libro nos aguardan.
Arnold Bennett fue uno de los primeros que reconocieron a William Butler Yeats. Escribió: «Yeats es uno de los grandes poetas de nuestra era, porque media docena de lectores sabemos que lo es».