135
—Están riquísimas —dijo Gekrepten—. Ya me comí dos mientras las freía, son una verdadera espuma, creeme.
—Cebá otro amargo, vieja —dijo Oliveira.
—En seguida, amor. Esperá que primero te cambio la compresa de agua fría.
—Gracias. Es muy raro comer tortas fritas con los ojos tapados, che. Así deben entrenar a los puntos que van a descubrirnos el cosmos.
—¿Los que van volando a la luna en esos aparatos, no? Los meten en una cápsula o algo así, ¿verdad?
—Sí, y les dan tortas fritas con mate.