IV
Algo andaba mal.
La atención principal del avatar regresó de inmediato a su nave nativa. La Zona gris y las tres naves de guerra habían abandonado ya su envoltura y, protegidas por sus propias redes de campos, estaban decelerando a velocidades que la UGC podía soportar. La Excesión se encontraba delante de ellos. La Servicio durmiente acababa de completar su primer escáner de proximidad. Pero la Excesión había cambiado; había restablecido sus enlaces con las redes de energía y a continuación había crecido; y entonces había hecho erupción.
No era como el crecimiento que la Destino susceptible de cambio había presenciado y que aparentemente la había transportado. Aquello había sido algo basado en el tejido del espacio-tiempo o en alguna novedosa utilización de los campos. Esto era algo encarnado en el fuego definitivo de la propia red de energía, algo que se vertía sobre el Infraespacio y el Ultraespacio enteros, e invadía también tejido, creando un inmenso y ardiente frente de ola de forma esférica que recorría el espacio tridimensional.
Estaba expandiéndose con rapidez. Una rapidez imposible; una rapidez explosiva, que llenaba los cielos. Tan grande que casi era imposible de medir y desde luego demasiado grande para poder estimar su forma auténtica. Tanto que, en cuestión de minutos, posiblemente, la Servicio durmiente topara con ella. Al VGS le sería imposible frenar o virar para evitar la conflagración.
De repente el avatar se quedó solo. La Servicio durmiente cortó por un momento toda conexión mientras se concentraba en dispersar su propia flota de guerra.
Algunas de las naves fueron Desplazadas desde su interior. Desaparecieron de los miles de hangares en los que habían sido sigilosamente fabricadas a lo largo de las décadas y reaparecieron en el hiperespacio, con los motores encendidos y orientadas en trayectorias de alejamiento. Otras –la inmensa mayoría– quedaron a la vista cuando la nave gigantesca levantó algunas de las capas superiores de su estructura de campos. Todos los vehículos que había mantenido ocultos durante las últimas semanas, flotas enteras de pequeñas naves, fueron diseminados como semillas desde una sembradora colosal.
Cuando el avatar volvió a estar conectado al VGS, la mayoría de las naves se habían alejado, dispersas por el hipervolumen, en una serie de frenesís explosivos. Un bombardeo de naves; capas y floraciones de navíos; como el despliegue de una jerarquía entera de municiones, hasta la última cabeza explosiva de una nave de guerra. Una nube de vehículos; una muralla de naves precipitándose hacia la creciente hiperesfera de la Excesión.