Capítulo 27
Desde que encontró la solicitud de amistad de Roberto, la vida de Dafne había vuelto a convertirse en una aventura. Se acabaron los días que se repetían a sí mismos, la espera que no llegaba a ninguna parte, la ansiedad, los correos electrónicos sin contestación, y los sms sólo de ida. Ahora su móvil no dejaba de recibir mensajes del nuevo número que le había dado Roberto, y ya conocía la razón por la que él no se había puesto en contacto con ella durante más de un mes, él mismo se lo contó en una de las múltiples conversaciones que mantuvieron desde el ordenador de Paula, siempre con el mismo tono y la misma alegría por parte de Dafne. Roberto no dejaba de contarle historias sobre sus vacaciones.
—He estado de viaje por Europa. No puedes imaginar cuántas cosas bonitas he visto. Pero ninguna como tú.
—Wueno, gracias, xro no exagers. Yo no soy tan bonita.
—Sí que lo eres. Y tú tienes que saberlo. ¿O es que no hay montones de chicos detrás de esos ojos?
—No muxos, no t creas. Y sobr todo, no ls q m importan a mí. Algunos hasta dsaparecn sin más, justo cuand m pidn speranzas y yo s ls doy.
—Esos son unos tontos.
—¿T dics tonto a ti mismo?
—No. Yo nunca desaparecería sin más.
—Pues lo hicist, tío, has stado más d 1 mes sin dar señáis d vida. Ni sms, ni facebook, ni móvil, ni nada de nada. Xq no cntstabas?
—Ya te lo he dicho. He estado viajando por Europa, y no tenía internet.
—Y el móvil? Podías habr cntstado alguno de mis sms? Aunq fueran 2 palabrs, tmpk creo q fuera tan caro.
—Lo siento. La verdad es que no sé qué pasó con ese móvil. Pero ya tienes mi número nuevo y mi nueva dirección de correo, para que puedas localizarme a cualquier hora. No te cortes. Hazme perdidas y te llamo yo.
—Weno. De momnto conténtat con el facebook. No m llams hasta q yo no t lo diga.
Y cuando no estaban conectados al chat de facebook, no dejaban de enviarse mensajes al teléfono móvil. A Dafne no le extrañó que Roberto no utilizase abreviaturas para ahorrar espacio y escribir más rápido, como todo el mundo. Ni siquiera se planteó el motivo por el que había cambiado incluso en la forma de expresarse. Ni por qué nunca le había propuesto que se conectasen con una webcam, que, por otro lado, hubiese resultado una complicación. Y es que a ella no le importaba cómo se comunicaban entre sí, lo único que tenía importancia era que lo hiciesen. Y si era sin cámaras, mucho mejor.
Dafne sólo quería que se estableciera entre ellos una relación de confianza, para poder contarle toda la verdad con el tiempo. Aún no sabía cómo iba a hacerlo, pero lo haría, le contaría que Dafne no existe, que la chica de los ojos de gato no se llama así, y que nunca le ha enviado mensajes ni ha hablado con él en el chat. Y tampoco le ha querido como ella le quiere, desde el día en que él sujetó la puerta del Chino para dejarla pasar por debajo de su brazo. Pero todavía es pronto para sacarle del engaño. Aún tiene que convencerse a sí misma de que él puede llegar a sentir por ella lo mismo que ella siente por él.
Le falta atreverse a pasar al teléfono, para saber cómo suena su voz cuando no está gritando con sus amigotes en el Chino. Y eso que a él le encantaría que Dafne le llamase, pero todavía no ha llegado el momento. No está preparada para dar ese paso. Roberto, sin embargo, insiste cada día en que necesita oírla.
—Déjame que te llame y hablamos en persona. No con esta máquina que no deja que nos conozcamos de verdad. Dime sólo a qué hora y yo te llamo. Así tú no gastas.
—Mjor no. Q m cobran a mí la confrncia aunq m llams tú.
-oOo-
Llevaban ya un tiempo hablando todas las tardes desde el ordenador de Paula, cuando Roberto le confesó que sabía que le mentía con respecto a su estancia en Londres.
—¿Por qué dices que estás en Londres si no lo estás? No está bien eso de engañar a los demás ¿no te parece?
—Y tú q sabs si stoy en Lndres o no?
—Muy sencillo, porque el número de teléfono desde el que me envías los mensajes no tiene el prefijo de Londres. Lo sé desde el principio. ¿No sabes que cuando se hacen llamadas desde el extranjero hay que utilizar un prefijo? ¿Has llamado a mucha gente desde Londres sin prefijo?
No parecía enfadado. Más bien parecía que le recriminaba el hecho de mentir, pero no a él, sino a cualquiera que fuese al que estuviera engañando.
—Sí, xq mi tlfno es special.
—Sí, tan especial que yo te he pillado. No has podido llamar a nadie sin el prefijo internacional. Pero da igual, el caso es que ahora que los dos sabemos que no estás en Londres, es hora de decidir cuándo nos vemos. ¿No te parece? Dime a qué hora te veo mañana y dónde.
Dafne ni siquiera pensó la siguiente mentira que se inventó para que fuese imposible la cita.
—Es q ahora stoy en la playa. M he venido d vacaciones con 1 tía mía.
—No me lo creo. ¡Vamos! Dime de una vez dónde quedamos. Tengo que contarte en persona una cosa que tienes que saber. Es muy importante.