VERANO
Verano, verano rey,
del abrazo incandescente,
sé para los segadores,
¡dueño de hornos!, más clemente.
Abajados y doblados
sobre sus pobres espigas,
ya desfallecen. ¡Tú manda
un viento de alas amigas!
Verano, la tierra abrasa:
llama tu sol allá arriba;
llama tu granada abierta;
y el segador, llama viva.
Las vides están cansadas
del producir abundoso,
y el río corre en huida
de tu castigo ardoroso.
Mayoral rojo, verano,
el de los hornos ardientes,
no te sorbas la frescura
de las frutas y las fuentes…
¡Caporal, echa un pañuelo
de nube y nube tendidas,
sobre la vendimiadora,
de cara y manos ardidas!