ALONDRAS
Bajaron a mancha de trigo,
y al acercarnos, voló la banda,
y la alameda se quedó
del azoro como rasgada.
En matorrales parecen fuego;
cuando suben, plata lanzada,
y pasan antes de que pasen,
y te rebanan la alabanza.
Saben no más los pobres ojos
que pasó toda la bandada,
y gritando llaman «¡alondras!»
a lo que sube, se pierde y canta.
Y en este aire malherido
nos han dejado llenos de ansia,
con el asombro y el temblor
a mitad del cuerpo y el alma…
¡Alondras, hijo, nos cruzamos
las alondras, por la llanada!