Capítulo 6
Cómo vencer las toxinas mentales
En este capítulo
Un poderoso procedimiento
para detectar y vencer los patrones mentales que te llevan por el
mal camino
Cómo mantenerte alerta y
detectar toxinas mentales
Cómo invertir tus
resistencias mentales para que jueguen a tu favor
Algunos ejemplos
prácticos
Los pensamientos negativos suelen ir acompañados de emociones negativas, que nos conducen a emprender acciones que provocan consecuencias no deseadas. Y todavía hay algo peor... A través de la repetición se generan hábitos. Lo que comenzó por hacernos daño en cierta ocasión (o al menos no aportó demasiado para que fuésemos más felices ni a hacer más felices a otras personas) puede acabar convirtiéndose en un hábito, una especie de programa mental que se ejecuta repetitivamente, sin que seamos conscientes de ello y sin que nos cueste un esfuerzo aparente. Esas son las toxinas mentales que debes combatir. Quejas, envidia, críticas destructivas, ira, odio, miedo, creencias limitantes, orgullo... La lista de toxinas mentales es inmensa, y como ser humano, estás expuesto a ellas. A través de este capítulo las descubrirás por experiencia propia.
Imagina que tu mente es un automóvil. Cuando allí se cuecen pensamientos y emociones negativos, es como si pisaras el pedal freno. Tu avance hacia el éxito se vuelve cada vez más lento. Cuando esos pensamientos y emociones se convierten en toxinas (a través del hábito), es como si pusieras el freno de mano (cada vez con más fuerza). El resultado es que, por más que te esfuerces por avanzar hacia el éxito, te desplazarás más lento de lo esperado. En el extremo, si tu mente está demasiado intoxicada, equivaldría a poner la marcha atrás: no solo no avanzarías sino que incluso te alejarías de tus objetivos y metas soñados y, desde luego, no serías muy feliz. Hace tiempo leí en la prensa una noticia sobre un famoso que se había atropellado con su propio vehículo. En la vida real es un suceso (cuanto menos) lamentable, pero en el campo de la ecología mental, si tienes una mente repleta de toxinas, te estarás atropellando a ti mismo en los más diversos ámbitos de la vida.
Todos estamos expuestos a las toxinas mentales y las hemos sufrido más de una vez, de muy diversas formas. Es así, somos humanos. En este capítulo aprenderás a detectar esas toxinas —que tanto daño te pueden hacer— y convertirlas en algo positivo que te pueda ayudar.
Si lees los capítulos 8 y 9 (lo cual te recomiendo encarecidamente) podrás llevar la técnica que aprenderás mucho más allá, atacando a toxinas concretas y muy extendidas, que seguro que (como ser humano) reconocerás.
Un poderoso procedimiento contra las toxinas mentales
En los próximos apartados te presentaré un procedimiento muy poderoso que te permitirá comenzar a detectar y limpiar las toxinas mentales, y crear cambios significativos en tu vida antes de lo que puedas imaginar. No te hablaré de la forma particular de abordar ciertos casos concretos, sino más bien de una técnica de propósito general, con la que podrás enfrentarte a todo tipo de toxinas mentales y empezar a tomar contacto y ser consciente de que existen (quizá desde hace mucho tiempo). ¡Te asombrarás de todo lo que descubrirás y mejorarás en ti mismo!
Comprende el proceso
La técnica que vas a conocer consta de tres partes bien diferenciadas:
1. Detectar las toxinas (hábitos negativos).
2. Deshacerse de ellas.
3. Sustituirlas por hábitos positivos.
En el fondo, es como cuidar un jardín. Primero buscas las malas hierbas, luego las arrancas de raíz y en su lugar plantas semillas de bellas flores. En este caso, el jardín que cuidas es el de tu mente.
Entrando en un nivel de detalle un poco más profundo, las partes anteriores se pueden dividir en los siguientes pasos:
1. Mantenerte alerta.
2. Detectar toxinas.
3. Aceptar lo que encuentres y relativizarlo.
4. Deshacerte de las toxinas detectadas.
5. Encontrar un antídoto.
6. Aplicar tu medicina.
La energía ni se crea ni se destruye...
Solo se transforma. Eso nos dice la física (en particular, la primera ley de la termodinámica). En el universo todo es energía en continuo fluir mediante procesos de transformación. Nuestros pensamientos también son energía, y contribuyen a ese fluir. Y (como seguramente ya has adivinado) las toxinas mentales también son energía. Sin embargo, puedes transformar esa energía que opera en tu contra en energía que trabaje a tu favor. En otras palabras, más que eliminar tus toxinas mentales se trata de invertirlas. Este es el principio que se esconde tras el procedimiento propuesto en este capítulo.
Comprométete a esforzarte desde el principio
¿Es difícil la técnica que has aprendido en el apartado anterior? ¡Qué gran cuestión! En realidad, nada es fácil ni difícil de por sí. Esos dos términos son relativos. Cuando dices que algo es fácil o difícil, lo estás valorando con respecto a un referente. Lo menciones o no, y lo quieras reconocer o no, el caso es que tal referente existe. Y no siempre —de hecho, pocas veces— se trata de una convención ampliamente aceptada, así que al hablar de facilidad o dificultad, nos movemos en un campo muy relativo.
La realidad es que todo lo que te propongas requiere de una inversión de energía. Si se trata de una habilidad que ya dominas, la energía necesaria será menor y te resultará mucho más cómodo aplicarla. En esos casos dirás que lo que haces es fácil. Cuando se trata de adquirir una nueva habilidad, será necesario un esfuerzo, y ahí tenderás a decir que es algo difícil. Pero si asumes el esfuerzo necesario, lo que hoy es difícil mañana te resultará fácil.
La
técnica de desintoxicación mental que vas a aprender no es fácil ni
difícil. Sencillamente cuesta un esfuerzo. ¿Estás dispuesto a
asumirlo? Por si te sirve de incentivo, te diré que he visto a
cientos de personas deshacerse de sus más peligrosas toxinas
mentales con éxito, y todos comenzaron por asumir el
esfuerzo.
Lo difícil es relativo
Hace tiempo tenía la costumbre de dedicar unos quince minutos al día a jugar a un videojuego muy popular. Me pareció una forma excelente de liberar el estrés tras las jornadas de trabajo más duras. Conseguí llegar al nivel 35, en el que me «atasqué». Pasaban los días, seguía jugando, pero no lograba superar ese nivel. Me parecía muy difícil. Pero me recordé que nada es difícil ni fácil... ¡Las cosas cuestan un esfuerzo! Asumí el reto. Seguí luchando, confiando en que lo lograría. Cuando no lo lograba de un modo, probaba otro distinto. Seguí bloqueado en ese nivel durante diez días, pero cada vez me quedaba más cerca de conseguir el objetivo. Finalmente, lo logré. Recuerdo que, cuando iba por el nivel 52, un día volví a jugar al nivel 35, y tuve la clara impresión de que era un nivel más bien fácil (en un par de intentos logré superarlo). Entonces me acordé de lo que pensaba cuando me quedé enganchado en aquel nivel. Antes fácil, ahora difícil, y el nivel es el mismo. ¿Cuál era la diferencia? Obviamente, la diferencia estaba en mí... ¡Había asumido el esfuerzo necesario!
Motívate para asumir el esfuerzo necesario
Sigue este proceso:
1. Identifica algo que dominas y de lo que te sientas orgulloso: una habilidad que se te dé muy bien.
2. Transpórtate mentalmente al momento en el que aprendiste a hacerlo. Esfuérzate por evocar las imágenes de ese tiempo en tu mente, y sentir las emociones de aquel instante.
3. ¿Verdad que te parecía difícil? ¿Cómo te sentías? ¿Experimentaste confusión? ¿Sentiste ganas de echarte atrás? Hazte estas y todas las preguntas que se te ocurran para recuperar la sensación de dificultad que rodeaba a ese momento.
4. Recuerda alguna situación que tuviste que resolver mediante esa habilidad. ¿Verdad que entonces te parecía cuesta arriba?
5. Observa tu respiración o aparta tu mente hacia cualquier otro objeto de atención durante unos minutos (por ejemplo, lee una página de este u otro libro Para Dummies, mira la televisión, etc.). La idea es crear un espacio mental antes de pasar el siguiente nivel.
6. Ahora, recréate en la experiencia actual. ¿Verdad que te parece fácil utilizar la habilidad en cuestión en infinidad de situaciones? ¿Verdad que aquello que antes te parecía cuesta arriba ahora te resulta sencillo? ¿Verdad que valió la pena el esfuerzo?
¡Algo así es lo que experimentarás cuando domines la técnica para combatir tus toxinas mentales!
Utiliza un bloc de notas
Si hay una compañera por excelencia en la aventura de combatir las toxinas mentales, es una libreta de notas. Utilízala para anotar lo que sientas a medida que emprendas cada paso del procedimiento. Es la forma más ordenada y compacta de hacerlo. De hecho, si no utilizas una libreta, es probable que termines tomando notas en hojas (o en trozos de papel), y luego te cueste reunirlos cuando los necesites.
Aplica el procedimiento
Una vez presentado el método de depuración de toxinas, en las próximas páginas vamos a explicar cada paso más detenidamente.
Mantenerte alerta
Imagina que esperas que te atienda un funcionario en una ventanilla de alguna administración pública. Tienes el número 60, y aún están atendiendo al 40. Como tienes tiempo, te pones a leer un artículo muy interesante de tu revista favorita. Si te quedas absorto en esa situación y dejas que tu mente se sumerja en el maravilloso universo creado por el artículo, es probable que, cuando levantes la vista, ya estén llamando al número 65. Eso es irse al extremo de no prestar atención.
Si no quieres perder tu turno, debes mantenerte alerta. Ahora bien, tampoco es necesario que te vayas al otro extremo, sujetando tus párpados con palillos y alzando tu vista constantemente para mirar el indicador que muestra el turno. Como suele ocurrir, la virtud está en el término medio. No debes evadirte por completo ni estar pendiente segundo tras segundo. Es suficiente con adoptar la actitud apropiada, que consiste en mantenerse alerta. Por ejemplo, puedes leer tranquilamente, y al final de cada párrafo o sección levantar la vista para controlar cómo avanza el turno y saber cuándo prepararte.
El ejemplo anterior refleja cómo debes actuar en el combate contra tus toxinas mentales. Si no prestas atención a las toxinas mentales será como si estuvieras dormido. Actuarán a sus anchas y no podrás detectarlas. Por otro lado, tampoco se trata de pasar el día sin hacer nada más que buscar toxinas mentales, puesto que acabarás agotado. El sabio término medio se encuentra en mantener una actitud de alerta. Se trata de recordarte todos los días qué quieres y que estás dispuesto a mantenerte alerta ante cualquier toxina. De vez en cuando ocurrirán cosas que te llamarán la atención y echarás «una ojeada» (lo cual equivale a levantar la vista para ver el turno del ejemplo). ¡En muchas ocasiones te encontrarás con una auténtica toxina a tratar!
Coge
una hoja de papel y escribe esto en mayúsculas: «HOY ME MANTENGO
ALERTA ANTE LAS TOXINAS MENTALES». Colócalo en un lugar donde tu
vista se pose varias veces al día, para asegurarte de que lo verás
con frecuencia. Esto ayudará (y mucho) a programar tu subconsciente
para que te ayude a mantenerte alerta y detectar toxinas
mentales.
Detecta toxinas mentales
Para encontrar las toxinas mentales, la clave reside en la ley de causa y efecto. Las toxinas son las causas, y darán lugar a determinados efectos. Si eres capaz de detectar los efectos de las toxinas, podrás dar con ellas (que son las causas).
Las toxinas mentales pueden adoptar formas muy diversas, puesto que se configuran ensamblando pensamientos, emociones y sensaciones físicas, a menudo de formas realmente complejas. Para que no pasen desapercibidas, es muy útil observar algunos aspectos concretos de tu comportamiento y tu interacción con los demás:
Observa tus emociones. ¿Te
sientes enfadado? ¿Quizá ansioso? Cualquier emoción negativa es una
señal de toxina mental. Las emociones se pueden sentir en el
cuerpo. ¿Te suena esa sensación desagradable en el estómago antes
de enfrentarte a un examen importante? Si aprendes a ser consciente
de las sensaciones físicas de tu cuerpo, serás capaz de detectar
emociones. Como seguro que ya has adivinado, las emociones
negativas se convierten en sensaciones desagradables. Si das con
una sensación desagradable, no dudes que una toxina mental debe
esconderse tras ella.
Presta atención a tus actos. Las toxinas mentales te llevan a pensar y sentirte de
determinadas formas, siempre en la vertiente negativa del asunto. Y
eso te conduce a actuar de forma negativa. Si detectas cualquier
conducta negativa en ti mismo, ¡no la desaproveches! Tras ello es
muy probable que se esconda una toxina mental. ¿Te quejas
demasiado? ¿Criticas a los demás de forma natural? ¿Te molestan los
éxitos de otra persona? Tómalo como algo positivo: eres consciente
de ello, y probablemente se trata de toxinas mentales que ahora
podrás cambiar por algo mucho mejor para ti.
Observa tus palabras. Los
pensamientos y las emociones suelen convertirse en palabras. De
hecho, condicionan nuestra forma oral de expresarnos. Por ejemplo,
si hemos tenido un mal día, es posible que digamos de forma grosera
algo que normalmente hubiéramos expresado de forma agradable. No
dejes de observar tu forma de hablar, ya que tus palabras revelan
tu estado mental y emocional. Si tu forma de hablar refleja
pensamientos y emociones negativos, sabrás que tras ello se esconde
una toxina mental. En esa línea, un recurso que te resultará de
gran ayuda es el libro PNL para
Dummies.
Considera lo que te dicen las personas de
confianza. Hay muchas cosas de las que no
somos conscientes, y que otras personas ven con claridad. Sin
embargo, no todo el mundo tendrá interés en decírtelo, y quizá
algunos de los que desean ayudarte a mejorar no se atreven por
miedo a que te enfades o porque no tienen la suficiente confianza
para hacerlo. Normalmente, las personas más cercanas (amigos,
familia, pareja, etc.) te quieren lo suficiente y tienen la
confianza necesaria para aconsejarte. ¡No les cierres la puerta! Es
importante escucharles. Se trata de una fuente de información muy
valiosa que te revela cómo te ven otras personas. Por supuesto, no
tienes por qué aceptar todo lo que te digan. Ellos también tienen
sus hábitos, creencias, principios, valores, prejuicios, etc. Sin
embargo, lo que te dicen es lo que ellos ven desde el cristal con
el que miran el mundo, y, aunque eso no quiere decir que tengan
necesariamente razón, es probable que tengan parte de ella. En todo
caso, tendrás una imagen de ti mismo obtenida no solo a través de
tu cristal, sino también a través de otros cristales, y eso siempre
te ofrecerá información útil, que podría ayudarte a detectar
posibles toxinas mentales en las que nunca habías
reparado.
Hay infinidad de comportamientos tóxicos que podrás detectar en tu vida cotidiana. Algunos posibles ejemplos (a los que todos nos hemos enfrentado alguna que otra vez en la vida) son:
Esos días en los que solo
ves la parte negativa de todo. En lugar de ver el vaso medio lleno,
lo ves medio vacío.
Una conducta negativa ante
cualquier propuesta de trabajar en equipo.
Huir de ciertas personas
basándote en prejuicios.
Hablar agresivamente a
otras personas.
Ponerte a la defensiva
cuando te hablan personas concretas, o cuando plantean un tema
específico.
Sentir impaciencia por
alcanzar determinados objetivos, cuando en realidad las cosas
progresan según el plan.
Sentirte tan disgustado
con respecto a un tema que te preocupa, que incluso no te das
cuenta de que el problema ya ha desaparecido.
Huir de otra persona
movido por la envidia.
Una persona que te quiere
te dice que estás siendo injusto con ella.
Sueles decir «no puedo» o
«yo no valgo para esto».
Piensas (e incluso dices)
con frecuencia «no tengo tiempo».
Dejas un tema para más
tarde una y otra vez, en lugar de reconocer que te da miedo no ser
capaz de abordarlo con éxito.
Te comportas de forma
injusta con tus seres queridos, a quienes les haces pagar por algo
que te preocupa, y de lo que no son culpables.
Pasas el tiempo pensando
en las situaciones negativas que te podrías encontrar y las temes,
en lugar de pensar en lo que quieres lograr.
La aplicación de la atención plena es de gran ayuda para poner en marcha lo anterior, ya que te permite ser consciente de tus pensamientos, emociones y sensaciones físicas de forma desvinculada, sin dejarte llevar por ellos. Puedes aprender sobre la atención plena o mindfulness y comenzar a desarrollarla en el capítulo 4 de este libro, y también en el libro Mindfulness for Dummies (inédito en castellano).
Cuando descubras algún indicio de toxina mental, analízalo en toda la profundidad que te resulte posible, hasta dar con la toxina en sí misma. Intenta ver qué se esconde detrás. Quizá te encuentres con el miedo, la envidia, un recuerdo desagradable, una creencia errónea, etc.
Al
aplicar este paso, Carlos (una persona a quien aconsejé durante su
crecimiento personal) se dio cuenta de que, antes de hablar en las
reuniones que consideraba importantes, sentía una sensación
nerviosa desagradable en el área abdominal y notaba cómo se
sonrojaba, experimentando un intenso calor en sus pómulos. Tras
cada experiencia similar, tomaba notas en su libreta, y poco a poco
fue descubriendo detalles en los que no había reparado, pero que
siempre se repetían cuando la situación se producía. En particular,
se dio cuenta de que había una imagen clara y nítida que se
presentaba en su mente justo antes de hablar. Se trataba de un
recuerdo que reflejaba una situación en la que Carlos fue humillado
durante una reunión. Ahí estaba la toxina mental que
buscaba.
Toma
nota en tu bloc de notas de cualquier pensamiento, sensación o
emoción (o cualquier combinación de ellos) que detectes. Después,
analiza qué toxina se esconde tras ellos. El hecho de hacerlo por
escrito resulta de gran ayuda, y es probable que los datos
recogidos te sirvan más adelante (incluso pueden resultarte
reveladores).
Cometer errores es humano. Por el hecho de ser humanos
tenemos derecho al error. Nadie es estúpido por equivocarse. Nunca
te culpes por tener un tropiezo, en su lugar aprende una lección.
Si alguien intenta hacerte creer que eres estúpido por haber
cometido un error, seguro que esa persona no te quiere como amigo.
Se trata de alguien que sabe que no eres estúpido, pero quiere que
llegues a creer que lo eres.
Ahora bien, lo que deja de ser normal es cometer siempre los mismos errores. Cuando ocurre, deja de ser un error humano y empieza a oler a comportamiento repetitivo (obviamente erróneo) tras el cual se esconde una toxina mental.
¿Sueles tropezar con la misma piedra? ¡Bravo! Acabas de dar con un indicio de toxina mental que ahora podrás invertir y reemplazar por algo mucho mejor.
Acepta lo que encuentres y relativiza
Cuando encuentres una toxina mental, debes aceptarla. Esto no significa que te rindas ante ella (nada más lejos). Limítate a reconocer que está ahí. De ese modo, aceptas que existe un problema, lo cual da pie a resolverlo. Si no aceptaras, lo ignorarías y a la larga se haría más grande.
Escribe una afirmación que refleje la aceptación de la
toxina mental que acabas de detectar. Sé lo más explícito posible y
habla siempre en primera persona, en presente y en voz activa. Un
posible ejemplo sería: «Yo acepto que tengo miedo a hablar en
público».
Después, esfuérzate por relativizar. Intenta ver el problema desde otro punto de vista. Si es posible, haz como si lo vieras desde los ojos de otra persona, o realiza cualquier otro cambio de perspectiva, para ver el problema desde otro ángulo. En muchas ocasiones (más de las que te gustaría aceptar) te darás cuenta de que el problema no era tan grave como pensabas. ¡Al menos es un poquito menos grave!
Por ejemplo, quizá alguien a quien humillaron en una reunión de trabajo cargue con el peso de aquel recuerdo. Pero si acepta que existe y relativiza, quizá se dé cuenta de que aquella humillación se produjo porque era novato, y en su trabajo es tradición hacerle una novatada a todos los nuevos... ¿Verdad que sería una pena cargar con un tremendo sufrimiento por algo que en realidad no se va a repetir?
El objetivo es que aceptes la situación tal y como es, pero también que intentes quitarle toda la «paja», es decir, aquello que en realidad no es un problema, quedándote con lo que sí importa. Eres una persona ocupada, y no tienes tiempo para más problemas de los necesarios.
Haz caso a Albert Einstein
En las sociedades modernas (especialmente las occidentales), las demostraciones científicas son suficientes para hacernos creer casi cualquier cosa. ¡Incluso cuando no vemos la ciencia por ninguna parte! Esto puede verse en la publicidad. Si un producto indica en su etiqueta que está científicamente probado, muchas personas tienden a creer en su eficacia de forma casi automática. Y lo hacen a pesar de que no se indica cómo se ha probado el producto, por quién, mediante qué metodología, qué hipótesis, qué proceso de medida, con qué resultados, cómo se han interpretado los resultados, etc. En otras palabras, otorgan credibilidad basándose en la ciencia, cuando el método científico brilla por su ausencia... ¡Curiosa forma de hacer ciencia!
Permíteme usar la ciencia para convencerte de una idea: la importancia de relativizar pero, eso sí, con argumentos mucho más convincentes. Y quién mejor para convencerte de una forma científica que el gran Albert Einstein (considerado el científico más importante del siglo XX); ¡quién mejor que él (autor de la teoría de la relatividad) para hablarte de relativizar! Einstein dijo una vez: «No se puede resolver un problema usando el mismo tipo de pensamiento que empleamos cuando lo creamos».
¡Con esto Einstein te lo dice todo! Y por lo que se refiere a toxinas mentales, se aplica lo mismo. Si quieres encontrar sus raíces, debes observarlas desde distintos ángulos.
Deshazte de las toxinas
Ahora ya has encontrado una toxina mental y, obviamente, no quieres que siga ahí. Debes deshacerte de ella pero no te activarás de forma milagrosa, salvo que te llenes de decisión. Es muy importante que expreses tu intención de deshacerte de dicha toxina y, si lo enuncias en voz alta y de forma contundente, mucho mejor.
Una forma muy poderosa de lograrlo consiste en escribir una afirmación que exprese tu intención de deshacerte de la toxina detectada. Un ejemplo: «Yo decido dejar de envidiar a mi vecina por su riqueza económica». En el cuadro Cómo escribir afirmaciones efectivas encontrarás consejos para obtener los mejores resultados de tus afirmaciones.
Cómo escribir afirmaciones efectivas
Para que tus afirmaciones surjan el máximo efecto, deben llegar a tu subconsciente. Si él las entiende, se pondrá a trabajar de inmediato, desplegando su enorme potencial (día y noche) para ayudarte a hacerlas realidad. Para que entienda tu mensaje, es necesario que hables en el lenguaje que comprende el subconsciente. Para lograrlo, te recomiendo que sigas estas pautas al elaborar tu afirmación:
Escribe en primera persona. Si
puede ser, comienza tu afirmación con «Yo».
Escribe en presente. El
subconsciente sabe que el pasado y el futuro realmente no existen.
La mente es necesaria para crearlos: es preciso pensarlos para que
existan. Lo único que existe realmente es el presente y el
subconsciente está conectado con él. En lugar de decir «Yo lograré
convertirme en presidente de la organización» es mejor cambiarlo
por «Yo soy presidente de la organización».
Usa la voz activa. Recuerda que
la acción la desarrollas tú, y no eres quien la recibe. En lugar de
escribir «Me otorgan el premio al mejor proyecto», opta mejor por
«Yo gano el premio al mejor proyecto».
Sé positivo. Ante todo, se trata
de afirmar, no de negar. Evita expresar lo que no quieres. En su
lugar, expresa afirmativamente lo que quieres lograr.
Céntrate en el «qué». Lo
importante en una afirmación es el qué, no el cómo. Cualquier
tentación de entrar en el cómo limitará el potencial de tu
afirmación al restar grados de libertad a tu subconsciente. En el
universo hay infinidad de caminos para hacer realidad nuestros
sueños. Pero si te empeñas en imponer uno de esos caminos, dejarás
de ver los demás (entre los cuales, quizá, se encuentre el
mejor).
Evita el modo condicional. No
utilices frases de tipo «Si... entonces...» o similares. Al
hacerlo, en lugar de expresar lo que quieres, impones cómo debes
alcanzarlo, con lo que restas grados de libertad a tu
subconsciente. Toma el siguiente ejemplo: «Si fuera rico, iría de
vacaciones a Los Ángeles». El verdadero deseo (el «qué») no es ser
rico, sino ir a Los Ángeles, pero se impone lograrlo a través de
ser rico. Sin embargo, hay que reconocer que existen muchas otras
formas de llegar a viajar a Los Ángeles sin ser rico. Podrías
empezar a ahorrar, te podría tocar la lotería, encontrar una
auténtica ganga en una agencia de viajes, aprovechar para ir con un
amigo que tiene planeado ir a Los Ángeles y dividir gastos, etc. Lo
mismo se puede aplicar a cualquier otro ejemplo. Recuerda que lo
importante en una afirmación es el qué, no el cómo.
Tu deseo ya es realidad. Tu
afirmación debe reflejarlo, sin dejar lugar a dudas. Cuando leas tu
afirmación, debes sentir que tu deseo ya es real, justo en ese
instante.
Dile adiós a los adverbios de duda. Como decía Henry Ford, tanto si crees que puedes lograrlo
como si estás seguro de que no lo lograrás, en ambos casos tienes
razón. Si no crees en tu afirmación, difícilmente surgirá efecto. Y
una forma rápida y eficaz de perder la confianza consiste en
utilizar adverbios de duda como «quizá»,
«tal vez», «puede», «posiblemente», etc.
En general, evita cualquier término que no refleje tu deseo hecho
realidad, como por ejemplo «Me gustaría», «Quiero», «Deseo»,
etc.
Agrega emociones. Al leer tu
afirmación, debes llegar a sentirte como si tu deseo ya fuera
realidad. Por ejemplo: «Soy jefe de departamento y disfruto con mi
trabajo».
Mejor ser que hacer o tener. Los
verbos «hacer» y «tener» tienen mucho que ver con el ego. Como queremos huir de él,
es mejor cambiarlos por un verbo que conecta con nuestra auténtica
esencia (y el subconsciente lo sabe): el verbo «ser». En lugar de
escribir «Tengo un doctorado en Filosofía», opta por «Soy doctor en
Filosofía».
¡Atención a los verbos! Asegúrate de que su significado refleja lo que quieres
alcanzar, y no lo contrario. En este aspecto, es muy fácil
equivocarse, así que debes prestar especial atención. Por ejemplo,
si dices «Yo busco trabajo», el verbo «buscar» no es el más
acertado. Lo que le pides a tu subconsciente es que te ayude a
buscar trabajo, y cuando se busca trabajo, significa que todavía no
se ha encontrado. ¡Le pides más y más oportunidades de seguir
buscando trabajo! Es mucho mejor decir «Yo encuentro trabajo» o «Yo
disfruto cada día de mi trabajo».
¡Lanza tus toxinas a la papelera!
Una afirmación bien construida resultará muy poderosa para lograr que te deshagas de la toxina mental que has detectado. Hay una forma de conseguir que tu afirmación sea más poderosa aún, y es añadiéndolo un gesto rotundo:
1. Escribe tu afirmación en un papel.
2. Léela en voz alta un par de veces.
3. Arruga el papel con rotundidad.
4. Tíralo a la papelera.
5. Dile adiós a la que fue tu toxina mental.
Encuentra un antídoto
Ya te has deshecho de una toxina mental. Es un gran paso, que equivale a decirle: «¡Vete de aquí, no quiero verte más!». Pero no es suficiente. Como ya sabes, ahora debes darle la vuelta a esa energía que operaba en tu contra y conseguir que actúe a tu favor. Se trata de que encuentres un antídoto que invierta a tu toxina mental.
El primer paso consiste en tener una idea muy clara de lo que deseas que sustituya a tu toxina mental. Y no puede ser cualquier cosa... ¡Seguro que no quieres sustituir tu antigua toxina por una nueva! Es preciso que la situación deseada sea el polo opuesto a lo que era tu toxina. ¡Debes darle la vuelta por completo! Por ejemplo, si te enfrentas al miedo a hablar en público, tu situación deseada debería ser algo así como hablar en público con confianza.
Para llegar a ver con claridad esa situación deseada, sigue un proceso de visualización creativa. Se trata de crear tu propia película mental, que refleje la situación que deseas alcanzar. Tú eres el director. ¡Tú mandas en ese filme! Como buena película, tiene que contar con los mejores actores, y transmitir emociones intensas. En el caso que te ocupa, debes lograr que, cada vez que reproduzcas tu película mental, te sientas tan bien como si la situación que deseas ya fuera realidad. Tus emociones son precisamente las que te avisarán de que lo has logrado. En el cuadro Cómo practicar la visualización creativa encontrarás instrucciones detalladas para ponerlo en práctica.
Para
relajarte usa sonidos de la naturaleza. Una idea sería emplear
aplicaciones para smartphones
capaces de generar esos sonidos cuando los
necesites y como más te guste. Normalmente se pueden agregar
diferentes efectos sonoros, como cantos de pájaros, el fluir de un
riachuelo, ondas alfa, ruido blanco, el sonido de un coro, etc. Un
ejemplo es la aplicación Relax
Melodies de Ipnos Soft, disponible para
dispositivos iPhone y Android.
Construye un mapa del tesoro
Una técnica muy poderosa que centra todo el poder de la visualización y de las afirmaciones positivas consiste en crear tu «mapa del tesoro». Se trata de crear una representación gráfica de la situación deseada. Si ya la has visualizado, te resultará mucho más fácil. Puedes hacerlo mediante dibujos, pegando recortes, con el ordenador, etc. No hay reglas, salvo un objetivo: que el resultado refleje visualmente la situación deseada como si ya fuera realidad. Además, te recomiendo crear una afirmación e incluir el texto en tu mapa mental. Cuando lo veas, pasarás el mensaje correcto a tu subconsciente para que te ayude a hacer realidad ese deseo por la vía más rápida. Y lo mejor de todo es que utilizar tu mapa mental apenas consume tiempo. ¡Una ojeada de un minuto tiene un enorme poder!
Aplica tu medicina
Ahora que ya has visualizado la situación deseada (que contrarrestará a tu toxina mental), y la has expresado en forma de afirmación (o incluso como un mapa del tesoro), ha llegado el momento de utilizar esos poderosos recursos. Solo por haberlos creado no darán resultado. Para llegar al subconsciente necesitas el mensaje correcto expresado en el formato idóneo. También es necesaria la repetición.
Comprométete a repetir mentalmente tu visualización y a leer tu afirmación cada día. Si has construido un «mapa del tesoro», inclúyelo en tu rutina diaria. Dos momentos ideales para hacerlo son por la mañana (justo al levantarse) y por la noche (antes de acostarse). Son momentos en los que entramos o salimos del reino del subconsciente, y aún tenemos un pie por allí. Por ello, el mensaje llegará mejor y más rápido si aprovechamos esos momentos.
Si se te ha pasado por la cabeza la excusa de que no tienes tiempo, ¡olvídala! Con cinco minutos es más que suficiente. No tienes que memorizar nada, solo limítate a repetir mentalmente tu visualización (sería una pena desaprovecharla, con el esfuerzo que ha costado crearla) y leer tu afirmación un par de veces.
Además, es importante que mantengas una actitud favorable a entrar en acción. Pronto empezarás a generar ideas relacionadas con la situación visualizada que te ayudarán a avançar hacia esa situación. ¡No las desaproveches! Toma nota de ellas y comprométete a dar un paso —por pequeño que sea— para progresar.
Por ejemplo, si tu toxina radica en el miedo a hablar en público, una buena idea sería acercarte a tu librería favorita y comprarte el libro Hablar en público para Dummies.
Cómo practicar la visualización creativa
¿Estás preparado para crear tu película mental? Se trata de una herramienta muy poderosa. No solo te servirá para contrarrestar toxinas mentales sino que te ayudará a alcanzar tus deseos más anhelados por la vía más rápida, aplicando la ley de la atracción (algo que puedes aprender en el capítulo 12 de este libro).
Aunque te hablo de una película mental, existen algunas diferencias con un filme convencional que puedas ver en tu cine favorito. En cuanto a la duración, tu película mental no tiene por qué ser extensa. Es más, suele ser bastante breve. No te preocupes... ¡No vas a competir en extensión con Lo que el viento se llevó!
Otro aspecto diferencial reside en que tu película mental es interactiva. En eso se parece más a un videojuego que a un filme. Pero tu película mental va mucho más lejos, ya que es la única del mundo en la que puedes interactuar a tus anchas, y no solo experimentar imágenes y emociones, sino también sensaciones táctiles, olfativas y gustativas. Y por supuesto, cuenta con sonido, música, y toda la banda sonora que le quieras poner. Mientras escribo estas líneas, aún no hay videojuego alguno que lo consiga, ¡ni siquiera con el mejor equipo de realidad virtual!
Para pasar a la acción, sigue estos pasos:
1. Busca un lugar tranquilo donde te sientas cómodo. Asegúrate de que nadie vaya a interrumpirte durante al menos quince minutos. Si quieres, acompaña el ejercicio con música relajante. Por ejemplo, uno de esos CD de música y grabaciones de agradables sonidos de la naturaleza suele ser milagroso.
2. Cierra los ojos.
3. Realiza tres respiraciones profundas. Pon toda tu atención en el proceso. Siente cómo el aire llena tus pulmones, cómo se expanden tu pecho y tu abdomen, etc.
4. Relaja el cuerpo. Recórrelo mentalmente, poco a poco y zona a zona, como si de un escáner se tratara. En cada zona, evalúa si está relajada o, por el contrario, tensa. Si te encuentras con una zona tensa, inspira profundamente e imagina que el aire va a parar a esa zona, eliminando toda tensión. ¡Siéntelo! Después, con la espiración, imagina que el aire arrastra toda la tensión, dejando la zona muy relajada. Repítelo varias veces hasta que consigas relajar la zona en cuestión. Completa tu recorrido hasta cubrir todo tu cuerpo. ¡Verás qué diferencia! Con cinco minutos (máximo diez) es suficiente (de otro modo, el ejercicio completo realmente podría competir en extensión con Lo que el viento se llevó).
5. Quizá tu mente esté más agitada que el famoso cóctel de James Bond. En los tiempos que corren y con el tipo de vida que llevamos, no sería extraño... Para relajarla, centra tu atención en tu respiración. No se trata de respirar de una forma particular. Obsérvala, como si no fuera tuya. Cada vez que inspires, repite mentalmente «inspiración, inspiración». Cuando se produzca la espiración, repite mentalmente «espiración, espiración». Esta técnica ofrece unos resultados excelentes pero, por supuesto, puedes utilizar cualquier otro método de relajación (por ejemplo, la repetición de un mantra como «Om»). Con cinco minutos de práctica suele ser más que suficiente para notar los efectos de este ejercicio. Ahora bien, si dispones de más tiempo y puedes permitírtelo, puedes alargar más este paso. Cuanto más relajada se encuentre tu mente, mejor se desarrollarán los pasos siguientes.
6. Recuerda brevemente cuál es la situación deseada que te dispones a crear. Esto equivale a un guión preliminar de tu película mental.
7. Tu película se va a proyectar sobre la pantalla de tu mente. Comienza por crear una pantalla en blanco (o en negro, como prefieras).
8. Crea el escenario básico en el que se desarrollará la acción. ¿Estás al aire libre? ¿Se trata de una habitación? Etc.
9. Añade personajes a la escena, uno a uno. No te olvides del más importante: tú. Te recomiendo ajustar el reparto a lo estrictamente necesario. Si puedes mantener en tu película mental a un gran número de personajes, genial. Si, por el contrario, prefieres reducir el reparto, puedes hacerlo. Si un personaje no aporta mucho a tu guión (es decir, a la situación deseada que has recordado en el paso 6), te recomiendo prescindir del mismo. Ofrécele un rol secundario, de forma que si te olvidaras de él en tu visualización, la función podrá continuar.
10. Añade objetos a la escena. Aplica el mismo criterio que en el paso anterior, pero evita todo lo innecesario (salvo que tu capacidad te permita manejar un gran número de objetos, lo cual es estupendo y aporta más realismo). Si te sientes más cómodo, puedes invertir el orden de los pasos 9 y 10.
11. Sitúa la cámara. Quizá prefieras colocarla lejos, arriba, abajo, muy cerca, en un ángulo... También podrías observar la acción desde los ojos de un personaje, o incluso desde los tuyos (en primera persona). Sitúa tu cámara mental en el lugar que más te atraiga en primera instancia. No te preocupes, después tendrás la oportunidad de cambiarla, si es necesario.
12. Dale movimiento a tu escena y voz a los personajes. Haz que los personajes se muevan e interactúen entre ellos y contigo, con gestos y palabras. Por supuesto, eso también te incluye a ti.
13. Pon sonido a tu película mental. Decide si poner o no una melodía de fondo y cuál va a sonar. Incorpora los sonidos y ruidos que producen los objetos de la escena.
14. Muévete libremente por la escena. Toma cualquier objeto y siente su textura. Percibe el aroma de algún objeto. Toma algo comestible y saboréalo.
15. Observa tus emociones. ¿Cómo te sientes? Si te sientes estupendamente, señal de que lo estás haciendo muy bien. En caso contrario, ante cualquier sensación desagradable, estás ante una alarma temprana de que vas por mal camino. En ese caso, haz cambios en la escena, de forma gradual. Por ejemplo, comienza por probar otras posiciones para la cámara. ¿Notas alguna mejora? Intenta eliminar algunos objetos, añadir otros, modificar los personajes, hacer cambios en el escenario, etc. Todo de forma gradual, paso a paso, y evaluando tras cada cambio cómo te sientes. El objetivo es que llegues a experimentar emociones muy positivas. Será la señal de que lo has logrado. ¡Enhorabuena!
Cuando hayas construido tu película mental, habrás logrado una parte muy importante del antídoto. Compleméntala con el otro componente mágico, que consiste en escribir una afirmación que refleje la situación deseada. Ahora que ya la has visto en tu mente, te será mucho más fácil ponerlo por escrito y en forma de afirmación. En el cuadro «Cómo escribir afirmaciones efectivas» encontrarás importantes consejos al respecto.
Ese tándem visualización-afirmación es sumamente poderoso. Cuando visualices de nuevo esa escena, haz que suene bien alta tu afirmación (de fondo, o como se suele decir, utilizando la voz en off). Eso reforzará tu visualización. Por otro lado, cuando leas tu afirmación, cada vez evocará con mayor facilidad las imágenes de tu película mental.