Capítulo 2

Todo está interconectado

 

En este capítulo

triangle.png   El universo es un todo inseparable

triangle.png   Qué tiene que ver la visión integral del universo con la ecología mental

triangle.png   Tu mente crea las separaciones

triangle.png   La ciencia te puede dar algunas pistas

triangle.png   La importancia de fluir para no convertirse en un obstáculo

 

Para practicar la ecología mental es necesario que retornes al equilibrio que mantienes de forma natural con tu entorno sociocultural, más aún, con el universo. Cuando existe ese equilibrio, lo ves todo tal y como es: interdependiente. Unos dan, otros reciben, y todo es un fluir continuo y natural. Sin embargo, cuando algunas partes se separan del todo y se oponen a dicho fluir, se convierten en obstáculos. Para poner en marcha la ecología mental hay que realizar un trabajo interior que retome tu conexión natural con el resto de seres y con todo en el universo.

Tener la motivación necesaria para aplicar la ecología mental implica comprender la importancia de recuperar esa conexión con el resto de seres. No estás solo ni desconectado del resto del universo, por el contrario, estás conectado a todo y aquello que haces afecta a la totalidad. El problema es que en tu mente existe un pensamiento erróneo llamado ego (puesto que eres un ser humano), una especie de programa mental que intenta revelarse contra la realidad y controlarte desde dentro. Esa vocecilla interior no dejará de intentar convencerte para que te separes del resto del universo y crees la mayor distancia posible. Esa distancia ni siquiera existe, pero el ego te la hará ver tan clara que le creerás. El ego hará todo lo posible (y tiene muchos y poderosos recursos) para que no veas esa conexión. Su ventaja es que trabaja desde dentro, desde la profundidad de tu mente... Mientras cada día nos preocupamos por infinidad de aspectos que están ahí fuera (y a veces ni siquiera son importantes), el ego aprovecha para trabajar desde dentro, engañarnos y llevarnos por el camino equivocado.

Como habrás comprobado, es esencial comprender que todo es uno, y que dependemos del resto de seres (no únicamente humanos). Este capítulo te aportará ese poderoso conocimiento para comprender y aplicar mejor la ecología mental. ¿A que ahora te sientes menos solo?

recuerda.pngCuando practicas la ecología mental, trabajas sobre tu mente, pero no solo trabajas para ti. Realizas mejoras en tu interior que beneficiarán a otros seres. Como en el universo todo está unido y somos interdependientes (lo queramos o no), es imposible realizar mejoras en tu interior sin beneficiar al resto de seres. ¡Y eso es lo más bonito!

 

Los ordenadores hacen lo mismo para ver

 

En mis cursos de doctorado estudié Reconocimiento de imágenes. Una imagen digitalizada (en escala de grises, para simplificar) no es más que una serie de píxeles dispuestos en dos dimensiones, horizontal y vertical. Hoy en día estamos tan acostumbrados a tomar y procesar fotos con nuestras cámaras digitales que lo anterior puede parecer hasta obvio. Esos píxeles, en realidad, están representados por números. El número indica la intensidad de cada pixel. Una intensidad cero responde a la ausencia de luz, es decir, al color negro. Hay otro número máximo (que depende del número de bits con el que se represente cada píxel, pero ahí no voy a entrar) que representa la máxima intensidad de luz, es decir, al color blanco. Los números entre cero y ese número máximo son toda la gama de grises que van entre el negro y el blanco. Así que, al final de la historia, una imagen no es más que un conjunto de números. ¡Eso es todo! Lo que hay en realidad en la tarjeta de memoria de tu cámara no es más que un conjunto de números...

Pero recuerda que no es lo mismo mirar que ver. Lo que te acabo de contar equivale a mirar. Pero, para ver, hay que interpretar esos números. En el procesado digital de imágenes se desarrollan algoritmos muy avanzados que son capaces de tomar esos números, operaciones sobre ellos, y llegar a hacer acciones tan complejas como reconocer formas (cuadrados, triángulos, etc.) y separarlas de lo que llamamos «fondo». Además, esos algoritmos de computación después suelen etiquetar cada forma detectada («cuadrado», «círculo», «cara», etc.) para que se puedan realizar operaciones de un nivel de abstracción todavía mayor. ¡Ahí se ha pasado de mirar a ver!

¿Por qué crees que esos algoritmos se diseñan de esa forma? Inevitablemente (como ocurre con la mayoría de grandes inventos y avances tecnológicos), se intenta imitar la percepción humana, que con las imágenes funciona de un modo similar.

Tu mente fracciona las imágenes y luego les pone etiquetas. ¡Lo hace constantemente! Lo mismo ocurre con los sonidos y con todo lo que tus sentidos pueden percibir. ¡No lo dudes! Tu mente está preparada para coger algo sin separaciones y crear fracciones donde no las hay. Es muy útil, y no se trata de huir de ello, pero te resultará muy beneficioso ser consciente de lo que ocurre.

No existen las separaciones

Nuestra mente está preparada para crear fracciones. Si miramos un cuadro con un florero y tres orquídeas sobre un fondo negro, una parte de nuestra mente ve las cosas como son en primera instancia: un continuo de colores distribuidos en el espacio. Sin embargo, todo no queda ahí... La mente reconoce formas y crea separaciones entre las distintas entidades. Al resto se le da poca (o ninguna) importancia, y se le llama fondo. Además, inmediatamente la mente etiqueta cada objeto: «flor», «florero», etc. Ocurre de forma automática en la vida cotidiana. ¡Y menos mal! Si lo anterior no fuera posible, la vida sería muy complicada.

No pienso, pero existo

Haz un verdadero esfuerzo por comprender que en el universo todo está unido a todo y que no existen las separaciones. ¡Seguramente te costará horrores! Y la razón por la que te resulta tan difícil es, precisamente, porque intentas razonar.

Para funcionar, la razón necesita fragmentar la realidad en trocitos. Necesita (como su nombre indica) razonar, aplicar la lógica y comprender. El hecho de que no existan separaciones en el universo no se puede comprender ni razonar. ¡De ahí que te encuentres con tan gran obstáculo al realizar el esfuerzo que te he pedido antes!

En vez de razonar, se trata de dejar de hacerlo. Seguro que te suena esa famosa frase de René Descartes que dice: «Pienso, luego existo». Sin embargo, negar la primera premisa no invalida la segunda. Te garantizo que cualquier persona con suficiente práctica en meditación sabe que, cuando se deja de pensar, no se deja (en absoluto) de existir. Para entendernos, en realidad la mente no deja de trabajar, por lo cual dejar de pensar parece una misión imposible. Por ello, cuando digo pensar, me refiero a la mente discursiva. En otras palabras, te hablo de razonar.

atencion.pngCon la práctica de la meditación te aproximas a tu verdadera esencia. Y una de las experiencias que puedes conseguir por esa vía es la unidad del universo, donde no existen las partes, y en consecuencia, no hay ningún «yo» separado del resto. Esa visión holística podrás experimentarla, pero jamás podrás razonarla o comprenderla.

Por ello, la práctica de la meditación es muy poderosa. Aprenderás más sobre ella en la parte II de este libro.

 

Escucha y ve las cosas tal como son

 

Te adelanto que el ejercicio que te voy a proponer no es sencillo, pero te animo a intentarlo, ya que puede ser tremendamente revelador. Cualquier esfuerzo que pongas en ello te aportará un gran valor añadido y será un éxito de por sí. Además, el hecho de que te decidas a ponerlo en práctica ya es un gran avance, pues significa que abres la puerta a la realidad: esa fragmentación que ves por todas partes no es real. Sigue estos pasos:

ejercicio.png1.   Selecciona un escenario complejo en cuanto al número de objetos que lo componen. Si eres un poco desordenado o tienes cerca a alguien que lo sea, ¡por una vez podrás aprovecharte de ello! Acude a una habitación desordenada y encontrarás un excelente escenario complejo. También te puede servir un entorno natural, como un jardín, en el que existan multitud de plantas, flores, árboles, etc. La idea es lograr que a la mente le cueste identificar y etiquetar objetos en la imagen.

2.   Observa el escenario, pero esfuérzate por ver la imagen como lo que es: un continuo de colores repartidos en el espacio. No veas componentes en la imagen: una flor, un árbol, un libro en el suelo... Contempla un todo sin fracciones. ¡Esa es la realidad!

3.   Antes o después, verás como tu mente trata de separar la imagen en objetos y ponerle etiquetas. Por ejemplo, es posible que enseguida separe un árbol, y escuches una vocecilla interior que dice «árbol» o quizá veas la palabra escrita, aunque solo sea por una fracción de segundo. Mantente alerta ante esas tentaciones. En cuanto caigas en ellas, no te autocastigues (recuerda que lo que está pasando es normal y, de hecho, es muy útil en tu vida cotidiana). Simplemente, di con tu voz mental «distracción, distracción» (así reconoces y aceptas lo que ha ocurrido) y vuelve a la contemplación de esa imagen donde no existen separaciones.

4.   Sigue así unos quince minutos.

atencion.pngAl principio es muy probable que las distracciones surjan a cada segundo. No te preocupes. ¡Es completamente habitual y no significa que el ejercicio haya fracasado! No hay un objetivo que cumplir. Solo un propósito: observar la imagen como lo que es: algo que no se puede fraccionar. Esforzarte por cumplir con ese propósito es un éxito por sí mismo.

Si sigues trabajando en este ejercicio, cada vez separarás menos objetos en la imagen, y pasarás más tiempo contemplando la realidad tal como es, sin interrupciones de tu mente. Algún día te darás cuenta de que ya has alcanzado cierta práctica, y entonces será el momento de ir a por la matrícula de honor.

El siguiente nivel consiste en utilizar una imagen menos compleja, donde el número de objetos sea muy reducido. Por ejemplo, un cuadro en el que aparezca una flor sobre un fondo blanco. La tentación de separar esa imagen en una flor y un fondo será enorme para tu mente, y todo un reto para ti.

¡Créetelo!

Aunque te hayas tomado muy en serio las secciones anteriores, es posible (más bien probable) que no acabes de creértelo. Te comprendo; de hecho, me pasó lo mismo al principio. Para ayudarte a ganar confianza y a que lo veas aún más claro, a continuación encontrarás una serie de argumentos. ¡Seguro que te parecerán muy convincentes!

Te lo dicen los místicos

Existen diversas visiones sobre el universo, y no todas ellas son holísticas. Pero es importante destacar que, a través de la historia, conocidos místicos han a experimentado el holismo del universo por sí mismos, y se han esforzado por trazar el camino para que otras personas puedan llegar a esa experiencia.

Un ejemplo lo puedes encontrar en el maestro budista japonés Dogen Zenji, fundador de la escuela Soto del Zen. Su obra Shobogenzo es una de las más importantes en la literatura Zen. En ella, además de explicar cómo practicar la meditación (conocida como zazen), expone su visión holística del universo, que se puede alcanzar mediante esa práctica. Consiste en sentarse en una postura muy concreta (que se considera perfecta y refleja la postura en la que Buda alcanzó la iluminación), se adopta una correcta respiración y un estado mental en el que los pensamientos se dejan llevar, evolucionar y marcharse sin estudiarlos, juzgarlos, procesarlos ni discriminarlos. Por esa vía, como explicó el maestro Dogen Zenji, se puede llegar a experimentar la unidad con el universo. En realidad, si lo piensas, no es tan extraño: se bloquea la mente que juzga, fracciona, razona y crea separaciones, por lo cual te acercas mucho más a la realidad (un universo inseparable del que tú formas parte).

En el yoga también subyace la misma idea. De hecho, yoga significa ‘unión’, y persigue una conciencia universal: la unión de cuerpo, mente y espíritu con lo divino, abandonando la falsa idea de un «yo» separado del resto del universo.

En la filosofía hermética se habla también de un «todo» (que, según la primera ley hermética, es de carácter mental).

En sus enseñanzas, el místico Osho recuerda que el universo es un todo del que formas parte inseparable. La misma visión discutieron el filósofo Jiddu Krishnamurti y el físico David Bohm (que hizo grandes contribuciones a la mecánica cuántica) en sus conocidos e interesantes diálogos.

filosofar.pngDe entre los muchos ejemplos que existen, hemos visto algunos. ¿No es curioso que tantas personas coincidan en lo mismo? Ocurre especialmente porque son personas que han tenido una experiencia directa de la unidad del universo mediante la práctica de la meditación.

Te lo dice la física cuántica

Al hablar de física cuántica es muy importante mantenerse dentro de los límites de la ciencia. De otro modo, es sumamente fácil caer en el misticismo cuántico, que no deja de ser pseudociencia o falsa ciencia. En la actualidad, cada vez es más fácil encontrar libros y otros recursos que comunican verdades pseudocientíficas sobre la física cuántica, explicando (a través de ella) fenómenos de calibre espiritual, mágico, etc. Obviamente, estos recursos sobrepasan los límites de la física, y pretenden aprovechar la credibilidad de la ciencia para transmitir conocimientos que no son compatibles con el método científico. También existen métodos curativos y productos de todo tipo que utilizan el cuño «cuántico» para denotar su revolucionario carácter científico.

La falsa ciencia es lo que indica su nombre. Se trata de llamar «ciencia» a lo que no lo es. Hay una creencia extendida de que la física cuántica ha llegado a demostrar realidades de calibre espiritual, pero eso no es cierto. La física cuántica es ciencia pura y dura. De hecho, hoy por hoy, es la rama de la física que ha mostrado los resultados experimentales más precisos. ¿Cómo iba a demostrar la física cuántica (que es ciencia) algo no compatible con el método científico?

recuerda.pngNo olvides que el hecho de que algo no pueda demostrarse científicamente no quiere decir que deje de ser real. Como dijo Albert Einstein, ni todo lo que es cierto se puede demostrar, ni todo lo que se puede demostrar es cierto. Pero si algo no se puede demostrar a través de la ciencia, por real que resulte, no podemos llamarlo ciencia, pues nos estaremos engañando a nosotros mismos (y probablemente a otras personas).

El crecimiento personal no es ciencia, y por tanto, tiene poco o nada de física cuántica. Sin embargo, si tomas los hallazgos de la física cuántica y filosofas un poco sobre ellos, encontrarás conclusiones que te asombrarán. Al hacer esto, comienzas con la física cuántica, pero terminas fuera de ella. No puedes decir que la física cuántica demuestra que el universo es un todo inseparable. Sin embargo, si tomas los resultados de la física cuántica y los llevas a un plano filosófico (lo cual ya no es física), sí que podrías llegar a esa conclusión por una vía no científica.

Veamos cómo ponerlo en práctica, con algunos aspectos particulares, en la materia que nos ocupa.

El problema de la medida

La física clásica es la más cercana a nuestra vida cotidiana, pues estudia objetos grandes (comparados con un átomo) que se mueven a velocidades pequeñas (comparadas con la velocidad de la luz). En la física clásica, el proceso de medir revela propiedades de un sistema que ya estaban allí antes de medir. Por ejemplo, si pongo un termómetro sobre un vaso de leche y la lectura me dice que está a 16 grados, podemos concluir que, justo antes de medir, la leche se encontraba a esa temperatura. En realidad, no es exacto, ya que el hecho de introducir el termómetro podría haber alterado la temperatura que estamos midiendo (por ejemplo si el termómetro estaba más caliente). Pero la diferencia es tan minúscula que puede obviarse, e incluso se puede tratar estadísticamente como un error en la medida, algo que en los experimentos de la física es muy común.

Sin embargo, en la física cuántica nos movemos en el microscópico mundo de las partículas, allí donde la materia y la energía pueden interactuar. La luz puede comportarse como una onda, o como partículas sin masa llamadas fotones. Cuando observamos una partícula (como puede ser un electrón), para verlo, debemos utilizar luz. Como la luz se puede entender como materia (fotones), para ver la partícula el fotón deberá chocar con la partícula y, como resultado del choque, esta cambiará su posición. En otras palabras y resumiendo, en física cuántica, por el mero hecho de medir, modificamos aquello que medimos. Ya no ocurre como sucedía con la física clásica... En el mundo cuántico, una medida no revela propiedades que ya estaban allí, puesto que las hemos alterado por el mero hecho de observarlas...

Si ahora salimos del mundo de la física cuántica y empezamos a reflexionar sobre ello, podemos llegar a ver algo asombroso... En el mundo de la física clásica (que experimentamos a diario en nuestra vida cotidiana) siempre existe un sujeto que observa y un objeto que es observado. El sujeto puede observar sin modificar lo que ocurre. Como puedes ver, la visión de la física clásica se basa en las separaciones. Hay sujetos y objetos, unos separados de otros. Un sujeto puede separarse del resto del universo para observar al resto del universo. Es una visión muy cercana a la del ego, y no es de extrañar, pues a fin de cuentas la física la han creado los seres humanos.

Sin embargo, al aplicar ese mismo principio de medida a los objetos microscópicos, nos llevamos una lección de humildad. ¡Un verdadero golpe para el ego! En la física cuántica, un sujeto no puede separarse del resto del universo para observar a ese resto... Al hacerlo, se modifica la realidad. Lo que observa no es lo que había antes de observar.

atencion.pngDe alguna forma, este mensaje afirma que realmente no existe la dualidad sujeto-objeto. ¡Como formamos parte del universo, no podemos separarnos del mismo para observar el resto del universo! ¡No podemos crear esa separación! Solo puede hacerse de forma aproximada en el mundo de los objetos grandes en el que nos movemos cada día.

Entrelazamiento cuántico

Intentaré explicarte este fascinante fenómeno sin entrar en detalles y de forma clara. Se puede entrelazar un par de partículas, haciendo que compartan un mismo estado cuántico, y enviarlas a una gran distancia la una de la otra. Cuando cambia el estado cuántico de una, el de la otra se modifica instantáneamente (por ejemplo, adopta el mismo estado cuántico). Y cuando digo instantáneamente, me refiero a eso... ¡En el acto! Esto provocó un cierto dolor de cabeza a los físicos, puesto que significa que dos partículas podrían estar conectadas de forma instantánea independientemente de la distancia que las separe, como si intercambiaran información a velocidad infinita...

curiosidad.pngEsto no le gustó a Albert Einstein, quien junto con otros dos científicos estableció una paradoja para argumentar en contra del entrelazamiento cuántico. Pero el intento fracasó, y se logró concluir más bien lo contrario: el entrelazamiento cuántico es real como la vida misma y, de hecho, en la actualidad los científicos siguen experimentando con ese fenómeno.

Ahora te propongo salir de la física cuántica y filosofar un poco. Parece que en el universo es posible intercambiar información de forma instantánea (sin retardo alguno) a cualquier distancia. En pocas palabras, eso nos transmite el mensaje de que las distancias realmente no existen. O, mejor dicho, que todo está unido a todo.

El vacío es más importante de lo que parece

Y ¿qué es lo que lo mantiene todo unido e interconectado en el universo? La verdad es que nadie lo sabe con certeza, y teorías hay tantas como colores (¡o más!), todas con derecho a ser ciertas. Algunas son realmente interesantes. Está claro que existe algo que no podemos ver y que mantiene al universo en orden, interacción, movimiento... Hace que la vida prolifere, que los planetas giren, que crezcan las plantas, etc. Como decía, hay muchas posibles formas de explicarlo, y una teoría muy curiosa consiste en pensar que ese algo es el vacío.

filosofar.pngSolemos considerar la materia como lo que existe y tiene valor, y lo demás (lo que sobra entre materia y materia) es el vacío. De algún modo, tendemos a tratar el vacío de una forma un tanto despectiva. Pero ¿no podría ser que el vacío estuviera más lleno de lo que pensamos? ¿No será que la materia es lo que sobra entre vacío y vacío? ¿No será el vacío el medio que permite intercambiar información de forma instantánea, salvando todas las distancias que existen en el universo? ¿No podría tener que ver con fenómenos como la sincronicidad (del cual podrás aprender más en el capítulo 12)?

Un tema muy interesante de la física cuántica es el que se conoce como «energía del punto cero» (Albert Einstein lo llamó «energía residual»). Imagina que tomas unas partículas y las enfrías hasta el cero absoluto (la temperatura más baja que se puede alcanzar). Al principio las partículas vibrarían alocadamente y, al perder temperatura, vibrarían con mayor lentitud. Al llegar al cero absoluto no habría energía asociada a la materia, y las partículas no deberían vibrar. Sin embargo, cuando los científicos toman medidas se encuentran con que la energía no es cero... ¡Hay energía! ¿De dónde sale? De la materia no puede salir, porque está «quieta». Entonces, es obvio que esa energía procede del vacío. Resulta que, al final de la historia, el vacío está más vivo de lo que pensábamos. ¡Otra lección de humildad de la física cuántica!

El vacío no es el actor secundario; es el protagonista de la película, y allí es posible que se oculten muchas respuestas a grandes preguntas. No es descabellado, sobre todo si consideramos que se calcula que la materia visible en el universo es cerca de un cinco por ciento de la masa total del universo (el resto es lo que se llama materia y energía oscura). ¡Al final resulta que eso que llamamos vacío es lo que más abunda en el universo!

curiosidad.pngSi lo piensas, incluso los objetos más sólidos que puedas imaginar están prácticamente vacíos. Si ampliaras un átomo infinidad de veces, el núcleo equivaldría a un balón en mitad de un campo de fútbol, mientras que los electrones que giran a su alrededor equivaldrían a moscas en las últimas gradas del estadio. En un átomo, mucho más del 99 por ciento es puro vacío. Si consideras que tú estás hecho de trillones y trillones de átomos, y que cada átomo está prácticamente vacío, ¡en realidad estás prácticamente hueco! Nuestros sentidos nos hacen percibir solidez (menos mal). Pero no tengas duda de que esa mesa tan sólida sobre la que escribes, o esa silla tan robusta sobre la que te sientas están, ante todo, vacías.

¿A que ya no ves el vacío como antes?

 

Conecta con el vacío

 

Un maravilloso ejercicio, que te recomiendo probar, consiste en conectar con el vacío en tu experiencia cotidiana. Por ejemplo, cuando mires un escenario determinado, te resultará natural y automático identificar objetos (como se ha comentado antes). Sin embargo, te propongo darle la vuelta al asunto, y que intentes centrar tu atención en el espacio vacío que separa los distintos objetos. También puedes hacerlo con el sonido. En vez de centrarte en los diferentes sonidos, presta atención a los silencios que se producen (por ejemplo, entre palabras). Este ejercicio es sumamente revelador. Cambiará la forma en la que entiendes el vacío y, de algún modo, tu manera de ver el universo.

 

¡Ante todo, prudencia!

 

atencion.pngExisten infinidad de documentales, libros y otros materiales que abordan apasionantes temas que acercan la ciencia a la espiritualidad. No tengo nada en contra y, de hecho, me parecen apasionantes y nos acercan a una realidad que la mente científica no deja ver.

Pero te recomiendo es que seas muy prudente al interpretar lo que ves o lees como resultados científicos. Muchos de esos interesantes trabajos se basan en resultados científicos muy serios y reveladores. Lo que ocurre es que, después, alguien que no se dedica a la ciencia (por ejemplo, un periodista), toma esos datos, los combina y obtiene conclusiones por una vía que (obviamente) no responde al método científico, ni los resultados son reconocidos (ni revisados) por la comunidad científica. En pocas palabras, se parte de resultados científicos que luego se procesan por una vía no científica y arrojan un resultado que no es ciencia. Eso no quiere decir que los resultados no sean ciertos. Pero no puedes decir que sean resultados científicos...

Otro consejo basado en la prudencia: asegúrate de que lo que consideres un resultado científico realmente lo sea. Hay publicaciones fascinantes que revelan cosas que todos sabemos que están ahí pero que no pensábamos que la ciencia reconociera... Pero ten en cuenta que existen muchas publicaciones pseudocientíficas que no han sido revisadas ni publicadas en medios serios y reconocidos por la comunidad científica. No porque algo se presente como científico por su autor (o por terceros) significa que lo sea. Una posible forma de investigarlo es buscar publicaciones científicas al respecto en internet y comprobar que han sido publicadas en medios reconocidos por la comunidad científica. De hecho, lo habitual es que quien alude a resultados científicos cite las publicaciones que los sostengan.

¿Por qué es tan importante saber que todo está interconectado?

Ahora que ya has escuchado a los místicos y a la ciencia, seguro que no te parece tan descabellada la idea de que el universo es un todo inseparable del que formas parte. Cuando tengas la tentación de creer lo contrario, ten por seguro que quien habla es tu ego (a quien le interesa que veas separaciones por todas partes).

Eso sí, por muy interesante y convincente que te parezca todo esto, seguramente te estarás preguntando para qué te puede servir saberlo. En los siguientes apartados encontrarás algunas buenas razones.

No puedes ser feliz solo

Entender el holismo del universo te abre los ojos a realidades que quizá no te habías planteado. Una de las más importantes es que no puedes ser feliz solo, al margen del resto de seres, pues existe una relación de interdependencia. Si pudieras ser feliz solo, te estarías separando de ese todo, creando un fragmento irreal; es una ilusión que puede durar más o menos, pero jamás será para siempre. No lo dudes, para ser feliz, hay que hacer felices a los demás.

¡Haz la prueba! Por ejemplo, ten un acto de generosidad (eso sí, de corazón) con otra persona, sin esperar nada a cambio. Cuando veas la sonrisa de la otra persona, ¿acaso eso no vale más que todo el oro del mundo? Si haces feliz a alguien, te darás cuenta de que entras en contacto con la felicidad.

recuerda.pngCuando eres consciente de que no estás separado del resto de seres, te resulta más fácil sentir empatía. ¡Cómo no vas a querer lo mejor para ellos, si eso se convierte inmediatamente en lo mejor para ti!

No puedes hacer daño a nadie sin dañarte a ti mismo

Como estás interconectado con el resto del universo, no puedes hacer daño a nadie sin hacerte daño a ti mismo. Si tienes la tentación de lastimar a otra persona, no olvides que te lastimarás a ti mismo. El efecto aparecerá antes o después (quizá mucho más tarde) pero no tengas dudas de que ocurrirá. Estarás creando causas negativas que algún día volverán a ti como efectos negativos. ¿No es mejor evitarlo?

Un buen ejemplo es la crítica (y no me refiero a la constructiva). Imagina que un subordinado ha pasado horas haciendo un informe que le pediste. Para sorprenderte positivamente, ha incluido algunas secciones que tú no le pediste, pero que ha considerado relevantes, y para ello ha pasado todo el fin de semana trabajando. Cuando te entrega el informe, lo revisas, y mostrando cierta dureza, le dices que está bien, pero que sobran esas secciones que ha incluido, que no sirven para nada. En este ejemplo, no te costará imaginar el dolor que la dureza de tus palabras causa en la otra persona. Quizá su rostro, sus palabras o sus actos no lo reflejen, pero le has herido y eso no se olvida con facilidad. ¿Crees que esa persona, en el futuro, estará dispuesta a dar más de lo que le pides? ¿No hubiera sido mejor agradecérselo y decirle que esas nuevas secciones son excelentes pero que no encajan en ese informe, y proponerle guardarlas para otro que pronto tendrá que escribir?

No puedes ayudar a nadie sin ayudarte a ti mismo

No tengas miedo de mostrar tu apoyo a otras personas. Tu ego te hará creer que les ayudas para que luego te superen. O quizá pienses que, al ayudar a otra persona, estás perdiendo un tiempo que deberías dedicarte a ti. Los mecanismos y las excusas del ego son innumerables. Pero ahora sabes que no existen separaciones reales en el universo, y que estás conectado con el resto de seres, lo cual te proporcionará fuerzas para vencer a ese enemigo interior.

recuerda.pngCuando ayudas a otras personas, te ayudas a ti mismo. De lo que das, recibes. Si das ayuda hoy, recibirás ayuda mañana. ¿Verdad que cuando alguien te echa una mano te sientes agradecido y (en cierta forma) en deuda? Después te resulta mucho más fácil ayudar a la otra persona. Y lo mismo le ocurre a la otra persona cuando eres tú quien la ayuda. ¡Contribuye a ese maravilloso dar y recibir que es el universo, donde si ayudas todos ganan!

Si lo miras desde el punto de vista opuesto, si nunca ayudas a otras personas, lo más probable es que recibas muy poco apoyo de los demás. Te enfrentarás a diversos problemas en la vida, como le ocurre a todo mortal, pero lo harás solo, y eso lo complica todo. Si contaras con el apoyo de los demás, gran parte de esos problemas serían más soportables.

Es importante que no lleves este consejo a los extremos. No se trata de negarse a ayudar a todo el mundo, pero tampoco tienes que convertirte en el chico de los recados para los demás o llegar al extremo de que se aprovechen de ti. Encontrarás la oportunidad de ayudar por todas partes, pero solo tú sabrás y podrás decidir cuándo es correcto ayudar, en qué medida contribuir y cómo hacerlo. Por ejemplo, en algunos casos unas sinceras palabras de apoyo pueden ser la mejor ayuda del mundo.

Lo mejor es trabajar en equipo

Cuando el ego se encuentra sobrealimentado, el trabajo en equipo suena a amenaza. Un equipo representa unión, y eso es justo lo que el ego desea destruir. Si piensas desde el ego, deseas obtener éxito, reconocimientos, etc. Para ello, necesitas actuar en solitario, separándote del resto. Lo único que le podría interesar a tu ego de un equipo sería aprovechar el trabajo de los demás para obtener éxitos en tu nombre, lo cual no es trabajar en equipo, y por supuesto, siempre termina mal (tarde más o menos).

atencion.pngAhora que ya eres consciente de la unidad del universo, comprenderás que no existe otra posible forma de trabajar que en equipo. ¡Lo natural es precisamente eso, ya que te encuentras interconectado con otras personas!

No temas a que otras personas se aprovechen de tu talento. En un buen equipo, tu talento será reconocido, igual que tus contribuciones. Se valorarán más, porque las has puesto al servicio del equipo. Fíjate en las grandes estrellas del fútbol. Ellos solos no pueden ganar un partido, así que unen su fuerza y talento para lograrlo en equipo. Pero eso no impide que, después, se reconozca individualmente a cada jugador.

Por supuesto, te hablo de un verdadero equipo, que, por definición, debe estar liderado por un buen guía. Si te encuentras en un equipo donde unas personas se aprovechan del talento de otras y donde ciertos egos predominan sobre el espíritu de equipo, obviamente no hablamos de un verdadero equipo, y no se aplica lo que te recomiendo en esta sección.

Formas parte de un río en constante fluir

Como el universo es un todo inseparable, fluye de forma constante. Cuando lo separamos en partes, nos encontramos con un inquebrantable dar y recibir: unas partes dan y otras reciben, y las partes que ahora dan, reciben más tarde. El universo es un constante dar y recibir.

curiosidad.pngSi lo quieres ver en términos de energía, el universo es energía en constante fluir. Todo es energía. Incluso la materia es energía (recuerda la famosa ecuación de Albert Einstein, E=mc2, que establece una equivalencia entre energía y materia). Tus pensamientos también son energía. Esa energía se encuentra en un constante movimiento, como un río, que nunca se detiene.

Como parte del universo que eres, lo natural es que contribuyas a esa incesante corriente. Esa contribución implica el menor esfuerzo, ya que es lo natural.

Sin embargo, el ego te tentará a separarte de ese fluir natural; pretenderá que te conviertas en una entidad aislada del resto, que se oponga al avance, como si fueras una grande y pesada piedra en medio de un río. Te invitará a nadar contra corriente. Si le haces caso, pasará lo mismo que en un río: el agua siempre consigue esquivar esa gran piedra, e incluso podría pasarle por encima. Cuando te separas, te opones a todo el universo y dejas de contribuir a que fluya de forma natural. Pero no puedes resistirte al avance del universo, que conseguirá salir airoso. Quien más pierde cuando te separas del resto eres tú. Si no te pones en contra del universo, sucede todo lo contrario: la corriente te ayuda a avanzar con el mínimo esfuerzo.

Un buen ejemplo es el que te mostraba en la sección anterior. Trabajar en equipo es lo natural, pues contribuye a ese intercambio de dar y recibir que reina en el universo. Cuando te separas del equipo e intentas actuar por tu cuenta, acabas convirtiéndote en un obstáculo, y dejas de avanzar, mientras el equipo unido avanza más, de manera fluida y con menor esfuerzo.

Heráclito dijo: «Nunca te bañarás dos veces en el mismo río». Por el fluir de sus aguas, el río cambia constantemente. Lo mismo ocurre en el universo. Se encuentra en un constante cambio y nada es permanente. Resistirse a esa realidad representa, de nuevo, nadar contra corriente.