ABRAZO FILIAL

 

Mi padre, en los largos años del segundo exilio (1939-1965) recordaba con nostalgia su Annual crónicas como Corresponsal de Guerra de La Libertad. Nos contaba recuerdos de aquel horrible verano de 1921 en el que el ejército español sufrió el mayor descalabro de su historia a manos de Abd-el-Krim, un moro temible que logró aglutinar los odios de las kabilas contra España. «Cuánto me gustaría —nos decía— conseguir un ejemplar de ese libro y releer mis visiones y experiencias en aquel Rif turbulento en el que nuestros nobles soldados sufrían espantosos sufrimientos. La administración española, corrupta y desvergonzada, no proveía al ejército de los materiales que exigía la guerra, permitiendo que unos rifeños valerosos, sin organización militar, derrotaran a tropas regulares que se suponían superiores.» Annual es una historia-requisitoria en la que, con pasión, se señalan las inmoralidades de los burócratas que pagaban con sangre los mozos españoles. Las crónicas que venían de Marruecos eran rigurosamente censuradas para ocultar a la opinión pública, la dolorosa realidad. En Annual mi padre reunió sus crónicas sin las mutilaciones del censor. En su primer exilio, después del golpe inducido del jerezano Primo de Rivera, escribió, desde París, esta irónica cuarteta:

Mi querido Coronel

Lejos de su lápiz rojo

Escribiré aquí a mi antojo

Bajo la gran Torre Eiffel

En la segunda parte de Annual se hace un certero diagnóstico de los estertores de la Restauración. La monarquía borbónica estaba podrida y sólo un sacudón salvaría a España de convertirse en el cadáver de un "elefante muerto". Desde Francia, con la colaboración de Don Miguel de Unamuno, también emigrado en ese país, después de su pasantía canaria, publicó Hojas Libres, que se introducían clandestinamente en España, a través de las veredas contrabandistas de los Países Vascos. Vino luego el Pacto de San Sebastián, suscrito por mi padre, la II República, la Guerra Civil y los años miserables de una dictadura curera, cruel y agarbanzada. Unamuno, antes de morir en su Salamanca de piedras doradas, recordando a su homónimo, calificó al régimen de "dictablanda", al compararlo con lo que veía.

Ahora, gracias a Eduardo Riestra, editor de Ediciones el Viento, he podido leer Annual con un retraso de 88 años y dialogar con mi padre. A él, padre nuestro, un abrazo de hijos, nietos y bisnietos, sembrados en tierras americanas. España se acerca hoy a los ideales e ilusiones por los que tanto luchaste.

Juan M. Ortega
Caracas, 25 de septiembre de 2008