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AUNQUE MOISÉS Guzmán no era muy amigo de las terminologías y prefería ir a lo práctico, supo que en la tarea para la que había sido contratado, tendría que llevar las anotaciones al día sino quería perderse por el camino. Así que cogió papel y bolígrafo y anotó, concienzudamente, todos los datos de que disponía. Lo primero que hizo fue ordenar los nombres de la siguiente manera:
NOMBRES:
-Eusebio Mezquita Cabrero
(doctor, socio del padre de la desaparecida), nació el 15-04-49.
-Alexia Bonamusa Paricio
(niña desaparecida el 15-08-96, actualmente dieciséis años en el caso de seguir viva)
-Albert Bonamusa y Felisa Paricio
(padres de Alexia, Asesinados).
-Ricard Bonamusa
(hermano de Albert y tío de Alexia)
-Pere Artigas y Sonsoles Gayán
(vecinos del piso de abajo)
-Pedro Salgado
(inspector encargado del caso)
Cuando hubo terminado, repasó mentalmente los nombres para comprobar que estaban bien relacionados. Quiso hacer algunas anotaciones más, referentes al desarrollo de los acontecimientos, pero pensó que eran tantos los datos a tener en cuenta, que mejor los ordenaría en su mente.
Después conectó el ordenador portátil y accedió a su cuenta bancaria, comprobando tras introducir las claves de acceso, que Eusebio Mezquita le había transferido los cien mil euros pactados. De no ser así, aún estaba a tiempo de revocar la excedencia e incorporarse a su trabajo, pero ya intuía que el médico era una persona de fiar.
Mientras esperaba a que se cargara la página de las cuentas bancarias, algo lenta por ser primero de mes, pensó en los motivos que habrían llevado al señor Mezquita a contratarle a él precisamente para la búsqueda de Alexia. No dejaba de ser chocante que buscara a alguien de fuera, es decir, a alguien que no fuese detective profesional, ni caza recompensas, ni nada por el estilo. No se lo preguntó cuando lo contrató para el trabajo, ya que supuso que lo había contratado dejándose llevar por un instinto innato. Seguramente supo de él a través de algún recorte de prensa o incluso enviaría a alguien a formular una denuncia y luego le preguntaría que tal lo atendió. Tampoco comprendía por qué contrató a alguien tan lejos de Barcelona, ya que lo lógico hubiese sido buscar un detective de allí mismo, pensando que cuanto más conociera de Cataluña mejor se desenvolvería en el entorno de la investigación. Pero el hecho de que el doctor Mezquita residiera en Zaragoza aportaba cierta lógica a que se hubiese fijado en un policía de Huesca, por aquello de la proximidad entre ambas ciudades. Tampoco quiso Moisés ahondar en los motivos que llevaron a que el doctor Mezquita lo buscara a él como investigador y no buscase otras personas más apropiadas para esa tarea.
No pudo evitar acordarse del desconocido que le regaló la plumaMontblanca través de un paquete de mensajería y pensó en si tendría algo que ver con el doctor Mezquita. En cualquier caso Moisés se veía muy capacitado para encontrar a Alexia o saber donde estaba enterrada o qué fue de ella.
Se mentalizó para no obsesionarse, ya que era muy dado a obcecarse en exceso y eso le quitaba el sueño y la falta de sueño derivaba en no centrarse en lo que tenía que hacer.
Pasó la primera página de su improvisaba libreta y añadió más datos:
DIRECCIONES:
-Verdi 45, 3 (piso de los Bonamusa)
-Verdi 45, 2 (piso de los vecinos, matrimonio Artigas)
-Verdi 41, 1 (piso de Eusebio Mezquita)
En cualquier caso, el estar cincuenta días alejado de la Oficina de Denuncias de Huesca le supondría una ventana de aire fresco a su atascada carrera profesional y pensó, mientras meditaba, en alguna dirección más que añadir a la libreta.
Serían importantes los datos que pudiera facilitarle el doctor Mezquita sobre el experimento realizado aquella noche en la clínica, ya que la muerte de los Bonamusa y la desaparición de la niña tendría algún nexo en común. Después, se iría unos días a Barcelona, donde estaba el verdadero trabajo de campo, a indagar en los archivos de la Policía Nacional. Tenía que contactar con el inspector Pedro Salgado, a quién se le encargó el caso. Si estaba vivo, pensó. No había que olvidar que los hechos se remontaban trece años atrás y era más que probable que muchos de los participantes estuvieran muertos, o seniles.