16. Por ejemplo, un ejemplo
Detallo a continuación algunas de esas medidas adoptadas en beneficio de la comunidad y llevadas a cabo, precisamente, gracias a la red de servicios que disponemos en Granada como consecuencia de la colaboración institucional.
Unos chavales delinquieron dañando la red ferroviaria; en la sentencia se les condena a trabajar en la estación pintando vagones. La limpieza de jardines, de paredes, de la ciudad en general, suele ser también un recurso muy aplicable. Encontramos un menor que va conduciendo bajo la influencia de bebidas alcohólicas; es sentenciado a estar de 20 a 40 horas en el hospital de traumatología, conviviendo con las dificultades a las que tienen que enfrentarse los tetrapléjicos o presenciando una intervención quirúrgica de urgencia de un accidente de tráfico. Se detiene a un menor que trafica y consume drogas en pequeñas dosis durante un botellón, se le condena a limpiar la basura generada por dicho botellón todos los sábados y domingos de siete menos cuarto de la mañana a diez, con la brigada de limpieza. Recuerdo que un menor le pegó una paliza a otro porque, según él, «le miraba mal»; se le condenó a limpiar un espejo durante doce horas, para que le reflejase su propia mirada. Un menor, éste de clase acomodada, al que el padre castigó por cuestión de estudios a no utilizar el ordenador, forzó una tienda de ordenadores con ayuda de unos amigos y se llevaron seis; se le condenó a participar en la mudanza de todos los ordenadores del juzgado y de la fiscalía cuando hubo un traslado de sede.
He de decir, además, que buscar siempre una relación con el delito cometido, teniendo en cuenta las circunstancias personales del menor y que sirva para que pague el daño que ha cometido a la sociedad, es algo muy costoso. Por ejemplo, la medida de acompañar a personas tetrapléjicas supone el ir a hablar con el jefe de traumatología, a su vez hablar con el jefe de urgencias, con el jefe de rehabilitación, con el psicólogo de rehabilitación para que junto con el psicólogo del equipo del juzgado seleccione a un enfermo tetrapléjico y a un familiar o familiares del enfermo con capacidad y voluntad de infundir al menor la visión adecuada que nosotros pretendemos, etc. Como es lógico, después de este trabajo para la puesta a punto, estamos en condiciones de, como mínimo, exigirle al menor, por escrito y de su puño y letra, una reflexión sobre la ejecución de la medida de 25 a 50 folios.
Más ejemplos en este ultimo sentido. La medida de limpiar el botellón significa contactar primero con el alcalde, después con el concejal de medio ambiente, después con la empresa que tiene contrato con el ayuntamiento para el servicio de limpieza, después seleccionar entre todos al jefe de la brigada que a su vez quiera hacerse cargo del control del chaval y que le exija el cumplimiento del trabajo.
Y más. La medida de limpiar el espejo significa seleccionar espejos con cobertura de seguro (por si hay accidente), que esté a una altura adecuada que no cause problemas, porque aunque normalmente contamos con el consentimiento de los chavales, éste se consigue normalmente gracias a una figura que existe y que no contempla la ley: el «chantaje judicial».
Y más. Sobre la base de los informes del equipo técnico, se deduce que un menor es inculto, pero no incapacitado para aprender. Por eso se le va a sentenciar a aprender a leer y escribir, lo cual nos obliga a buscar un maestro que vaya a su pueblo, luego a conseguir el profesor de apoyo y a hacerle un seguimiento continuo; todo con la intención de que al menor se le abran otras posibilidades, que luego aprovechará o no.
Y más. Un menor robó el bolso a una mujer extranjera, con el añadido de que llevaba en él más de trescientos mil euros en joyas. Después de muchas investigaciones, se consigue detener al chaval y se descubre que había vendido todas las joyas por 240 euros. Se prosigue la investigación y se detiene al padre, al hijo y al comprador del botín. Pues bien, lo importante aquí del asunto no es la cuestión económica, puesto que la persona que lleva esa fortuna en un bolso la tiene más que asegurada. La cuestión es que la señora se empeña en que el chaval abandone el mundo del delito, ofreciéndose a pagarle toda la formación necesaria. Incluso estando aún pendientes de juicio y en proceso de investigación, se procedió a dictar una sentencia socio-educativa: aprovechando que el padre estaba en prisión, se le condena al menor a sacarse el Graduado Escolar en tres años, a aprobar el carné de conducir, a ingresar en Formación Profesional y conseguir un titulo de especialista en mecánica. Si él va cumpliendo con todos los requisitos, ira cumpliendo por tanto su sentencia. Evidentemente él no percibe dinero, pero los gastos que ocasiona los financia la señora que fue victima de su robo. Actualmente, el chaval trabaja ocho horas diarias como repartidor en una empresa y estudia dos; si sigue esa evolución se sacara el Graduado Escolar. Después ya dependerá de él el aprovechar o no la oportunidad que se le brinda. He de decir también que, para esto, cuenta con el apoyo de la madre y la novia, quienes incluso han comenzado a estudiar para obtener el Graduado.
Y más. Traté el caso de tres menores que, dejándose llevar por uno de ellos que actuaba de «cabecilla», sin ser delincuentes, empiezan a intentar robar el reloj a los niños menores que ellos. Eso, jurídicamente, si sacan una navaja es un robo con intimidación, y crean un sentimiento de miedo a la victima, al niño al que le quitan el reloj. Ya que habían demostrado que se aprovechaban de la situación de miedo que creaban en los demás, se creyó conveniente entre el equipo de psicólogos, los fiscales, etc., que trabajaran para los niños pobres participando cincuenta horas en la campaña del juguete que organizaban los almacenes con Cruz Roja. Así podían ver que hay niños pobres que tienen también derecho a jugar libremente y no por ello se dedican a robar.
Y más. Una de las últimas sentencias ha sido condenar a un pirata informático, que había hecho un desfalco de equis euros, a que aplicase sus conocimientos durante doscientas horas a jóvenes que están en centros. Esto lo hizo el chaval hace seis años, cuando tenía 17. Lo que ocurre es que estos delitos son muy complicados de investigar y se hace muy largo temporalmente. A lo largo de toda esa investigación entra en vigor la Ley de Menores, y este caso pasó de ser un delito cometido por un mayor a ser un delito cometido por un menor, con lo cual, toda la investigación que se había llevado a cabo en los juzgados de instrucción correspondientes que después habían pasado a lo penal. Posteriormente pasan a la fiscalía de menores y de ahí al juzgado de menores. Voy a juzgar a un chaval que había cometido un delito al cabo de los cinco o seis años del mismo; un chaval que está estudiando, que no hacia falta reinsertarlo en la sociedad porque realmente nunca había estado fuera de ella, que hizo aquello por un prurito personal… ¿Qué se le puede pedir al cabo de los seis años? Se pensó y se estudió por parte de los profesionales y se llegó a la conclusión de que un buen trabajo en beneficio de la comunidad era que transmitiera sus conocimientos y que recapacitara sobre lo que había hecho. No vas a encerrar seis meses en prisión a un hombre de 23 años por un delito que cometió cuando tenía 17.
La justicia va lenta, entre otras cosas porque es cara. Ahora ya se está informatizando, y eso servirá de ayuda en este sentido. Pero yo prefiero y creo que es más importante la labor de buenos profesionales. También hay ahora lo que yo considero un problema, y es que se tiende a instalar macro-juzgados y macro-oficinas, y yo soy partidario del mini-juzgado. A mí me gusta juzgar a personas, resolver problemas de personas, no asuntos de papeles. Y ese es uno de los motivos por el que me metí en materia de menores: me gusta el contacto directo con las personas. Desde luego la justicia debiera ser rápida, pero tampoco de forma excesiva, porque hay que madurar las respuestas que damos.
Otra de las últimas sentencias ha sido dictaminar que diez chavales hagan el Camino de Santiago. Son menores que tienen distintas medidas; unos de trabajo en beneficio de la comunidad, otros de libertad vigilada, otros de tarea socio-educativa…, y su evolución va siendo favorable. Incluso hay una chica que tiene pendiente la medida de internamiento, pero que ha tenido una evolución favorable en la libertad vigilada. Dentro del programa, el equipo de medio abierto consideró que un refuerzo podía ser hacer el Camino y se les ha dado esa posibilidad, pero nadie va obligado. Lógicamente, los que se han prestado voluntarios y lo hagan correctamente, a lo mejor salen favorecidos. Pero no es un castigo y tampoco un premio; es lo que llaman los psicólogos un «reforzamiento positivo», y yo creo que es una medida que permite conocer a otra gente, tener otra experiencia de compañerismo y de sacrificio, etc.
La primera reacción de los menores a los que impongo este tipo de resoluciones, y también de sus familiares, es siempre de sorpresa, porque esperan algo más, un castigo mucho mayor o una privación de libertad. Se ven gratamente sorprendidos, y esa sorpresa sirve, al mismo tiempo, para conseguir su colaboración, porque todas estas medidas tienen que ser pactadas con ellos («pactadas» entre comillas). Lo bueno es que la familia se vuelque con las medidas, colaboración que es fundamental.