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Recibió un mensaje en su móvil “putita mía, ¿no me echas de menos?” Contestó rápidamente con un escueto “no”. Al poco recibió otro “hoy mi zorrita está juguetona... te espero para jugar a las 4, ya sabes donde” Ana contestó “tu zorrita es consciente de que no es mas que una muesca mas en tu polla y ha decidido dejarlo aquí. Se acabó”. Al poco le llegó un nuevo mensaje “Ana, perdona, sabes que te tengo cariño, ven y charlamos”. Ana ya no contestó, guardando el móvil en el bolso y yendo para casa.
Ana le preparó la cena a María y llamó a Andrés para que cenaran juntos. Le tuvo que dar la comida a la boca, ya que estaba mimosa y haciendo el tonto, pero no le importaba, la quería. Esos juegos los hacía para llamar la atención, y ya no necesitaría repetirlos.
Fueron los tres al cuarto de María. Andrés le contó el cuento del patito feo. A María le encantaba cuando Andrés hacía de vaca y decía.
—Mmmmmmmmama pata, mmmmmmmmmmama pata, pero que patito más feo que tiene usted.
—Sí, pero es mi patito y le voy a querer mucho.
Luego la niña hacía de gato.
—Miauuuuma pata miauuuuuma pata, pero que patito más feo que tiene usted.
—Sí, pero es mi patito y le voy a querer mucho.
Ana se daba cuenta en esos momentos que María significaba para Andrés lo mismo que para ella, que la quería mucho, y que se desvivía por su niña. No podía privar a Andrés de la niña con régimen de visitas concertado, no podía meter otro padre ni otra madre en la vida de María, y sobre todo, no podía privar a María de esos cuentos que le contaba su padre, ni de los besos de buenas noches que le daba abrazada fuertemente a ella.
Y mucho menos le podía privar de aquello por sexo, por un capricho sexual, por un orgasmo, o por unos momentos de placer de los cuales en realidad podía prescindir.
Siempre salía primero Andrés de la habitación y se quedaban las chicas hablando un poco de sus cosas, abrazadas, y despidiéndose con un beso y un sueña con nosotros y así no te pasará nada. Andrés se encerraba entonces un rato en su despacho mientras Ana veía la televisión en el sofá.
Pero aquella noche era distinta. Ana se sentó en el despacho de Andrés, delante de él. Andrés le dijo que tenía trabajo, que le dejara.
—Tenemos que hablar. Mejor dicho, tengo que hablar, tú sólo tienes que escuchar. He decidido quedarme contigo. Y no sólo por María. He decidido quedarme contigo porque somos una familia. Asumo la parte de culpa que tengo, asumo lo que he hecho estos años. Dejo la brigada, de momento he pedido una excedencia sin sueldo. Para quedarme contigo y con María. Ya no es necesaria Gloria. No pienses que eres el único que ha cometido estupideces, yo también las he cometido, del mismo tamaño que las tuyas. Yo las he cortado, tú las cortarás, porque en el momento que te lo pienses, te darás cuenta que no tienes a nadie que realmente te quiera como yo.
—Pero...
—No hay peros, Andrés. Tu estudio es un fracaso, a mí la brigada no me llena ya. Vamos a empezar de nuevo, juntos. Te voy a ayudar con tu trabajo, vamos a hacer casas, no esas mierdas que intentas vender a imbéciles adinerados y que nunca construyes, y para lo que utilizas a María y a mí misma. Vas a asumir el fracaso de esta línea de trabajo que tomaste y vamos a tomar una nueva, juntos, los tres.
Ana salió del despacho. Se encontraba bien. Entró en su cuarto y buscó esa caja en el fondo del armario, aquella que guardaba la condecoración y la carta. La llevó a la cocina y la dejó sobre la mesa. Al día siguiente se despediría de Gutiérrez y le dejaría como regalo aquella insignia maldita.
Antes de ir a la cama pasó por el despacho de Andrés. Estaba mandando un mensaje por el móvil, y cuando vio a Ana dio un respingo y lo guardó, intentando disimular.
—Nada, despídete de ella, y dile que la poli no es tonta. Te espero en la cama.
Ana se metió en la cama. Al poco entró Andrés, se desnudó y se quedó quieto, sin tocarla. Ana lo abrazó y le dijo que le quería, que lo iba a recuperar. Andrés respondió al beso, y después de varios años, hicieron el amor.
Cuando acabaron, Andrés le dijo.
—Yo soy el que te tengo que recuperar, Ana. Te quiero.