27

 

 

Antonio había quedado con el candidato en la sede del partido. Hacía unos días que había presentado su dimisión en el gobierno para dedicarse plenamente a preparar las elecciones. Allí le recibió en mangas de camisa, más sonriente que la última vez que se vieron. Entraron en un despacho privado y cerró la puerta.
—Bueno, ¿qué novedades me traes? Cuéntame.
—Bueno. Hemos hablado y a todos nos interesa una acción para poder mover el cotarro. Serviría para que la izquierda abertzale mostrase su rechazo al terrorismo. La oposición indudablemente pediría una ilegalización y nosotros tendríamos una oportunidad al desviar el debate sobre la situación económica.
—Pero en ese caso, todos los votantes de la oposición acudirían en masa a votarles.
—Efectivamente, pero ese no es nuestro problema. Ahora mismo prácticamente todos los votantes de la oposición irán a votar, mientras que los nuestros se quedarán en casa. Esta acción bien llevada hará que nuestros votantes se movilicen en contra de la oposición. Y para la izquierda abertzale supondrá que arrasarán en el País Vasco, aunque no es determinante para nuestros intereses, ya que no coincide con las elecciones al parlamento vasco, y tendremos tiempo suficiente como para desinflarlos posteriormente.
—O sea, que lo que conseguiríamos es movilizar a nuestro electorado y al voto nacionalista y radical en País Vasco.
—Y Navarra. Pero con el navarro no contamos, llevamos demasiado tiempo ninguneándolos, aunque vaya a saber si les podemos necesitar en el futuro. Lo importante es que restaríamos votos a la oposición, y además le cortaríamos un hipotético apoyo nacionalista. Nos interesa además restar apoyo al bloque no nacionalista en Euskadi ya que no iban a ser votos para nosotros sino preferentemente para la oposición, y en cambio, el voto nacionalista podrá apoyarnos puntualmente aquí en Madrid.
—¿Qué tipo de acción habéis pensado?
—Un atentado directo, tiro en la nuca, a una víctima ya elegida, muy mediática. Un atentado en Madrid. Facilitaremos toda la información para que se haga. Mostrará cierto poder de los terroristas, al disponer de una información privilegiada. Parecerá que son fuertes, que son capaces de hacer atentados selectivos y a víctimas protegidas. Darán la sensación de estar tutelando el proceso de paz. De cara a la izquierda abertzale no supondrá para sus votantes una víctima que les impida seguir votándoles y condenarán el atentado, pero como acción, no hacia la víctima. Para la oposición la víctima elegida es un icono, por lo que saltarán.
—De acuerdo, prepararemos previamente nuestro discurso. Jugaremos con esa ventaja, la de tener descolocados a la oposición.
—Además, la izquierda radical preparará concienzudamente su discurso, ya que supondrá una importante oportunidad de desbancar al PNV como primera fuerza nacionalista. Y el PNV mantendrá su poder, ya que robará votos a los no nacionalistas, sobre todo de los que están decepcionados con nosotros y que no quieren que los votos se fuguen a la oposición.
—Bien, resumiendo. Una víctima seleccionada, que no supondrá un impedimento para los votantes de la izquierda radical el acudir en masa a votar, y que nos permitirá monopolizar el discurso antiterrorista, desviando la atención de la crisis, y movilizando masivamente a nuestro electorado. ¿Quién hará los preparativos?
—Nuestra gente ya lo ha preparado, le ha facilitado los datos de la víctima a los terroristas, que ya han buscado un piso franco en Madrid. El atentado se perpetrará 4 semanas antes de las elecciones, de manera que los actos oficiales por la víctima se hagan antes de la campaña electoral. Tendremos 2 semanas para jugar con la ilegalización de la izquierda abertzale y monopolizar el discurso. Una vez legalizada, la campaña se regirá por el discurso de la oposición, que se radicalizará, y para las elecciones nadie se acordará de la víctima. Bien llevado, quizá con este tema consigamos volver a ganar las elecciones.
El candidato se despidió de Antonio, que salió a la calle aliviado. Había hecho su trabajo, ahora ya se desentendería del tema, ya no tenía que mancharse las manos de sangre, ya había otros que lo harían por él. Según iba para su casa pensó en cogerse unas vacaciones con su mujer durante el mes posterior al atentado e irse lejos, no quería volver a escuchar el rugido de las bestias desmembrando a su víctima. Esta vez quizá ni siquiera votaría.