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Llegó a casa de madrugada. El avión salió de Bilbao con retraso. Entró por la puerta sin hacer apenas ruido, para no despertar a Andrés y mucho menos a María. Se metió en la cocina y cogió un par de yogures de la nevera. Oyó pasos en el pasillo. Era María que se levantó al baño. Apareció con ojos de dormida en la puerta de la cocina. Ana la cogió y la abrazó. La niña se quedó dormida en sus brazos.
La llevó a su cama y la acostó. Al dejarla en la cama abrió un poco los ojos, pero Ana le cantó una pequeña nana que siempre usaba de despedida para que se durmiera y volvió a sus sueños.
Vida mía... mi sol. Cierra ya tus ojitos, que la noche ya llegó... y te tienes que dormir...
Se metió en la cama en silencio, dándole un beso a Andrés, que se dio la vuelta dormido, y se quedó mirando al techo, pensando en lo que le diría a Mario al día siguiente.
El despertador sonó a las 7 de la mañana. No sabía a que hora se había dormido, pero no había descansado demasiado. Se levantó muy cansada. Llevaba varios días muy duros, y los viajes la agotaban. Se vistió y se maquilló. Quería dar imagen desvalida a Mario. Su jefe era muy simple. Si la veía arreglada y atractiva, sentiría deseos de protegerla. Era muy básico en sus instintos y Ana eso lo tenía perfectamente controlado.
Ya tenía ensayada la escena. Entraría en su despacho y le presentaría el caso. Se mostraría ansiosa, y suplicaría su ayuda. Le pondría el anzuelo del asesino en serie, pero también el problema de que vascos y catalanes querrían apropiarse del caso.
Cuando salió del despacho de Mario, se le iluminó una sonrisa en la cara. Mario se encargaría de llevar el caso personalmente. Eso significaba que lidiaría con el resto de los implicados con el único interés de tener él el protagonismo, de liderarlo.
Y ese afán de liderazgo hacía que con tal de tenerle informado, Ana era la dueña absoluta del caso. Mario se encargaría además de allanarle el camino y de eliminar a posible competencia.
Fue a contárselo a Gutiérrez, y después comenzaron ya a trabajar en la investigación. Acababan de llegar los datos de la autopsia y había un dato nuevo sorprendente.
—Ana, fíjate en los datos de la autopsia. La parte superior del cráneo, por donde entró la bala, resulta que está multifracturada. Parte del cráneo se ha hundido. El agujero es muy grande. En la víctima la bala salió por el mentón, sin tocar hueso, por carne blanda.
—En cambio en los otros asesinatos, la bala acabó en la mandíbula y en el esternón. La bala no tenía fuerza para salir, pero realizó muchos destrozos al entrar. Esto sólo se puede hacer si la bala ha sido lenta, o sea, que tiene menos pólvora de la que debería llevar. La bala no tiene mucho alcance, pero disparada desde una distancia corta, romperá el hueso. En este caso, parece que no quería errar, disparó balas lentas que no hacen un agujero al traspasar el cráneo, sino que lo destrozan al deformarse el plomo en el primer impacto contra el hueso, arrastrándolo hacia dentro.
—¿Pero por qué lo hizo así y no utilizó balas explosivas? Las convencionales son difíciles de conseguir por estar prohibidas, pero podría haber hecho unas Dum Dum haciendo una muesca en forma de cruz en la punta de plomo con un cuchillo calentado al rojo.
—Las balas Dum Dum caseras tienen el problema de que se puede desprender parte del envoltorio y quedarse en el cañón y eso es un problema, ya que en el siguiente disparo te puede explotar el revolver en la mano. De esta manera, con un disparo a corta distancia, consigue el mismo efecto, y no corre riesgos.
—La bala apareció deformada pero entera. Apenas perdió alguna esquirla.
—Sin embargo, si la bala iba corta de pólvora es muy posible que la haya manipulado el asesino. Lo más normal es que haya adquirido las balas con la carga normal de pólvora, las haya desmontado, quitado parte de la pólvora y vuelto a montar. Pero por si acaso no estaría de más mirar en archivos de cazadores, por si hubiera adquirido la pólvora en una tienda de caza.
—Ok, me lo apunto.
—Bien, recapacitemos. El asesino no improvisa. Ha elegido el tipo de víctima, el modo de asesinarlos. Manipula las balas para lograr mayor efectividad. Realiza un solo disparo, con un revólver, para no dejar casquillos. Ha realizado asesinatos en tres ciudades distintas de tres comunidades autónomas complejas, sabiendo que eso dificultará la investigación. El asesino ha elegido perfectamente los escenarios y el modo de actuar para evitar ser reconocido. Pero el haber planeado tan al detalle los asesinatos para evitar ser detenido nos otorga dos ventajas.
—Anda, no me digas que jugamos con ventaja.
—Si. Primero. Tiene un número limitado de escenarios. Nos ha mostrado cual es la tipología de escenario en el que trabaja. Tenemos un tiempo hasta el próximo asesinato para poder determinar posibles escenarios y esperar al asesino. Segundo. Ese número limitado de escenarios hace que si no le cogemos, cuando acabe con los planificados, o si detecta que le cerramos algunos, se verá obligado a improvisar, y si improvisa, cometerá errores y podremos cazarle.
—Bueno, en eso tienes razón, pero eso es a futuro. ¿Cómo empezamos?
—Debemos saber con qué recursos contamos, y sin hacer mucho ruido utilizarlos. Hay que montar operativos jaula. El asesino saldrá de la ciudad o se alojará en la ciudad donde se cometa el asesinato, pero no será de allí. No puede ser de muchos sitios a la vez, por lo que es importante actuar en dos sentidos. Primero, tener montado un operativo a la salida de las ciudades que dure al menos 2 días para cazarle. Segundo, y que podemos hacer con los asesinatos anteriores, mirar el registro de los hoteles en las ciudades donde se han cometido los asesinatos. O bien sale de la ciudad una vez cometido el asesinato, o bien se aloja en ella. Lo más seguro es que se desplace en coche particular, pero por si acaso, habrá que comprobar vuelos. También que se comprueben usos de tarjetas de crédito durante el día del asesinato en todos los bancos de la ciudad.
—Madrid, Barcelona, Bilbao... pues mira que tenemos trabajo.
—Pues si. Pero quiero un análisis simple. Cotejar datos. O sea, investigaremos a aquellos que figuren en varios archivos a la vez. Que los ordenadores se dediquen a cruzar bases de datos. Y que se inicie un análisis sobre bases de datos de cazadores y de personas con licencia de armas. Que se determine quién posee revólveres de calibre 32. Más. Que se analicen las tres escenas del crimen, que se busquen huellas en la zona desde donde se realizaron los disparos. Son zonas muy contaminadas, pero a ver si suena la flauta.
—¿Sobre nuevos posibles escenarios?
—Eso es muy complicado, pero debemos hacerlo. Hay que buscar 3 ó 4 agentes de confianza. Hay que decirles qué buscamos y que empiecen a buscar por España, pero dando prioridad a Madrid, Bilbao y Barcelona.
—¿Y eso? ¿No crees que buscará nuevos escenarios?
—Es posible, pero creo que repetirá Bilbao y Barcelona para forzar una investigación conjunta, porque sabe que dificultará la investigación. Necesitamos bocas de metro de determinadas características. Debes realizar un pequeño informe de lo que buscamos. La forma de la boca para que el asesino pueda matar, y la concurrencia para que el asesino pueda escapar. Quiero gente de aquí, y por nada del mundo debe enterarse Mario.
—Ya sé a quien poner al frente, no te preocupes. Iré a gente de la brigada especial, que no tienen que dar explicaciones sobre donde van y qué hacen. Pero necesitaré una orden, por si acaso. Pero no te preocupes, yo me encargo de todo.
—Bien. Necesito un análisis de las fechas cuando ocurrieron los atentados. Que se investigue si son efemérides de algún hecho que estuviera relacionado. Por si acaso. Y que se mire alguna relación entre las víctimas, aunque no creo que tengan ninguna relación.
—De las víctimas me encargo yo. De las fechas, iré a la facultad de periodismo, conozco un catedrático que nos puede ayudar.
—Y bueno, buscamos a un hombre de mediana edad, moreno, zurdo, 180... y de ojos color coca cola, jaja.
—Lo de mediana edad lo dijo Goikolea, ¿por qué?
—Porque viaja mucho y rápidamente. Un joven generalmente no tiene dinero. Uno mayor no tiene vitalidad.
—¿Y los ojos color coca cola?
—Eso nos lo reservamos la estadística y yo, jaja.