Epílogo

 

El Bushido es el código de los principios morales y éticos enseñado a los caballeros en el Japón feudal. Este código no es atribuible a ningún escritor en concreto, es el resultado de siglos de estudio y profundo respeto ya sea a la hora de ponerlo en práctica como de ir añadiendo “capítulos” al mismo.

Fue el lógico desenvolvimiento de las pautas militares de todos los guerreros desde la noche de los tiempos, la unificación de los conceptos de Confucio y Mencio, y de lo que fue el Japón en su antigüedad. Los Samuráis solían vivir apartados del resto de sus conciudadanos, como una flor de loto en medio de un estanque de aguas cristalinas, así emanaba de su contemplación un modelo de conducta, honorabilidad, moral y respetabilidad (ver película El Ocaso del Samurái).

Todo éste conjunto de máximas, axiomas y parábolas, recibió el nombre de Bushido y yo tuve el honor de contribuir con mis conocimientos y ejemplo a tan alta empresa. Lo que un día fue un “código no escrito” de conducta fue cobrando vida en mis manos como “Hagakure”, para terminar su periplo como “Bushido”, aunque el nombre con el que se defina el código en sí carece de importancia pues lo esencial es su contenido y no hay mejor premio que seguir su vía.

Desde el día en que nací quedó sellado mí destino pues yo debía, sin saberlo, darle forma y divulgarlo a futuras generaciones y hoy que es el día elegido por los Dioses para que tú lo leas. Deseo que después de su relectura y comprensión, espero, llegues a formar parte del mismo y llegues, en definitiva, a ser y considerarte un caballero del Bushido como tantos miles antes que nosotros y hagas del honor, del autocontrol, y de la fidelidad tus principios, del valor un ejemplo, y de tú carácter un camino de rectitud y bondad.

Éste es un libro escrito en las aguas del pasado, guardado en cubiertas de fuego y depositado en los estantes del olvido, allí donde la memoria no recuerda que se guardan estas páginas que no buscan la razón y encuentran tu corazón.

Éste es un libro perdido en busca de unas manos cálidas y unos ojos inquietos ¿Serán los tuyos?.