Viejas escuelas
De forma clandestina, mi familia poseía conocimientos marciales muy antiguos así Kempachi, un día, me enseñó unos antiguos pergaminos (denso), de viejas escuelas en los que se apreciaban los puntos vitales (kiusho), que debían atacarse para obtener los efectos deseados ya fueran la eliminación del oponente como dejarlo fuera de combate sin dañar su integridad física.
Kempachi nunca me dijo cómo habían llegado a nuestro poder aquellos pergaminos o quién los había traído pero si era evidente el inmenso interés con el que se enseñaban, a nuestros samuráis, todos aquellos puntos vitales y las consecuencias que acarreaban, a favor, si eran ellos los que los ejecutaban o, en contra, si los recibían.
- En el combate, – me lo repetía muchas veces mi ayo –, como en la vida cotidiana recibirás algunos cortes o golpes, – me miró fijamente – no te detengas jamás a medir la longitud o profundidad de las heridas pues eso te distraerá del combate y te aniquilaran rápidamente, – miró al cielo y se rió –, aunque sangres y te duela no dejes de mirar a tus adversarios pues ellos estarán más asustados que tu al ver que no te quejas, ni evalúas tus heridas, y sigues combatiendo pues les das a entender que son heridas superficiales y poco profundas, – dejó de reír y me miró de nuevo –, les creas una gran duda y, en ese instante, te atacaran con gran furia para darte el “golpe de gracia”, – se giró y me dio la espalda –, aprovecha ese instante para derrotarles, posiblemente, será tu única oportunidad. Y diciéndome aquello se alejó.