Agradecimientos
Han sido muchas las personas que han leído borradores de este libro y me han dado consejos y aliento. Gracias eternas a Liza Trombi, James Morrow, Gary Delafield, Matt Sturges, Dave Justus, Andrew Tisbert, Fleetwood Robbins, Nancy Kress y Jack Skillingstead.
Escribí cada página con mis hijos, hoy incomprensiblemente adultos, en el corazón. Gracias, Emma e Ian Gregory.
Muchas gracias a mi editor, Tim O’Connell, que supo ver qué necesitaba este libro (y qué no). No debería ser legal reír tanto mientras uno trabaja tan duro. Richard Arcus, de Quercus, y Kiara Kent, de Penguin Random House Canada, me brindaron comentarios valiosísimos sobre el penúltimo borrador. Mi agente, Seth Fishman, y todo el equipo de Gernert Company han estado fenomenales de principio a fin.
Hay otros que también me han ayudado sin saberlo. Los Chicago Cubs me han enseñado todo lo que necesitaba saber sobre el destino, la fe y el sufrimiento. Le rompisteis el corazón a mi padre un año tras otro, cabrones… Pero al final se lo compensasteis. Mil gracias también a los crédulos miembros del Congreso que financiaron el Proyecto Star Gate durante décadas y que han proporcionado tanto material para esta novela.
Asimismo, le debo una disculpa a uno de mis héroes, James Randi, también conocido como el Increíble Randi. Su cruzada de toda una vida dedicada a investigar a mentalistas, curanderos, médiums y fraudes de toda calaña paranormal ha inspirado una historia que puede dar alas y consuelo al enemigo. Por eso, y aunque parezca ridículo tener que decirlo en el siglo XXI, nada de esto es real, amigos. No existen ni los mentalistas, ni la visión remota, ni los zahoríes ni nadie capaz de doblar utensilios de cocina con el poder de la mente, excepto en la ficción. Aunque con eso ya es suficiente, ¿no?