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La excursión en bicicleta hasta el pantano resulto mucho más dificultosa de lo que Adam había imaginado. Aun cuando la mayor parte del trayecto tuvieron que pedalear por una cuesta ligeramente pronunciada, lo que realmente resultaba insoportable era el calor sofocante que consumía sus fuerzas. Cuando por fin llegaron, Adam casi se tambaleaba.

Afortunadamente, todos llevaban una botella grande de agua.

—Esto es otra cosa-dijo Adam, empleando un tono deliberadamente sarcástico, mientras abría su botella y se la llevaba a los labios—.¡Qué fresco hace aquí!

—Es como entrar en un centro comercial con aire acondicionado-convino Cindy, mientras alcanzaba su botella. Su rostro estaba enrojecido a causa del sol y del esfuerzo realizado.

—Eh, dadle tiempo, ¿vale? Ya veréis como este lugar es mucho más fresco-dijo Watch acercándose hasta la orilla del agua.

El pantano tenía la forma de un óvalo quebrado y desigual, de una extensión que quizás alcanzaba unos cuatrocientos metros de largo por doscientos de ancho. El agua era de un gris muy peculiar y, en todo su perímetro, las orillas carecían por completo de árboles. Las palabras de los cuatro amigos parecían diluirse en el aire en el momento mismo en que brotaban de sus labios.

—Aquí hace al menos diez grados menos de temperatura-calculó Watch.

—Yo ya me he recuperado de nuestra maravillosa excursión cuesta arriba en bicicleta-dijo Sally, que se había dejado caer exhausta sobre el suelo y se bebió de un trago la mitad de su botella—.Creo que mi idea era buena.

Cindy llevaba una cesta con bocadillos. Se colocaron bajo la escasa sombra que proyectaba uno de los pocos árboles que había sobrevivido y empezaron a comer.

Al cabo de un rato de estar allí, descansando, relajados, charlando y bebiendo, Adam comenzó a sentir alivio. Habían salido hacia el pantano alrededor de las cuatro de la tarde y ya eran las cinco menos cuarto cuando finalmente la temperatura comenzó a descender. Sin embargo, todavía hacía demasiado calor para ponerse a explorar el lugar, aunque a ninguno de ellos le apetecía inspeccionar otra cueva.

Watch se había traído una baraja y quería jugar al póker. Watch y Sally jugaban a menudo, y Adam siempre había experimentado curiosidad por el póker, aunque ignoraba en qué consistía exactamente. Cindy, en cambio, se sentía incomoda.

—A mi madre no le gustan las apuestas-dijo con firmeza—.Dice que es algo inmoral y repugnante.

—Esas palabras me pegan… inmoral y repugnante-se burlo Sally—.Escucha, sólo vamos a usar piedrecitas. Comenzaremos con veinte cada uno. Eso no es apostar, no nos estamos jugando dinero. ¿Crees que tu madre se enfadaría si supiera que has perdido un puñado de piedras?

Cindy lanzó una risilla.

—Sí, creo que tienes razón. De acuerdo, jugare con vosotros mientras no tenga que arriesgar el dinero de mi próxima semanada.

Watch le explicó las reglas del juego y durante la siguiente hora jugaron varias manos de póker.

Watch y Sally aventajaban a Adam y Cindy en destreza y éstos perdieron rápidamente sus guijarros.

Incluso Sally maldecía a Watch por su habilidad para jugar al póker.

Sólo le quedaban cinco piedrecitas cuando, por fin, recibió muy buenas cartas porque al apostó dos de ellas sin dudarlo un segundo.

Watch permaneció impasible y cubrió su apuesta.

—Creo que te estás echando un farol-dijo Watch en tono confiado.

—¿Estás seguro, cielo? —pregunto Sally, con sorna, y enseguida cogió los tres guijarros que le quedaban y los coloco junto a los demás—.Te apuesto otros tres, genio, puedes contarlos.

Watch no se mostrado impresionado en absoluto.

—Sigo creyendo que te estás echando un farol.

Sally le dedicó una sonrisa de despreció.

—Lo que tú creas no significa nada, cariño-replicó Sally, siempre mofándose de su contrincante—.Cierra el pico y apuesta.

Imperturbable Watch cubrió la apuesta.

Pero un instante Sally dio la impresión de que se echaba atrás.

—¿Qué tienes? —preguntó Watch.

Sally enseño sus cartas.

—Sólo basura. Tú ganas, paleto.

—Fue un buen farol-reconoció Adam.

—Sí, yo me lo tragué-reconoció Cindy.

—No es bueno a menos que funcione-determino Sally con firmeza.

El sol se hundía ya en el horizonte y estaban a punto de emprender ya el regreso cuando se produjo un pequeño percance. Cindy, que todavía sentía una gran curiosidad por la Cueva Embrujada, había trepado hasta ella para echar un vistazo a la entrada y comprobar si continuaba cerrada.

Sus amigos no le impidieron ir sola porque ella les había prometido que ni siquiera en caso de que el acceso estuviera despejado entraría en la cueva.

Bajaba por la pronunciada ladera cuando al parecer pisó gravilla y resbaló porque el suelo desapareció debajo de ella un segundo antes de que comenzara a caer.

—¡Cindy! —gritó Adam cuando comprendió lo que estaba sucediendo.

Sally y Watch alzaron la mirada y un instante después los tres amigos corrían hacia ella.

No fue una caída demasiado grave, solo rodó por la ladera unos seis metros. Sin embargo, fue suficiente para producirle numerosas heridas y moratones. Para colmo, Cindy llevaba unos pantalones muy cortos y se hizo rasguños en sus piernas desprotegidas que sangraban ligeramente.

Pero aquello no era lo peor. Mientras se acercaban a ella, observaron que se sujetaba con fuerza el tobillo derecho.

Adam se arrodilló a su lado.

—¿Te has torcido el tobillo? —preguntó.

—Sí me duele mucho-replicó Cindy con un gemido de dolor.

—No te lo habrás roto, ¿no? —inquirió Sally, preocupada—.No tienes el hueso salido, ¿verdad?

—Si de verdad te has roto el hueso del tobillo, ninguna ambulancia vendrá a recogerte-resolvió Watch, tras analizar la situación objetivamente—.Todos los conductores de ambulancia de Fantasville han desaparecido.

—¡Eh, vosotros dos, queréis hacer el favor de cerrar la boca! —les riñó Adam—.¿No veis que lo está pasando mal?

Cindy hizo un esfuerzo para sonreír.

—No es tan grave. Voy a ver si me puedo apoyar sobre el pie…

—Sería mejor que te pusieras algo de hielo-sugirió Watch.

—Como si hubiéramos traído hielo-dijo Sally con su eterno tono sarcástico.

Adam ayudó a Cindy a ponerse de pie.

Nada más apoyar el pie lastimado en el suelo lanzó un gemido de dolor.

—¡Ah! —exclamó, respirando con esfuerzo—.Me hace mucho daño.

Adam señaló el pantano.

—Tal vez deberías meter el tobillo en el agua. Está muy fría, te calmara el dolor y evitara la hinchazón.

—Yo no sumergiría el pie en ese pantano ni aunque me hubieran rociado con ácido sulfúrico-afirmó Sally.

Watch se dirigió a la orilla. Antes de que sus amigos pudieran decir una sola palabra, se agachó, unió las manos hasta formar con ellas un recipiente, recogió un poco de agua y se la llevó a los labios. Bebió un sorbo y asintió satisfecho.

—Tal vez contenga demasiado flúor, pero por lo demás sabe muy bien-dijo Watch.

—Deberíamos esperar un poco para ver si se cae muerto-dijo Sally en un murmullo, dirigiéndose hacia Adam y Cindy.

Watch se volvió a reunir con sus amigos.

—No creo que se te vaya a caer la piel a tiras, Cindy. Pero por si acaso no te quites la zapatilla cuando metas el pie en el agua. La presión de la zapatilla en el tobillo ayudara a contener la inflamación tanto como el agua fría.

—Está bien-aceptó Cindy, mientras Watch y Adam la ayudaban a acercarse a la orilla del pantano dando pequeños saltos con el pie sano.

Cuando llegaron hasta el borde mismo del agua, Cindy se sentó y dijo:

—Soy idiota… ¿Cómo pude caerme de forma tan tonta?

—Yo también me caí una vez-dijo Sally, revelando un cierto orgullo en el tono de su voz—.Una sola. Pero pude recuperar el equilibrio antes de hacerme daño.

—Dime Cindy… preguntó Watch—.¿Estaba la Cueva Embrujada abierta o cerrada?

—Todavía sigue cerrada-repuso Cindy, mientras sumergía con mucho cuidado el tobillo dañado en el agua—.No me atreví a abrirla con las palabras mágicas que nos enseñó la bruja. Se removió nerviosa y añadió: —¡Eh! ¡Esta agua está helada!

—Mucha gente asegura que este pantano no tiene fondo-reveló Sally—.A lo largo de los años, ningún cuerpo que haya caído aquí ha aparecido flotando en la superficie.

—Creo que cuando regrese a casa le diré a mi padre que compre un purificador de agua-reflexionó Adam.

Luego apretó la mano de Cindy y le preguntó con ternura—:¿Te duele menos ahora?

—¡Oh, Watch! —exclamó Sally, llevándose una mano al corazón—.Observa su tacto con los enfermos. Tiene vocación de médico, no hay duda. El doctor Adam …Tal vez llegue a ser neurocirujano célebre.

—Me encuentro mejor, gracias-replicó Cindy, ignorando los comentarios jocosos de Sally—.Unos pocos minutos más con el pie en el agua y estaré en condiciones de volver a casa en mi bici.

—Puedes pedalear con un solo pie-intervino nuevamente Sally—.Es lo que hace Spielberg.

—Está hablando de David Green, el chico que perdió la pierna en las fauces del gran tiburón blanco que nada en aguas de Fantasville-les explicó Watch, por si por si Adam o Cindy lo habían olvidado.

—Tienes suerte de que no haya tiburones en éste pantano-añadió Sally.

—Esperemos hasta que te sientas en condiciones de volver-Aseguró Adam a Cindy.

Watch giró la cabeza en dirección al oeste y asintió.

—Se está poniendo el sol, amigos. Muy pronto será noche cerrada. Eso es precisamente lo que estaba temiendo que sucediera-dijo Sally, mientras se apartaba de la orilladle pantano y se sentaba en el suelo—.Esta noche no hay luna. No se podrá ver nada aquí arriba.