8
Para Adam y Watch el salto al hiperespacio fue una experiencia alucinante.
Se sumergían a una velocidad de vértigo en las profundidades del espacio, mientras el sol brillaba a sus espaldas convertido en un minúsculo punto luminoso, cuando los alienígenas pulsaron una serie de botones y se produjo un zumbido apenas audible que duró apenas unos instantes.
Adam tuvo la sensación de que el universo entero quedaba sumido en la oscuridad. Entonces parpadeó una vez y cuando abrió nuevamente los ojos todo continuaba exactamente igual que antes de aquella extraña maniobra casi imperceptible, solo que ahora la estrella brillante estaba frente a la nave y no detrás.
—Pensaba que la vista cambiaría radicalmente-murmuro Adam.
—Yo también-reconoció Watch, confuso.
—¿Crees que realmente hemos dado un salto a través del hiperespacio?
—Eso parece. Al menos, algo ha sucedido-dijo Watch estudiando las estrellas, visibles a través del amplio panel acristalado del techo—.Tal vez su sistema solar no se halle tan lejos del nuestro. Si no me equivoco, muchas constelaciones muchas constelaciones continúan siendo las mismas.
—¿Son las mismas? —insistió Adam.
—No. Han experimentado algunos cambios. Por ejemplo, la Osa Mayor ha variado de forma, es como si la estuviéramos viendo desde otro ángulo. Sí, en los últimos segundos hemos recorrido muchos años luz, no hay duda. Sin embargo… —musitó Watch con un hilo de voz, sumido en sus pensamientos.
Sin embargo… ¿qué?
Watch sacudió la cabeza.
—No sé muy bien qué es. Hay algo que no encaja. Preferiría que nuestro pequeño amigo estuviera aquí para poderle hacer unas cuantas preguntas. ¿Adónde habrá ido?
—Tengo la impresión de que fue teletransportado a la otra nave. Recuerda el modo en que permaneció muy quieto y concentrado. Yo diría que estaba enviando una señal mental a las chicas para que la recogieran. Además, no olvides que sus habilidades telepáticas son muy superiores a la de los alienígenas adultos…
—¿Crees que está de nuestro lado? —preguntó Watch.
—Eso espero. ¡Eh!¿No te parece que Sally estuvo genial abriendo fuego de aquella forma?
—Sí, seguro que fue ella. Solo Sally es capaz de hacer algo así, aunque casi nos mata. En fin, espero que puedan seguirnos a través del hiperespacio.
—Yo también-asintió Adam—.Ekwee 12 es nuestro único aliado en esta parte del universo.
El tiempo transcurría muy lentamente y Adam y Watch comenzaron a sentir hambre y mucha sed. Se quejaron a sus secuestradores, sin embargo los extraterrestres no les prestaron atención. Adam volvió a hablar acerca de la posibilidad de rebelarse y saltar sobre sus secuestradores para tratar de reducirlos, pero estaba demasiado cansado para hacer ese esfuerzo. Además, cuanto más tiempo pasaba, más convencido estaba de que el pequeño alienígena se hallaba en el otro platillo volante siguiéndoles la pista.
Lamentablemente, no recibían la menor señal de la otra nave, aunque tal vez ése no fuera un dato importante. Era un universo muy grande y la nave tendría que estar muy próxima a ellos para ser localizada a simple vista.
En lo alto, por delante de ellos, la estrella brillaba cada vez con mayor intensidad. Cuando alcanzó más o menos el mismo tamaño del tamaño del Sol, vista desde la Tierra, ocurrió algo extraordinario.
Ante ellos apareció un planeta azul y blanco alrededor del cual giraba una luna de plata.
Al principio, Adam pensó que se trataba de la Tierra; no obstante, al observar con más detenimiento aquel mundo que aumentaba de tamaño, descubrió que los continentes y los océanos no se parecían en nada a los del Planeta Azul.
Aquella visión le produjo un estremecimiento de frustración. Incluso durante la terrible aventura de la Cueva Embrujada, cuando todo parecía perdido, había sido capaz de tomar decisiones que cambiaron su destino. Pero ahora, viajando a través del universo infinito, en aquella nave que había saltado a través del hiperespacio, se sentía del todo indefenso. Sólo podían confiar en un pequeño extraterrestre, un niño alienígena del que dependían por completo.
A su lado, Watch señaló en dirección al planeta desconocido.
—¿Ves esas formas plateadas que brillan en una órbita, alrededor del planeta? —le preguntó Watch—.Creo que son estaciones espaciales… o tal vez inmensas naves espaciales. Algunas parecen enormes. Debe de ser una civilización muy avanzada.
—Tal vez vivan en el espacio, en esas estaciones o naves o lo que sea-sugirió Adam… —Quizás hayan contaminado tanto el planeta que ya no pueden habitarlo.
—Al paso que marcha la raza humana, podría sucedernos a nosotros-reflexionó Watch.
—Si esta raza de alienígenas no nos destruye antes-dijo Adam—.He estado pensando mucho en todo lo que nos ha ocurrido ¿sabes? Y opino que no son sólo nuestras vidas las que están en juego aquí. ¿Y si se están preparando para invadir nuestro planeta?. ¿Y si nos han secuestrado para torturarnos y averiguar todo cuanto sabemos?
—Pero si nosotros no sabemos nada-protestó con vehemencia Watch.
—Cierto, pero ellos lo ignoran. A lo mejor piensan que en nuestro planeta los niños son la clase dominante.
—Lo cierto es que hemos presenciado más fenómenos extraños que cualquiera en Fantasville-concluyó Watch sin dejar de observar el planeta, que aumentaba a medida que se acercaban a él, con la cadena plateada de naves y estaciones espaciales en órbita. —Creo que tu teoría acerca de la contaminación es correcta. Mira con atención… ¿ves esas manchas oscuras junto a la costa?
—Sí.
—Yo diría que es humo, ya sabes, contaminación atmosférica. Es increíble ¿no? A pesar de lo avanzado de su tecnología no han sido capaces de limpiar la atmósfera.
—Es más sencillo prevenir una catástrofe que resolverla-sentenció Adam-sentenció Adam filosóficamente—.Sin embargo, personalmente, me importa un pimiento lo que les haya pasado. Lo único que quiero es regresar a casa y cenar con mi familia.
—Sí, sería estupendo comer un buen plato de pavo con puré de patatas-añadió Watch.
—¿Es ésa la cena que te preparara esta noche tu tía? Adam sabía que Watch no vivía con sus padres ni con su hermana menor. Sin embargo, jamás le había preguntado a su amigo la razón por la que todos los miembros de su familia vivían separados. Intuía que era un tema demasiado delicado.
Watch inclinó la cabeza antes de responderle.
—Mi tía nunca cocina-dijo suavemente—.yo me preparo la comida.
Adam se acercó a él y le palmeó afectuosamente la espalda.
—Puedes venir a cenar a mi casa cuando quieras. Siempre serás bien venido.
Watch esbozó una ligera sonrisa.
—Me lo dices ahora porque tu casa queda a billones de kilómetros de distancia.
Adam soltó una risa ahogada.
—Oye… Cuando jugabais al póker. ¿Cómo estabas tan seguro de que Sally se estaba echando un farol? A mí me engaño.
—Las cartas están marcadas.
—¿Qué quieres decir que haces trampas? —exclamó, Adam estupefacto.
—Un poco.
—Pero… eso está fatal. ¿Qué interés tiene jugar a las cartas si haces trampas?
—Bueno, verás… Aunque lleve las gafas no puedo ver las expresiones de los demás jugadores con tanta claridad como vosotros. Así que marco las cartas para compensar un poco las cosas.
—¿Cómo puedes ver las cartas si ni siquiera eres capaz de distinguir la expresión de la cara?
—Te olvidas de que era yo quien repartía las cartas. Lo hago sólo para compensar.
—¡Bueno! Visto así, No es exactamente hacer trampas.
—Si quieres, te devuelvo tus piedrecitas.
—Es igual, olvídalo. No las quiero.
Watch señaló una de las pequeñas pantallas que había en la pared de la nave.
—¿Ves esa enorme estación cilíndrica? Creo que nos dirigimos hacia allí. Mira su tamaño. Medirá unos 30 kilómetros de extensión.
Watch estaba en lo cierto. La estación espacial de los alienígenas era tan gigantesca y sofisticada que cortaba la respiración. Era como un mundo en miniatura. Y lo más sorprendente era que había miles de estaciones como aquélla en órbita.
La estación roto sobre su eje. Sin embargo, mientras se aproximaban a ella, el platillo volante no trató de adaptarse a su velocidad. Al parecer se disponían a entrar en la estación por la parte superior, en el centro de su gigantesca estructura, donde no se apreciaba movimiento alguno.
Y entonces, de improviso, se materializó ante ellos una enorme compuerta negra que a Adam le recordó a unas fauces hambrientas dispuestas a engullirlos.
El platillo volante te dirigió hacia ella y Adam movió la cabeza apesadumbrado.
—Aunque el pequeño alienígena esté de nuestra parte y pretenda ayudarnos, no sé cómo va a sacarnos de allí-reflexionó.
—No veo ninguna solución-Admitió Watch, completamente de acuerdo con su amigo. —Aunque ésa es una sensación bastante corriente cuando se vive en Fantasville.
—Estamos muy lejos de Fantasville-refunfuñó Adam.
El platillo se deslizó dentro de la estación espacial. Durante unos instantes, les envolvió una oscuridad total y luego aparecieron en una gran cámara sólo iluminada por una tenue luz amarillenta.
Aquella amplia extensión era una especie de aparcamiento para platillos como el que los había transportado desde la Tierra. Había cientos de ellos flotando por todas partes.
El piloto maniobró suavemente en dirección a uno de los muelles de desembarco y Adam comprendió que, en pocos minutos, abandonarían la nave. Esa certeza agudizó su desesperación. Mientras se hallaron dentro de la nave espacial tenían al menos una oportunidad de regresar a casa.
Ahora aquella posibilidad había desaparecido.
Se produjo una suave sacudida y el platillo se quedó inmóvil. A la izquierda se materializó una puerta que conducía a lo que parecía ser un pasillo interminable. Los dos alienígenas se volvieron hacia ellos y sacaron sus armas.
El mensaje era muy claro: en pie y echad a andar.
Adam y Watch se incorporaron lentamente.
—¿Todavía te parece divertido? —preguntó Adam a su amigo.
—Claro-replicó Watch, —para morirse de la risa.
Los alienígenas les escoltaron fuera del platillo volante.