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Watch y Sally tenían toda la razón. En cuanto el sol desapareció, las estrellas comenzaron a brotar, titilando brillantes en la noche. La obscuridad se hizo más y más densa y el número de estrellas aumentó hasta cubrir aquella cúpula negra que se desplegaba hasta el infinito por encima de sus cabezas.

Era la primera vez que Adam veía tantas estrellas y que presenciaba el magnífico espectáculo de la Vía Láctea. El río nebuloso de la galaxia se extendía por todo el firmamento.

Watch, que parecía tener grandes conocimientos de astronomía, localizó de inmediato la Cruz del Norte y les explicó cuanto sabía acerca de la estrella azul que había en su base.

—Ésa es Deneb-dijo—.Brilla mil veces más que nuestro Sol. Creo que es la estrella más brillante que se puede contemplar desde la Tierra. Tiene incluso una estrella roja que gira en órbita a su alrededor, pero no se puede ver sin telescopio.

—¿Y qué me dices de aquélla? —preguntó Sally, señalando justo encima de ellos—.Es la que más brilla. —Ésa es Vega-le informó Watch—.Está a veintiséis años luz de la Tierra y también es más brillante que nuestro Sol. En cambio. Deneb está mucho más lejos que Vega. Si Deneb se hallara a tan sólo veintiséis años luz de distancia de la Tierra, su fulgor ocultaría a cualquier otra estrella del cielo.

—¿Cómo sabes todo eso? —quiso saber Cindy, impresionada por los conocimientos de Watch.

Watch se encogió de hombros en la obscuridad. Apenas si podían distinguirse unos a otros. Se habían convertido en una especie de perfil negro que se recortaba ligeramente contra las estrellas.

—Tengo un telescopio en casa-respondió Watch finalmente—.Y he leído muchos libros de astronomía en la biblioteca. El señor Spiney tiene algunos ejemplares muy buenos.

—Watch construyó su propio telescopio-dijo Sally sin ocultar un deje de orgullo en su voz.

Así, disfrutando del espectáculo estelar, del cielo limpio y maravilloso y de las explicaciones de Watch acerca de las constelaciones, los cuatro amigos no se percataron del paso del tiempo.

Cindy llevaba más de una con el pie en el agua helada cuando Adam le sugirió que intentara nuevamente ponerse en pie y comprobar si podía apoyar su peso en él. La ayudaron en la operación y Cindy posó con suma delicadeza el pie lastimado en el suelo. En el preciso momento en que comenzaba a explicarles cómo se sentía, se vio interrumpida por un hecho sorprendente. Una extraña luz había aparecido en el cielo.

—¿Qué diablos es eso? —preguntó Sally sobresaltada.

Justo por encima de sus cabezas había surgido una luz blanca cuya interinidad era mayor que la de cualquier estrella.

Al principio solo era un punto y les resultaba imposible calcular su tamaño. Sin embargo, a medida que la iban observando con mayor atención, la luz se hizo más potente, y todos tuvieron la impresión de que pretendía aterrizar precisamente donde se hallaban.

Entonces la luz se detuvo y permaneció inmóvil en lo alto.

—¿Es un avión? —preguntó Cindy en un murmullo.

—Un helicóptero puede permanecer suspendido en el aire-reflexionó Watch—.Un avión, no. Pero no creo que se trate de un helicóptero, porque en ese caso oiríamos el sonido de su rotor.

—Podría tratarse de un globo aerostático-aventuro Adam.

—No se mueve como un globo-afirmo Watch—.Es como si se dejara caer y luego simplemente se detuviera.

Sally lanzó una risilla nerviosa entre dientes.

—Bueno…-dijo—,no será un platillo volante ¿verdad?

Se produjo un profundo silencio.

—Eso es exactamente lo que creo que es-dijo Watch finalmente.

—Tendríamos que irnos de aquí-sugirió Cindy.

—¿Por qué? —dijo Adam, cada vez más emocionado-Siempre he querido ver un ovni. Dime Watch… ¿Crees que aterrizará?

Una vez más, Watch se encogió de hombros.

—Estamos en Fantasville. ¿En qué otro lugar de la Tierra un alienígena se sentiría como en su casa?

Quizá los ocupantes de aquella nave oyeron las palabras de Watch porque, justamente en aquel momento, volvió a descender, lanzándose como un resplandeciente meteorito procedente del abismo negro.

Fue entonces cuando se dieron cuenta de que se trataba de dos naves y no sólo de una, como habían creído.

Habían estado volando tan juntas que sus luces se confundían hasta parecer una sola. El entusiasmo de Adam dio paso rápidamente al temor.

Las luces cambiaron y cobraron una forma definida. No había duda, eran platillos volantes…y se aproximaban a toda velocidad.

Su intención parecía ser claramente la de aterrizar allí mismo, en el pantano.

—Tal vez deberíamos ocultarnos detrás de las rocas-manifestó Adam de inmediato—.Por lo menos al principio, hasta que sepamos cuáles son sus intenciones.

Watch consideró aquella propuesta durante unos segundos.

—Buena idea-convino y, dirigiéndose hacia Cindy, preguntó: —¿Crees que podrás caminar?

—Bueno, supongo que sí, que podré andar a la pata coja si vosotros me echáis una mano-replicó Cindy con un estremecimiento de pánico en la voz.

Los platillos volantes se hallaban en aquel momento a unos cuatrocientos metros por encima de sus cabezas. El fulgor brillante que despedían iluminaba la enorme superficie del pantano transformándola en un inmenso espejo de plata.

Los platillos volvieron a detenerse por un momento, suspendidos en el aire, como si estuvieran buscando el sitio adecuado para posarse.

Por desgracia, se precipitaron en tomar su decisión. El lugar elegido por los ovnis era precisamente donde habían dejado sus bicicletas los cuatro amigos.

—¡Mejor será que carguemos con Cindy! —gritó Adam mientras avanzaban a trompicones en dirección a las grandes rocas detrás de las que pensaban esconderse.

—¡Bien pensado! —exclamó Watch.

No se les ocurrió ni siquiera pedir permiso a Cindy. No había tiempo que perder si deseaban hallar un buen escondite antes de que se produjera el aterrizaje de los ovnis. Sin mediar palabra, cada uno de ellos cogió a la chica por una pierna y la alzaron hasta echársela a los hombros.

Sally corría delante de ellos, saltando de roca en roca, su cuerpo resultaba perfectamente visible, y lo mismo sucedía con los demás.

A sus espaldas, las naves seguían suspendidas a unos seis metros de altura por encima de sus bicicletas.

Pero lo que resultaba todavía más increíble era que no producían sonido alguno, ni siquiera un leve zumbido.

—Espero que no nos hayan visto-dijo Adam con voz entrecortada, mientras llevaban a Cindy tras la roca más alta y la dejaban en el suelo, oculta y a salvo.

Por encima de ellos, el fulgor de los platillos parecía dispuesto a atravesar las rocas. Una vez que se aseguraron de que Cindy estaba sentada cómodamente sobre el suelo, Adam, Sally y Watch treparon sobre las rocas con mucha precaución para espiar las naves.

Los dos platillos habían aterrizado junto al pantano, prácticamente encima de sus bicicletas. Uno de ellos continuaba brillando con intensidad. El otro debía de haber apagado sus motores o disminuido la marcha de sus turbinas, o lo que fuera, ya que tan solo emanaba de él un débil fulgor blanquecino.

Las dos naves tenían forma de platillo, circulares, y su diámetro sería de aproximadamente diez metros. En realidad, parecían dos platos de café en cuyo centro se hallaban las tazas invertidas. No se necesitaba ser un genio para saber que procedían de otro planeta.

—¿Qué está ocurriendo ahí fuera? —quiso saber Cindy, sentada en el suelo, a sus pies.

—Están descargando una bomba de antimateria y se disponen a volar la Tierra-repuso Sally.

—¡Silencio! —ordenó Adam con firmeza—.Sólo se han posado allí y… ¡Un momento! Me parece que… ¡Sí, se está abriendo una escotilla!

Adam no se equivocaba. En el platillo que sólo emitía una pálida luz blanquecina comenzaba a materializarse una especie de puerta, algo insólito si se tiene en cuenta que unos pocos segundos antes no había la menor señal de ella en la superficie de la nave.

Era como si el casco del platillo repentinamente se hubiera disuelto hasta conformar un perfil rectangular a través del cual broto una intensa luz amarilla. La puerta no era demasiado grande. Adam hubiera tenido que agacharse para entrar en aquella nave.

—¿Veis a algún alienígena? —preguntó Adam.

—Yo soy la última persona a la que deberías preguntar-repuso Watch—.Estoy medio ciego.

—Espero que su aspecto no sea asqueroso-murmuro Sally-Tuve pesadillas hasta con E.T

—¿Cómo puedes decir eso? —le reconvino Watch—.Tal vez hayan viajado millones de kilómetros para llegar hasta aquí. Pueden haber evolucionado a partir de un árbol genético completamente distinto al nuestro. Tal vez seamos nosotros los que les parezcamos horribles a ellos.

—Supongo que muchas veces incluso le parezco horrible a mi propia madre-murmuró Sally.

—¡Shhhhh! —dijo Adam—. Uno de ellos está saliendo de la nave.