Capitulo 12
Clark estaba allí parado, mirando a Lauson. Este parecía ignorarlo.
—¡Maldito bastardo! —gritó Clark—. ¡Podía haberme matado!
Lauson se giró y lo escrutó con la mirada.
—En ningún momento corriste el menor riesgo. Cosa que no puedo decir de los agentes de seguridad con los que te enfrentaste. —respondió Lauson.
—Dijo que mi tío me había entrenado bien y que me haría falta para lo que me esperaba. ¿Qué quería decir?
—El mundo en el que se mueve mi ahijada Charlize es muy duro, está lleno de gente que te mataría solo por quitarte lo que tienes. Quería estar seguro de que estarías preparado no solo para sobrevivir, sino también para protegerla.
—¿De qué conoce a mi tío? —preguntó Clark.
—Hace años era instructor de defensa personal en una base militar de los marines en California. Un buen amigo lo contrató como jefe de seguridad. Perdí el contacto con él, hará unos treinta años.
Clark se rascó la cabeza nervioso. Eso significaba que su tío dejó el trabajo cuando él nació.
—De manera, que ¿todo fue un juego para comprobar si serviría de guardaespaldas? —dijo Clark.
—Así es Clark. Comprenderé que me guardes rencor por mi acción, pero la seguridad de Charlize es mi mayor prioridad.
Clark agarró a Lauson por las solapas del traje.
—Como ha podido comprobar... Sé defenderme... Pero no es lo único que sé hacer. También sé atacar. Vuelva a probarme y deseará no haber nacido.
Lauson no pestañeó, era un hombre que sabía medir las amenazas, pero nunca dejaría entrever sus emociones.
Clark escuchó reír a Charlize, en la cubierta de abajo y decidió bajar. Necesitaba mejorar su compañía.
Lauson observó a Clark mientras bajaba las escaleras. Le había mentido, no fue una prueba y aquello no tenía nada que ver con Charlize. Si Clark resultaba ser quien él creía que era, las cosas iban a cambiar radicalmente para todos.
Sentía el deseo de contarle a Clark toda la verdad, pero no debía. Tenía que ser paciente, en aquella partida había más jugadores. Si no jugaba bien sus cartas las vidas de Clark y Charlize estarían en grave peligro.
Abajo Martín, ayudaba al camarero a colocar varios platos con todo tipo de pescados, carnes y aperitivos. Charlize se reía al ver lo torpe que era su padre. Clark se limitaba a beber un Martini y mantener la vista fija en el horizonte. Tomy, el tipo estrafalario del tupé, no dejaba de alabar a Martín y decir que todo era muy chic. La mujer de pelo negro, parecía estar en otro mundo, solo a veces posaba la mirada en Clark, en una mezcla de curiosidad y tal vez un poco de deseo lascivo.
Lauson bajó las escaleras y se sentó en una hamaca cercana a Martín.
La cena transcurrió apaciblemente. Tomy actuaba como un bufón y Lauson no dejaba de hablar con Martín sobre unos asuntos de negocios. Charlize agarró del brazo a Tomy y se alejó dando un paseo por cubierta.
—¿Aburrido? —preguntó la mujer morena.
Clark asintió con la cabeza en un gesto de confirmación.
—No me apasiona el mar ni las convivencias. —respondió Clark.
La mujer se levantó y se sentó en el sillón contiguo a Clark mientras le ofrecía la mano. Clark se la estrechó.
—Selena Dax. Directora de seguridad de Madison Corp.
—Clark Evans. ¿Estás aquí por placer o por trabajo? —preguntó Clark.
—Un poco de ambas cosas. —sonrió Selena.
Desde luego Selena era de esas mujeres, que quitaban el hipo con su presencia. Al contrario que Charlize, ella no tenía una apariencia frágil, rebosaba seguridad y mostraba un cuerpo atlético aunque voluptuoso. Pero lo que a Clark le resultaba incómodo, era su mirada. Era como la de un depredador que contemplara a su presa.
—Veo que Charlize está colada por ti. Nunca la había visto así, con ninguno de sus pretendientes. Incluso pareces agradarle a Martín y él no es de los que se abren a los demás con facilidad.
—Son buena gente. —respondió Clark.
Selena alargó la mano y la posó en la entrepierna de Clark.
—Cuando te canses de ella... ¡Llámame! —dijo Selena.
Clark agarró la mano de Selena y la colocó sobre el reposabrazos de su sillón.
—¡Por supuesto! Cuando hiele en el infierno. —respondió Clark.
Selena le sonreía seductoramente, ignorando sus palabras.
Clark se levantó y salió en busca de Charlize.
—Di lo que quieras, pero al final serás mío. —susurró Selena.
Clark se asomó al pasillo de cubierta por donde Tomy y Charlize habían pasado. Los encontró riendo y charlando a voces. Decidió no interrumpir. Apuró su copa de Martini y rebuscó en una nevera con hielo, hasta dar con una cerveza. La abrió y se sentó junto a Martín.
Madison Corp
New York
Lester Madison agarró un pisapapeles de metal y lo estrelló contra la pared. Frente a él, su pequeño hombre de confianza, se esforzaba por no temblar.
—¡Te dije que necesito esos papeles! —gritó Lester.
—¡Los tendrá señor Madison! —respondió el hombrecillo.
Lester se pasó una mano por la barbilla. Su plan no podía fallar, era su última oportunidad.
—Asegúrate de que mi yet privado esté listo el domingo.
—Y más te vale que tenga los documentos en el avión o ya sabes lo que ocurrirá. —gritó Lester señalándolo con un dedo acusador.
—No será necesario señor Madison, le juro que todo estará listo.