Capítulo 6

 

 

Charlize sonriendo, se alejó de él, abrió un armario y cogió un camisón azul. Lo miró, casi como si quisiera comprobar que no saldría huyendo mientras ella no estuviera y entró en el cuarto de baño.

Clark se quedó allí parado, indeciso. Estaba entrando en un terreno que no dominaba. Charlize regresó un poco después con el camisón puesto.  Clark se limitó a quitarse los zapatos y a tumbarse junto a ella. Después de lo que había vivido, no estaba seguro de si debía acercarse o mantener las distancias. Charlize se pegó a él, pasando su brazo derecho por encima del pecho de Clark.

—¿Crees que a tu padre le gustará que pases tus vacaciones con un extraño? —preguntó Clark.

—Mi padre no es como tú crees. —respondió Charlize.

—¿Y qué pensarán tus conocidos, cuando me vean junto a ti? ¿Eres consciente de que todos tus amigos me verán como tu última conquista?

—No me importa lo que piensen. —respondió Charlize.

—No sé si esto es una locura o no. Pero me gustaría por una vez, dejar los protocolos sociales y divertirme un poco.

 Clark acarició la espalda de Charlize y esta tembló. Debía de estar pensando en lo que Tomas le hizo. Se limitó a acariciarle el pelo, hasta que se quedó dormida. Pasó la noche mirándola. Le parecía mentira, estar allí, junto a ella. No podía entender como alguien podía estar con ella por interés, acaso había algo más valioso que saber que ella te amaba. Que deseaba estar junto a ti cada día.

No tenía ni idea de qué sería de ellos, pero lo que tenía claro, es que sentía la necesidad de estar con ella. Pasaría todo el tiempo que pudiera junto a ella, hasta que el domingo sus caminos se separaran.

En las últimas horas de la mañana, Clark cedió al sueño. Charlize se despertó, hacía tiempo que no dormía de forma tan plácida. Miró a Clark y se quedó embelesada. Era como un niño con el cuerpo de un hombre, espontáneo, divertido, ocurrente y por encima de todo, puro. Algo que a ella le resultaba extremadamente atractivo, pues vivía en un mundo de codicia y desconfianza. Sentía una gran ilusión, ante la idea de pasar sus vacaciones con él. Sabía que corrían el riesgo de llegar a ser más que amigos y eso sería un problema dadas las vidas tan opuestas que llevaban. Sonó su móvil y ella lo cogió rápidamente para evitar despertar a Clark.

—Hola papá.

—¿Te he despertado cariño? —preguntó su padre.

—No…

—¿Qué te ocurre? ¿Te noto rara?

—Papá…

—Sí.

—Ayer Tomas intentó forzarme.

—¡Ese maldito hijo de puta! Tranquila me encargaré de que no vuelva a acercarse a ti. ¿Estás bien?

—Sí. Clark intervino, le dio una buena tunda y lo echó.

—¡Genial! Ese chico vale su peso en oro.

—Papá está junto a mí en la cama. No hemos hecho nada de lo que podamos arrepentirnos, solo se quedó para hacerme compañía. Para que te hagas una idea de lo caballeroso que es, hasta está vestido. Pero anoche con todo lo que pasó y lo alterados que estábamos... nos besamos.

Al otro lado se hizo el silencio, lo que la llenó de temor ante la desaprobación de su padre. Su madre murió hace años y él era la única familia que tenía. Resultaba curioso que una fría mujer de negocios, que tomaba decisiones a diario que suponían millones de dólares, actuara como una niña pequeña cuando hablaba con su padre sobre temas del corazón. Pero en el fondo siempre admitió que era una niña mimada.

—Si esperas que te juzgue es que no me conoces. Solo siento no haber estado allí para haberle partido la cara a Tomas. En cuanto a Clark, eres joven, disfruta la vida. Lo más probable es que todo quede en un romance de verano. Solo espero que no acabéis los dos con el corazón roto. Clark parece un buen chico y sinceramente, teniendo en cuenta tus ex, no me importaría que acabaras con él. Al menos con él se que tú serías amada de verdad por lo que eres y no por lo que tienes. Y de paso tendría un compañero de borracheras. —añadió Martín riéndose.

—¡Papá! —se quejó Charlize.

—¿Qué? No sabes lo que nos reímos los dos en el yate. Ha sido la única vez que me lo he pasado bien en una fiesta. Por cierto, te llamaba porque a las doce es el cóctel de la empresa, vendrán todos los directivos y algunos clientes. Sería bueno que Clark te acompañara, así lo vemos en acción.

—No sé si va a querer. No le gustan los actos sociales.

—Pues dile que si quiere caer bien a tu padre, más le vale aparecer. —respondió con contundencia.

Después de una cariñosa despedida, Charlize dejó el móvil en la mesita y miró el reloj. Ya eran las diez y media de la mañana. Despertó a Clark con un beso en la mejilla. Él abrió los ojos y le sonrió. Charlize le miraba de una forma que a Clark le intrigó.

—¿Qué ocurre?

—Nada… —respondió juguetona.

—¡Ni hablar! ¿Pasa algo?

—He hablado con mi padre.

Clark se recostó contra el cabecero de la cama.

—¿De qué has hablado exactamente?

—De ti y de mí.

—Te importa ser algo más específica.

—Le he dicho a mi padre que salimos juntos. —respondió Charlize.

—¿A ver, espera? Recapitulemos. Te doy un beso y ya salimos juntos, por esa regla de tres... ¿Si me acuesto contigo? ¿Estamos casados?

Charlize se rió ante aquella ocurrencia.

—¡Es broma! —respondió Charlize.

Clark se mostró aliviado, pero en el fondo, le molestó un poco que lo descartara como novio, aunque claro lo contrario sería absurdo.

—Y ¿Qué ha dicho tu padre? —preguntó Clark.

—Que si quieres llevarte bien con él, te quiere a las doce de la mañana en nuestro cóctel de empresa. —respondió Charlize divertida.

Clark se frotó los ojos, como quien acaba de despertar de un mal sueño.

—¡Genial! Creí que cuando decías que haríamos cosas juntos en vacaciones, serían actividades de ocio.

—No protestes, te servirá para conocer el mundo de los negocios y los buitres que en él habitan. Ahora márchate y vístete para la ocasión. Papá espera.

Clark la miró con un gesto de gravedad. Se abotonó la camisa y se calzó los zapatos.

—¡Eres una abusona! —susurró por lo bajo mientras salía del dormitorio.

Charlize no podía dejar de sonreír.

Clark estudió su fondo de armario. No tenía claro qué ponerse. Al final optó por una camisa burdeos y un traje negro, de textura sedosa y gran brillo.  Cuando la descolgó de la percha, vio que en el fondo del armario estaba el sobre con los documentos del testamento de su tío. Dejó caer el traje sobre la cama y se sentó en una butaca.

En su interior estaba la carta de su tío Rob, el medallón y una llave con una numeración.

Se vistió rápidamente y mirando el medallón, decidió ponérselo. Se quitó la corbata y la dejó sobre la cama. Le gustaba sentir el medallón sobre su pecho. Llamó a Charlize por teléfono para avisarla de que bajaría al restaurante Costa Marina, para desayunar.

Caminó por el vestíbulo, hacia la zona de la piscina, que era donde se encontraba el restaurante. Un camarero le ofreció una mesa y él se sentó.

Quince minutos después llegó Charlize. Con un vestido de color salmón, ceñido y sofisticado. Llevaba puesta una pulsera de diamantes y un collar sencillo con un rubí engarzado. Oculta tras las gafas de sol, Charlize llamó al camarero, que no tardó en acercarse.

—Por favor. Tráiganos el desayuno continental, tenemos mucha prisa.

—Ahora mismo señora. —respondió servicial el camarero.

—¡Gracias por preguntar qué quería desayunar! —respondió irónico Clark.

Ella hizo un gesto a Clark, dándole a entender de forma burlona que se callara.

Desayunaron y se marcharon al cóctel, que se celebraba en el Club de campo.

 

Nada más llegar Martín los recibió. Un beso cómplice en la mejilla de Charlize y un abrazo informal a Clark.

No tardaron en acercarse varios hombres de negocios, los directivos de la corporación y otros que debían ser clientes. Todos querían saludar a Charlize y conocer, a su acompañante.


Clark aprovechó que Charlize estaba hablando sobre una operación de negocios y caminó hasta una gran mesa donde un camarero no paraba de llenar copas de champán, parecía como si quisiera batir algún récord Al ver llegar a Clark le ofreció una, que él aceptó de buen grado.


Cuando se giró casi tropieza con un hombre alto y delgado, de pelo castaño oscuro y ojos negros. Aunque no lo conocía de nada, tenía algo que le resultaba familiar.


—¡Perdón! No le había visto. —dijo Clark.

El hombre lo miraba como si hubiera visto un fantasma.


—¡Tranquilo hijo! Bonito medallón. —dijo mientras lo miraba con detenimiento—. Por cierto, soy un maleducado. Mi nombre es Lester Madison. —dijo el hombre ofreciéndole la mano.

—Clark Evans.

 —Por lo que tengo entendido, se podría decir que eres un buen amigo de la familia Spence.

Un hombre bajito y calvo se acercó a Lester.

—Señor el senador le está buscando. Bien Clark, quizás en otro momento podamos hablar y conocernos mejor.


Saludó a Clark con la cabeza y se alejó sonriendo.

Lester puso su mano en el hombro del pequeño hombrecillo


—Me da igual como lo hagas. Pero quiero una muestra de sangre de ese joven hoy mismo.
—¿Pero señor, para qué quiere su sangre?

Lester lo miró con severidad.

—Esta misma noche tendrá la muestra.

Lester esbozó una sonrisa y se acercó al senador.


Charlize tomó a Clark por el brazo y siguió torturándolo, con su presentación en sociedad.
Una semana de lujo
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